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19 de junio de 2019, 4:00 AM
19 de junio de 2019, 4:00 AM

La gente muere y queda todo ahí, los planes a largo plazo, las tareas de casa, las deudas con el banco, las parcelas, las joyas y el auto nuevo que compró para tener estatus.

La gente muere sin guardar la comida en el refri, y todo se pudre. Y la ropa se queda colgada.

La gente muere y se disuelve toda la importancia que pensaba que tenía. La vida continúa, las personas superan tu ausencia y siguen sus rutinas normalmente.

La gente muere y los grandes problemas que creías que tenías se transforman en un inmenso vacío. Los problemas están en vos. Las cosas tienen la energía que ponés en ellas y ejercen en nosotros la influencia que le permitimos.

La gente muere y el mundo sigue siendo caótico, como si nuestra presencia o ausencia no hiciera la menor diferencia. En realidad, no lo hace. Somos pequeños, pero prepotentes. Vivimos olvidando que la muerte siempre está al acecho.

La gente muere, pues así es, un parpadeo y al otro ya estás muerto. El perro es donado y se aferra a los nuevos dueños. Los viudos se casan nuevamente, andan de la mano, van al cine, se divierten y te olvidan.

La gente muere y es reemplazada en el puesto que ocupaba en la empresa. Las cosas que ni siquiera usó, son donadas o a veces, tiradas a la basura.

Por otra parte, ¿quién espera morir? Si la gente esperase por la muerte, tal vez procurara vivir mejor. Tal vez usara su mejor ropa hoy, usara su mejor perfume, viajara hoy, tal vez la gente comiese el postre antes del almuerzo. Tal vez, esperase menos de los demás. Si la gente esperase por la muerte, tal vez perdonaría más, reiría más, apreciara la naturaleza, tal vez valoraría más al tiempo y menos al dinero.

Si la gente tuviera conciencia de que puede partir de este mundo en cualquier momento, tal vez entendería que no vale la pena entristecerse con las cosas banales, oyese más música y bailase aun cuando no lo sepa hacer bien.

El tiempo vuela. A partir del momento en que la gente nace, comienza el viaje veloz con destino al fin, ¡y aún hay quienes viven con prisa! Sin darse el regalo de percibir, que cada día más es un día menos, porque la gente muere todo el tiempo, poco a poco y un poco más, cada segundo que pasa.