Cantante. Se ha paseado por el blues, jazz, rock and roll, indie y pop rock. Es coach vocal. Impulsa el proyecto denominado Nosotras Somos

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11 de septiembre de 2019, 4:00 AM
11 de septiembre de 2019, 4:00 AM

Para ella la voz es la ventana del alma, no los ojos, porque a través de este instrumento que tenemos los seres humanos, podemos demostrar todos los estados de ánimos. Sibah es paceñísima, amante del majestuoso Illimani, que divisa a cada instante desde su ventana; pero, con la maleta siempre lista para partir. Aunque el vaivén, de pasión y tensión, de la ciudad maravilla la embruja, está dispuesta siempre a cambiar de aires. En Santa Cruz se siente también en casa. Su esencia bohemia le permite regodearse en todo lado y con éxito.

Silvia Velarde Pereyra, es Sibah, cantautora y solista, cuya carrera comenzó en 1994. Estudió Administración de Empresas, cuenta con un diplomado en filosofía política, ha desarrollado trabajos en cooperación al desarrollo y fue parte del staf de la embajada de Holanda por muchos años. Se formó como coach vocal y con ello da rienda suelta a su segunda pasión, educar.

¿Qué te trae a Santa Cruz?

Mi quinto disco, Fuerza de Luz, es un material con mucha energía positiva, de mucho amor y de mucha entrega. El ritmo está más dentro de lo que se llamaría indie pop rock, lo indie está relacionado con música independiente, de diferentes géneros, de autor propio y está enlazado con el pop; utilizo ritmos y sonoridades más actuales.

El tema Fuerza de luz, que le da el nombre al disco, ha sido producido aquí en Santa Cruz, por el productor peruano Maurizio Alessio. Estoy súper feliz, voy a producir el tercer y cuarto con tema con él. El segundo, que es Besos y canciones, fue producido en Oklahoma, Estados Unidos, con Ricardo Sasaki, el primer tecladista de Octavia.

¿Con qué ritmos te sentís más cómoda?

Mis cuatro trabajos previos fueron de rock, blues y jazz. Hace dos o tres años atrás, empezó la necesidad de hacer un cambio, fue muy difícil salir de esos ritmos, porque es mi ámbito y donde mejor me desenvuelvo. Con ese nuevo sentimiento está naciendo este material.

 ¿Cuáles fueron tus otros trabajos?

Hay que permitir que cada quien muestre su esencia, de eso habla mi trabajo. El primer disco se llamó Con un poquito, es esa palmadita que a veces necesitas para avanzar y hacer lo tuyo. Era más onda world music.

El segundo es A mí no me, se trata de lo que decido y cómo lo hago. Dice: a mí no, a mí no, a mí no me da la gana de estar otra vez a tus pies…

Con este trabajo aprendí mucho. Como parte de la embajada holandesa, me tocó hacer un par de viajes a África, que me cambió el pensamiento alrededor de la música. Presencié en las calles manifestaciones musicales y en ninguno de los dos casos fui a ver un show de música. Entonces, entendí que la música habita en el ser humano de forma absolutamente natural y que esa conexión se había perdido en algunos lugares.

El tercer disco es In-tenso, porque yo quería acentuar que, dentro del In, estaba una mirada introspectiva. Me hizo entender que la vida se trata de ir descubriéndonos a través de nuestras imperfecciones y mejorando cada vez más, para estar en paz y en armonía. Que es a lo que le llamamos felicidad.

Ahí empiezo a cantar de cosas más positivas y armoniosas. Comienzo a encontrar ese camino y luego paso al cuarto disco que se llama Des-Igual, de eso se trata también la vida, de dar por igual respeto, cariño y todo lo mejor.

¿El canto siempre estuvo en tus venas?

No me daba cuenta que la música era mi pasión y estudié otra cosa, fui oficinista, trabajé en cooperación al desarrollo y con la embajada de Holanda, esta entidad me abrió muchas puertas a la temática de género, a los grupos discriminados y cómo lograr el objetivo que ellos tenían, de dar un aporte a la lucha contra la pobreza y al desarrollo.

Trabajábamos con mujeres, niños y ancianos. Y finalmente, se cerró la embajada. Creo que fui la única que se alegró, porque necesitaba ese empujoncito para dedicarme a esto. Aunque era algo que realizaba paralelamente, ahora solo me dedico a la música. Soy compositora, pero en esta etapa me estoy abocando a mi capacidad interpretativa.

Este enamoramiento nació al acompañar a mi madre al colegio, donde ella enseñaba la materia de música.

¿Por eso estudiaste para ser coach vocal?

Hice un curso de técnica vocal con la pedagoga danesa Cathrine Sadolin, que tiene una sede en Holanda, la contacté para aprender a enseñar. Era una asignatura pendiente, yo sentía que me faltaba algo más.

Así encontré la pasión más profunda como mi madre, que es también enseñar.

¿Das clases de técnicas?

Me especialicé en liberación de la voz. Entreno a adolescentes, adultos y personas de la tercera edad. 
Se puede empezar a cantar a cualquier edad. Y estoy en campaña contra el cigarro, porque a la voz lo único que la toca es el humo y el aire.

¿Cantás también con otras mujeres?

Todas esas etapas me han puesto en contacto con la gente, he desarrollado un proyecto que se llama Nosotras somos, con la intensión de visibilizarnos y darle a otras, el mismo nivel de impulso que se le da al hombre.

Este intercambio de composiciones entre mujeres cantantes ha llegado ya a 35. Es una invitación a que nos reconozcamos en la obra de la otra persona. Otro proyecto de mujeres que hice y que está en status quo, es Vozabierta, un quinteto en el que cantamos a capela.