Los termómetros lo demostraron, julio de 2019 fue el mes más caluroso jamás registrado. Ante la confirmación de este dato por parte del Servicio sobre Cambio Climático Copérnico de la Unión Europea, científicos y organizaciones expresaron su preocupación

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5 de agosto de 2019, 16:38 PM
5 de agosto de 2019, 16:38 PM

Ante las advertencias del Servicio Copérnico de la Unión Europea, científicos y organizaciones expresaron su preocupación por el aumento de los niveles de calor a consecuencia del calentamiento global.

Los termómetros lo demostraron, julio de 2019 fue el mes más caluroso jamás registrado. Ante la confirmación de este dato por parte del Servicio sobre Cambio Climático Copérnico de la Unión Europea, científicos y organizaciones expresaron su preocupación.

Se trata de una tendencia en el aumento de la temperatura que se ha mantenido en crecimiento constante en el transcurso de los últimos cinco años, los cuales han sido descritos por los analistas como “los más calurosos nunca antes presentados”.

Ante las desalentadoras previsiones, António Guterres, el secretario general de la ONU, fue directo al asegurar que es necesario poner en marcha acciones que permitan revertir los efectos de la crisis climática lo antes posible y destacó que, tal y como lo han señalado los expertos, es clave reducir en un 45% la emisión de gases efecto invernadero para 2030.

Técnicamente, se requiere que el incremento en el índice de temperatura no suba más de 1,5 grados centígrados de media si se quiere cumplir la meta de al menos evitar que la situación empeore todavía más.

Como los números no engañan, el programa Copérnico precisó que los 30 días de julio fueron 0,56°C más cálidos que los de la temperatura promedio mundial analizada entre los años 1981 y 2010.

Se estima que julio es, tradicionalmente, el mes más cálido de cada año a nivel global. Pero hace tres años, en 2016, ese mismo mes fue catalogado como el más caluroso y con ello empezaron las alertas ecológicas. Sin embargo, las aceleradas dinámicas de crecimiento industrial, que contrastan con la lenta aplicación de las normas de protección ambiental, llevaron al 2019 a la cúspide de este flagelo que derrite las esperanzas de los ecologistas.

El tiempo se agota y el mercurio no para de subir.

Con Reuters y EFE

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