Estuvo a punto de perder la vida cuando recibió 10 puñaladas mientras descansaba en su ermita. Sus obras en Chochís se estima que durarán unos 500 años 

El Deber logo
24 de septiembre de 2018, 9:56 AM
24 de septiembre de 2018, 9:56 AM

Quienes han visitado Chochís y subieron hasta el santuario se han maravillado con las obras de arte esculpidas en madera autóctona de la región, y los que ingresaron a la capilla sin duda admiraron los tallados que converge lo celestial y la mano del hombre con inspiración divina.

La mayoría llega a pensar que estas obras fueron talladas por manos foráneas, hombres que tuvieron que recorrer miles de kilómetros para plasmar el arte sacro en la capilla que descansa en la falda de un gran cerro rojizo; sin embargo, el responsable de la mayoría es un cruceñazo, su nombre es César Lara.

César Lara, nació en San José de Chiquitos el 2 de noviembre de 1960, es el número cinco de diez hijos que tuvieron César Lara y Mina Julio, ambos de descendencia española y turca. Inició sus estudios de arte en el instituto de Bellas Artes de la ciudad de Santa CruzLar

Lara apuntando a uno de los ángeles chiquitanos tallados en el árbol de la vida 

La Puerta Festiva, el portón de dos hojas adornada con cuatro guardianes indígenas, dos guaraníes y dos ayoreos que cuidan la entrada a la capilla; El Árbol de la Vida, la columna que está en el centro de la capilla, que está adornado de ocho ángeles chiquitanos, todos tallados en madera, y El Paraíso, la enorme puerta giratoria, que contiene dos temáticas, al interior se encuentra la parte sagrada donde ha tallado a la virgen María, y la parte exterior está La Eva, representando al pecado que llega de afuera, son de acuerdo con Lara, las obras más importantes realizadas por él en Chochís.

Lara mostrando el tallado realizado en el exterior de la puerta de la indulgencia

César Lara vive en Chochís de la caridad de la gente, le gusta la vida contemplativa, sigue los principios de la vida del monje, en silencio y clausura, factores que hacen difícil su ubicación, por eso, fuera de esta comunidad, se sabe poco o nada del aporte cultural de este artista cruceño para Santa Cruz.

Lara disfruta de la tranquilidad en su ermita

Es un ermitaño; sin embargo, desde hace tiempo decidió salir de su ermita para transmitir sus conocimientos de la técnica del tallado en madera, lo hace gratis, a cientos de jóvenes chiquitanos, con la idea de que sean estos los futuros artistas y restauradores de obras instauradas en todo el territorio nacional.

Me interesa compartir el arte, el arte cambia a las personas, las convierte en sanas y contemplativas. El dinero no me mueve, pongo en último lugar el dinero, lo más importante para mí es plasmar el arte, trasmitir el mensaje cultural, de arte vivo y la identidad propia en la madera”, indica.

Pese a que nació en San José de Chiquitos, César Lara se dice enamorado de Chochís. Su amor empezó en la década de los 90, cuando fue invitado a trabajar con Hans Roth en la construcción del santuario Mariano La Torre, o santuario de Chochís.

César Lara junto a la Eva que adorna la puerta giratoria de la capilla 

Su salida de Bolivia 

Tras concluir los trabajos en Chochís, César Lara fue invitado a viajar a Roma (Italia), donde dejó varias obras talladas, una de ellas fue la Virgen de Copacabana, que adorna el monasterio donde permaneció. También, recuerda que participó de un almuerzo con el fallecido papa Juan Pablo II, durante el Día del Jubileo de los Artistas, junto con otros colegas.

Sin embargo, su estadía en Italia no fue del todo confortante, pese a que seguía creciendo como artista, gracias a sus habilidades empezó a ser buscado por otros artistas de talla internacional para que les realice modelos en barro. Pese a ello, Lara sentía la necesidad de regresar a Chochís.

Me enamore de Chochís y quiero seguir viviendo acá, tengo una vida ermitaña en el campo, me gusta vivir con la simplicidad, con lo poco y con lo mucho de la naturaleza”.

Como entró Cristo en su vida

César Lara confiesa que tenía a Cristo en su corazón, pero no lo suficiente, derrochaba el dinero que conseguía en viajes y placeres, pero sentía que le faltaba esculpir a Cristo en su corazón y no solo tallado en las obras de arte que realizaba por encargo.

“Durante mi estadía en el santuario en Chochís realicé un ayuno de 40 días y 40 noches en una cueva, a punta de pan y agua en 1999, antes de ir a Roma. Me quedé encerrado con un libro ‘El santo abandono’. La lectura fue mi fuente de sabiduría y fuerza. Me transformó a la oración, que es el alimento espiritual, me purificó y me alivió del pecado”, confiesa.

El artista cruceño recuerda que tras salir del ayuno nada fue igual para él. De pronto ya no quería hablar con nadie, se refugió en el bosque a su ermita, luego construyó su casa en un rincón muy alejado del pueblo de Chochís, para evitar ser ubicado y molestado.

Un ebrio lo atacó con un puñal 

Si bien la ermita le permitió desconectarse de la sociedad, esto le trajo consecuencias como enfermedades, que tuvo que aliviar con la medicina natural, incluso estuvo a punto de perder la vida a manos de un poblador, que en estado de ebriedad le propinó diez puñaladas durante un atraco.

“Yo estaba recostado en mi hamaca cuando fui atacado, salí como pude hasta donde un vecino que fue en busca de ayuda. Una amiga me trasladó en su movilidad hasta un hospital donde me dieron los primeros auxilios, yo sentía la muerte y me encomendé a Dios. Luego me trajeron en una avioneta a Santa Cruz, donde estuve dos meses recibiendo cuidados intensivos”

Actualmente César Lara se encuentra realizando trabajos en San José de Chiquitos, además imparte clases de tallado de arte popular a jóvenes y señoras de Chochís, y está capacitando a los futuros guías turísticos de Chochís, que serán los futuros narradores de la historia de esta población que se ha visto azotada por la tragedia de enero de 1979.