Su niña perdió la vista a los 11 meses, luego a ella también le detectaron cáncer. La falta de recursos en el Oncológico dilató su tratamiento, ahora el cáncer ya ha hecho metástasis en sus pulmones

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26 de junio de 2019, 7:10 AM
26 de junio de 2019, 7:10 AM

Luchadoras y con ganas de salir adelante. Ana María Orco y Jassmin (15), madre e hija, tienen mucho en común, pero en especial se destacan por su fortaleza para afrontar la lucha contra el cáncer, un mal que aquejó a la pequeña desde que cumplió 11 meses de edad y desde octubre del año pasado, se ensañó contra su progenitora.

Con 38 años y madre de María Katherine (18), Jennifer (17) y Jassmin, Ana María está dedicada por completo a su recuperación y al cuidado de su niña, que se ha convertido en su compañera durante todo el día. “Ella siempre está conmigo. Hoy no quiso salir de casa porque estaba cansada, ayer estuvimos en la Gobernación exigiendo un pabellón especial para los niños con cáncer”, cuenta.

Con solo 11 meses, la pequeña Jassmín fue la primera de esta familia contra quien el cáncer arremetió. Ana María detectó algo raro en los ojos de su hija, lo que la motivó a visitar a un médico que le diagnosticó una catarata congénita; sin embargo, estudios posteriores detectaron que se trataba de retinoblastoma, un tumor canceroso que se desarrolla en la retina.

La pequeña fue tratada en el Instituto Oncológico del Oriente Boliviano, donde fue sometida a diferentes estudios y sesiones de quimioterapia que afectaron el ojo izquierdo. Con solo seis años y para evitar que el tumor se expanda, los médicos tuvieron que extirparle la retina afectada.

“Fue una situación muy dura. Además, ella tiene problemas en la tiroides y un pequeño retraso (discapacidad intelectual leve), lo que afecta su rendimiento en el colegio. Algunos niños que no entendían su situación se burlaban de ella, por eso no quiso volver a clases y tuvimos que sacarla”.

Ahora Jassmín asiste a la escuelita que se encuentra en el Instituto Oncológico del Oriente Boliviano. “Ella quiere salir adelante, es muy voluntariosa y le gusta pasar clases. Cada cierto tiempo acude a sus controles”, agrega Ana María.

Luego de haber ayudado a su hija a superar esta difícil prueba, el cáncer se ensañó contra ella. Recuerda que debido a una infección en los ganglios recibió un tratamiento con antibióticos y una cirugía. Con el análisis posterior le detectaron melanoma, el cáncer de piel más agresivo, que la obligó a volver al Oncológico.

En enero fue sometida a una operación para practicarle una biopsia. El resultado determinó que debía someterse a seis sesiones de quimioterapia para prevenir un posible rebrote del melanoma.

Para quien padece cáncer el tiempo es oro, dice y en su voz hay frustración y tristeza. “No me atendieron a tiempo, las primeras quimioterapias debían habérmela realizado a los dos meses del estudio y ya han pasado cinco meses”.

Ahora el cáncer se ha expandido hasta los pulmones.

Entre sollozos Ana María reclama responsabilidad, compromiso y empatía a las autoridades. Dice que ella ya contaba con los medicamentos y el tratamiento para la quimioterapia preventiva desde hace varios meses; sin embargo, cree que por el exceso de pacientes y la falta de personal este tratamiento se retrasó y ahora su vida está seriamente comprometida y con ella, el futuro de la pequeña Jassmin.

“Yo solo quiero vivir por mi hija. Hice todo lo que me pidieron, pero ahora me dicen que este tratamiento ya no será efectivo. Ojalá aprueben la Ley del Cáncer, será de gran ayuda. Esta es una enfermedad que golpea muy fuerte”, dice.

Debido a la metástasis que hizo el cáncer en sus pulmones, los médicos le han recomendado un tratamiento más agresivo y costoso. Requiere 5.000 dólares cada 15 días y un estudio preliminar de otros 3.000 dólares, dinero con el que no cuenta y con su trabajo es imposible reunir.

Actualmente Ana María recibe ayuda de la fundación Gotita Roja, donde aprendió a realizar bordados y costura. Con la venta de los productos que elabora, aunque es insuficiente, reúne dinero para su tratamiento y mantener a sus hijas.

Ha aprendido a hacer cojines, bolsones, muñequitos, manteles, estucheras y todo tipo de bordados.

Es feo luchar para salvar a tu hija y después enterarte de que estás al borde de la muerte”, dice. Sin embargo, Ana María no es de las que se rinde. Mantiene la fe en que su recuperación es posible y está dispuesta a seguir luchando, pero para ello necesita ayuda.

Es hábil en trabajos de costura y bordado, pero, ante todo: le sobra voluntad. Si estás interesado en contratar sus servicios puedes llamar al 690-88911. Además, toda colaboración será bien recibida por esta familia que lucha contra el cáncer.

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