El colectivo Resiliencia organizó la marcha. Piden planificación democrática del presupuesto para actividades culturales

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31 de agosto de 2018, 4:00 AM
31 de agosto de 2018, 4:00 AM

Fue una guerra de decibeles. El escenario fue la plaza 24 de Septiembre. Hubo dos actores: por un lado, los pulcros artistas contratados por el municipio para la retreta de los jueves y, por el otro, un grupo de extraños de pelo largo o ausente, vociferantes y armados con pancartas, gritos y tambores. El grupo de casi 200 vocingleros, vestidos de riguroso negro, se reunió en la Plaza del Estudiante y rezó por la que en vida fue la cultura, muerta de inanición, descuido o falta de presupuesto, como decían los activistas de Resiliencia.

El colectivo Resiliencia reúne a actores de cine y teatro, artistas plásticos, poetas, bailarines, músicos, gestores culturales, activistas de minorías e influencers. Más que pedir dinero, piden políticas públicas para cultura. “Que nos garanticen en qué se va a gastar el dinero municipal. Que sea una inversión democrática, que llegue no solo a élites culturales y artísticas. El 0,5% de presupuesto para cultura es insuficiente”, dice el activista Christian Égüez.

“Resiliencia es una colectividad que trabaja de manera autogestionada. No somos, como dijo la presidenta del Concejo, una cúpula”, afirma. “Trece millones para cultura y 17 para mantener las fuentes. Así tratan a esta ciudad”, repetía Fernando Figueroa, del Centro Cultural San Isidro.

Creatividad

Varias veces se detuvieron los manifestantes en el tramo de siete cuadras que hay entre la Plaza del Estudiante y la plaza principal. En cada estación, alguien rezaba: “Y la mujer rubia anunció a los compasivos: ‘gozaré y gozaré de la abundancia del poblado’. Y dijo: ‘ruego por ustedes, pobres necesitados’”; en coro, respondían los demás: “No soy digno de estar en tu retreta”. Al terminar la parodia de oración, una blonda llorona estallaba en llanto sobre el féretro de la cultura, mientras payasos tristes agachaban la cabeza y un par de gigantes en zancos lanzaban sahumerios que invadieron la calle Libertad.

Al llegar a la plaza, se dirigieron al atrio de la Casa de la Cultura para empezar el velorio, pero luego se fueron, con el tam-tam atronador de los tambores, al pie del monumento a Ignacio Warnes.

De ahí se dirigieron a la retreta, mientras los funcionarios municipales sacaban enormes pancartas de cartón para que el alcalde Percy Fernández y la presidenta del Concejo, Angélica Sosa, no vean la barahúnda que armaron los manifestantes.

Los tambores se ubicaron al lado de la banda municipal y el ruido se hizo atronador. “Nosotros vivimos de esto. Pedimos que se planifique la inversión”, dijo una bailarina, sin dejar de moverse al ritmo de la banda y los tambores.