Ademar se había olvidado que era su aniversario natal. Sus colegas hicieron una pausa para abrazarlo en plena faena

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23 de agosto de 2019, 4:00 AM
23 de agosto de 2019, 4:00 AM

Estaba tan oscuro que no veían ni la punta de sus narices. Solo las luces de sus cascos y algunas linternas permitieron a los compañeros de Ademar Jiménez descifrar su reacción de emoción, cuando, aprovechando una pausa en el feroz ataque al fuego, le cantaron Cumpleaños Feliz.

Era la una de la madrugada del miércoles, estaban en la estancia Jalisco, en la zona de la comunidad Taperas (San José).

“Estaban todos agotados y a lo camba y a lo pobre, lo felicitamos. Esta vez en medio del fuego le tocó medio pele, pero fue emocionante, se puso a llorar”, cuenta Ismael Ribera, director del Parque Santa Cruz la Vieja.

Ademar escuchó la entonación del clásico tema que dice “Hoy queremos que seas feliz y que brinque tu corazón, que se oiga hasta el Turubó el eco de nuestra canción...”

“Otro día le celebramos con fuegos artificiales May”, le dijeron sarcásticos sus compañeros, mientras uno por uno acudieron a estrecharle la mano.

May solo asentía con la cabeza, calladito. Cuando el ruedo se deshizo, bajó la mirada y se limpió con las manos las lágrimas que le salían de los ojos. Lo cierto es que hace un mes viene apagando incendios forestales con cortos intervalos de descanso.

Estuvieron en la laguna Concepción, Dolores, Ipiá, Ramada y ahora Taperas.

El equipo de Ademar prefiere intervenir contra las llamas por la noche porque como son experimentados, conocen bien el lugar y les es más productivo trabajar cuando el sol cae, pues hay más humedad y el fuego se percibe con facilidad.

Esa noche, cuando el dueño de la propiedad se enteró de que uno de los hombres que estaba ayudando a sofocar el fuego estaba de cumpleaños mandó a hacer un guiso de fideo, que sirvieron a las dos de la madrugada y que a todos les supo a gloria. Después volvieron a entrar al monte.

La historia de don May

A Ademar le dicen May, acaba de cumplir 45 años. No siempre fue bombero forestal. Antes era mototaxista en San José, pero hace dos años se lució brindando auxilio en un incendio en una casa particular en su pueblo.

“Fue el único que se atrevió a meterse al fuego conmigo. Tras que terminamos de salvar la vivienda le ofrecí trabajar conmigo como guardaparque. Gente así de valiente se necesita”, dijo su jefe.

Al momento de esta publicación May se está preparando para volver al bosque, a liquidar las brasas que quedaron en Taperas, donde el fuego que la semana pasada daban por extinguido se renovó.

Él, que hace ocho años tuvo un susto con el corazón, junto a sus compañeros están en el trabajo por tierra, mientras un helicóptero H9 y una avioneta privada de fumigación, hacen su parte.

En casa lo abrazaron su esposa, Giovana Casupá y sus hijos que viven con él, Mario Ademar (20) y Julio Alberto (14). Ahora mismo Ademar se considera el hombre más rico del mundo, tiene familia y un grupo de compañeros sin igual.