Hay 436 espacios libres y 1.043 personas en situación de calle. Solo dos centros superan el puntaje mínimo. Sus fortalezas están en cómo afrontan los gastos y el respeto a los derechos; entre las debilidades se subraya la falta de metodología

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22 de julio de 2019, 4:00 AM
22 de julio de 2019, 4:00 AM

Las 34 instituciones que atienden a personas en situación de calle en Santa Cruz tienen capacidad para albergar a 1.308 usuarios, pero solo cuentan con 872, es decir, existen 436 vacantes. Sin embargo, en las calles cruceñas viven 1.043 personas (el 76% admite que consume drogas), por lo que, en el hipotético caso de que todos quisieran rehabilitarse, faltarían 607 espacios y se precisaría ampliar la capacidad de infraestructura actual.

Casi todos (31), al ser consultados sobre la metodología que utilizan para rehabilitar a las personas, afirman que se basa en la fe espiritual y solo tres señalan que usan fundamentalmente una metodología científica.

Estos son algunos de los datos que aporta el censo que entre abril y mayo se realizó a los 34 centros, información que junto a la del Censo de personas en situación de calle, realizado en 2018, servirán para trazar el Plan departamental que apuntará a ‘sacarlos’ de las calles e impulsar su rehabilitación, señaló Johnny Atila, director del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno.

‘David’, un joven rehabilitado que ha pasado por varios centros, se queja de que en algunos centros ven en los internos ‘mano de obra’ para sus panaderías, mientras que José, que lleva cuatro años en un centro de rehabilitación, señala que las panaderías son una forma de autosustento.

‘Darío’, otro rehabilitado señala que algunos centros son utilizados para gestionar recursos públicos, pero que el proceso de rehabilitación no es el ideal; mientras que, en el censo, algunos de los centros destacaron en sus servicios la incorporación de las familias, sus programas de vulnerabilidad en situación de calle y riesgo social, la orientación laboral y el apoyo sicopedagógico. Sin embargo, entre los puntajes más bajos, según el censo, están el tratamiento que se administra, criterios de admisión, procesos de evaluación, egreso y el seguimiento que se debe hacer.

Otros datos cuantitativos

Si se suman los usuarios de los centros (872) con las personas en situación de calle (1.043), se tiene a 1.915 personas, pero la capacidad de los 34 centros alcanza a 1.308, aunque en un escenario de mayor inversión en cada institución se puede llegar a 1.798 plazas. De los 34 centros, 21 son para adultos (18 para varones, 2 para mujeres y 1 mixto), mientras que 13, para menores de edad.

De los 872 usuarios (92% varones y 8% mujeres) que se rehabilitan actualmente, 50 son niños y niñas menores de 10 años; 179 son adolescentes de entre 12 y 18 años; 371 son jóvenes entre 19 y 30 años; 246 son adultos de 31 a 59 años; y 26 son adultos mayores de 60 años.

Diseño del Censo

El instrumento de medición utilizado se denomina ‘Índice de eficacia operativa’, que determina 70 puntos sobre 100 como puntaje mínimo aceptable. Se midieron cuatro dimensiones: infraestructura, personal, metodología y otros procesos.

En promedio, los 34 centros obtuvieron una puntuación de 53 y solo dos sobrepasaron el mínimo con 72 y 73 puntos. Asimismo, 17 instituciones alcanzaron puntaje entre 51 y 69, mientras que 15 puntuaron menos de 50.

Fortalezas

La fortaleza de estos centros es la forma de encarar los gastos, pues casi la mitad depende de sí mismos para pagar a su personal, y entre 8 y 15 dependen de sus propios recursos para costear gastos de material pedagógico, servicios de salud, pago de servicios públicos, gastos de alimentación, mantenimiento y otros.

A ello se suman el respeto a los derechos de los usuarios, y los aspectos legales y de estructura de los centros. Además, se tiene una regular coordinación con otras entidades, principalmente de salud (30 de los 34 centros), educación (14), Policía (16), Segip (11), Defensoría de la Niñez (11 de las 13 que atienden a menores), Gobernación (13) y 20 pertenecen a instituciones que trabajan con personas en situación de calle.

Metodología y otras debilidades

La falta de aplicación de una metodología científica para la rehabilitación de adictos es una de las muchas necesidades para los centros.

Esto se expresa en la falta de profesionales especializados, pues si bien hay 347 profesionales en las 34 instituciones (en promedio 10 en cada una), hay dificultades en cubrir los turnos y escasez de especialidades clave como siquiatras (solo hay 3), terapeutas en adicción (3), sicopedagogos (2) y enfermas (4).

Para Guillermo Dávalos, de la Fundación Sepa, uno de los temas inmediatos es la necesidad de apoyo a los centros para el fortalecimiento en un enfoque metodológico científico. “La ley señala que los bienes incautados al narcotráfico deben, en gran parte, destinarse a contrarrestar las secuelas del narcotráfico”.

A su vez, Johnny Atila sugiere poner la vista en los profesionales de las universidades en distintas áreas, cuando se elabore el plan departamental.

El director de Conaltid, Hugo Siles, cree que “es probable que se requiera perfeccionar los niveles de coordinación y evaluar si los presupuestos asignados son suficientes”. En su opinión, se tiene que considerar las condiciones en las que funcionan los pocos centros de rehabilitación.