Los tres niveles de gobierno tienen atribuciones. El primer paso es el abordaje por parte de la Defensoría de la Niñez. Falta un centro público para la rehabilitación de drogas antes de enviarlos a hogares

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24 de junio de 2018, 8:00 AM
24 de junio de 2018, 8:00 AM

En el ‘clan’ de los 31 niños nómadas que deambulan por alrededores del cambódromo y rotondas del tercer y del cuarto anillo de las avenidas aledañas, al que EL DEBER pudo conocer y que retrató en una nota de principios de junio, existían 4 niñas, una de 12, dos de 13 y otra de 15 años. 

Han pasado tres semanas y aún no se ha observado ninguna acción para actuar en favor de este grupo de parte de las autoridades, lo único que ha habido son descargas de responsabilidades de unas a otras, excusas, poco interés en abordar el tema y ninguna coordinación entre instituciones. 

Una de las de 13 años cuenta que fue ‘arrastrada’ al lugar por un novio que tiene allí; la de 15 es una de cuatro hermanos que está en situación de calle, luego de que su madre falleciera y su padre se fuera con otra mujer. 

Estas adolescentes, además de vivir en la calle con menores de edad varones, también comparten la adicción por la clefa, las relaciones sexuales y las enfermedades venéreas. Todas viven su propio calvario en la ciudad de los anillos.

Así lo corroboró Gladys Echenique, de la fundación Calentando Corazones, que hace más de seis meses trabaja en el abordaje de estos menores. 

Una doctora de una brigada médica voluntaria detectó que dos de las menores tenían infecciones y enfermedades venéreas. “Apenas están entrando a la adolescencia y ya tienen estas enfermedades”, comenta Marcelo Hurtado, que trabaja con un grupo de voluntarios en el abordaje de estos menores. 
A su vez, dos funcionarias de farmacias que están frente a una de las rotondas que frecuenta el ‘clan’, aseguran que las chicas de estos grupos se acercan a comprar test de embarazo de manera frecuente. 
¿Conocen casos de embarazos, qué suceden en este grupo? Echenique no lo sabe con certeza pero presume que las adolescentes buscan la forma de no dar a luz. “Si hacen plata trabajando en la calle, pueden conseguir dinero para comprar clefa y entonces, pueden conseguir todo”, comenta, aunque la respuesta a la interrogante aún queda flotando. 

Siguen sumando menores
Y mientras las autoridades miran de palco y amagan alguna acción sin resultados, el número de menores mujeres en este clan creció en los últimos días con dos nuevas ‘incorporaciones’. Lisbeth (16), bajo efectos de la clefa, comenta que se salió de su casa por problemas con su padre. Ella señala que hace poco comenzó a inhalar droga y aunque sabe que le hace daño, trata de justificarse diciendo que la hace alucinar. 
Agrega que el día que llegó al grupo que deambula por el cambódromo, un muchacho estaba cumpliendo 18 años y se hizo su novia.

La otra adolescente que se sumó al infierno que viven las cuatro miembros del ‘clan’, se llama Rocío y tiene 15 años. Ella está en la calle hace un año, se escapó de su casa. “Mi padre se fue a Perú; mi madre mucho tomaba y llevaba hombres a la casa”, cuenta brevemente y admite que estuvo en un hogar de menores, pero se escapó con un grupo de amigas. 

Afirma que no le gustaría volver a su casa y no extraña a su madre porque, según dice, la maltrataba. En la calle tiene un novio de 17 años. 

Hogares, ¿solución?
A los voluntarios de Calentando Corazones y a la Pastoral de la Salud les ha llevado tres meses tan solo ganarse la confianza y acercarse a los menores. Luego han conocido las ‘mañas’ que estos tienen con relación a los hogares, pues algunos los ven como lugares donde pueden ir cuando requieren reponerse de alguna enfermedad, alimentarse, darse un baño para luego salir de nuevo a la calle y de paso, a veces, arrastran a otros que se están encaminando (como pasó con Rocío). 

Por eso hay algunos que quieren escoger a qué hogar ir, ya sea para no caer en alguno del que han escapado o para ir a los que son mixtos, porque su novio o novia ha sido llevado allí o para buscar pareja. 

“Pasamos las fotos a los hogares y ahí nos dicen si estos niños tienen ficha, si tienen familia y cuál es su situación”, comenta Echenique.

Sin centro de desintoxicación

“Deberían abrir la granja de espejos y obligarlos a rehabilitarse”, le dijo una mujer al voluntario Marcelo Hurtado, al ver a los niños y adolescentes en la calle. “Como la señora era igual de robusta que yo, le pregunté cuántas veces había intentado hacer dieta y le comenté que yo he tratado ocho veces y no he podido y eso que la comida no es una droga”, dice Marcelo para pintar lo complejo del problema. 

“Hay hogares para menores, pero el problema es, y lo saben los educadores de estos centros, que si el chico o chica tiene problemas de clefa, necesita tratamiento médico, precisa de un proceso de desintoxicación y para eso es lo que falta un centro especializado”, dice Hurtado.
Una vez pasen por ese centro, recién deberían ir a uno de los hogares para menores. 

“No se puede mezclar a los niños con problemas de drogadicción con otros que no los tienen. Los hogares que apoya la Gobernación son para abandonados, sin familia, que es una problemática diferente”, agrega Gladys. 

Aquí, Duberty Soleto, director de Sedepos señala que la Defensoría debe agotar las instancias para determinar si los menores tienen familia y hacer un informe completo de los riesgos antes de derivárselos.

Sin procesos por abandono

“No conozco ningún proceso a padre o madre por abandono de sus hijos”, comenta la jueza del menor, Shirley Becerra. Ella considera que la Defensoría debería sentar denuncia como se lo hace con cualquier otro tipo de delito, cuando se identifica a padres que han permitido que los menores vivan en situación de calle. 

Puso como ejemplo una madre que luego de dos años que su hijo estuvo en la calle, apareció cuando lo habían dado en adopción. “Debieron denunciarlo, aprehenderlo y procesarlo”, señaló. 

Señala que se debe ayudar a familias multiproblemáticas y advierte que hay programas de la Gobernación que se encargan de este tipo de temas.


Hay que poner en funcionamiento el sistema; la defensoría de la niñez es la que debe dar el primer paso
Según establece el Código Niño, Niña, Adolescente, la Defensoría es la que debe actuar primero en este caso, abordando a los menores, elaborando informes y evaluaciones completas de la situación de riesgo de cada uno de ellos y poner en conocimiento de un juzgado del menor, restituirlos a sus familias o derivarlos al Servicio Departamental de Políticas Sociales (Sedepos) de la Gobernación para su acogimiento temporal. 

“Es cuestión de poner en funcionamiento lo que dice la ley, coordinar, hacer un operativo bien organizado; se los puede derivar a centros si están en condición de drogodependencia luego de determinar que está en riesgo su salud y también hacer que la familia se haga cargo y se responsabilice porque la mayoría de estos niños tiene padres en familias multiproblemáticas”, dice la jueza del menor Shirley Becerra. 
A su vez, Rossy Valencia, de la Defensoría de la Niñez del municipio capitalino, señala que luego de la publicación de EL DEBER se realizó una batida y que se está intentando abordar a los menores pero que esos son renuentes’. Hizo hincapié en que la Gobernación debe tener centros cerrados para niños drogodependientes. 

Duberty Soleto, director de Sedepos, asevera que la Gobernación ha observado y comunicado a la Defensoría que debe realizar un informe integral de los niños en situación de calle y en primera instancia buscar restituirlos a sus familias. Así también procesar a los padres por abandono. Por lo demás, señala que la Gobernación se encarga del acogimiento circunstancial cuando el menor no tiene familia. Sobre la rehabilitación de adictos indicó que el centro que la Alcaldía tiene en la avenida Virgen de Luján se pensó para estos casos pero que no se le da ese uso y que de hacerlo, la Gobernación compromete dar becas. 

Becerra comenta que se deriva a los menores acictos a los hogares que ofrecen tratamientos con los que la Gobernación tiene convenios y ofrece becas aunque ninguno es exclusivo para menores. 

Código de la niñez 

Artículo 183
Entre las atribuciones del Servicio Departamental de Policías Sociales (Sedepos) de la Gobernación, el inciso ‘k’ señala “diseñar, implementar y administrar centros de orientación y tratamiento a niñas, niños y adolescentes en situación de calle; y tratamiento a niñas, niños y adolescentes, dependientes de drogas y alcohol”

Artículo 188    
Son atribuciones de la Defensoría de la Niñez y Adolescencia: g) Llevar un registro del tiempo de permanencia de la niña, niño o adolescente en centros de acogimiento; v) Derivar a programas especializados para la atención de la niña, niño o adolescente en situación de calle; x) Derivar a programas de ayuda, orientación o tratamiento para casos de dependencia al alcohol u otras drogas.