En los últimos 12 años, alimentarse fuera de casa se ha incrementado del 19% al 33%. Santa Cruz es donde se da más esta realidad (44%). Las meriendas favoritas son galletas y helado

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12 de enero de 2019, 22:03 PM
12 de enero de 2019, 22:03 PM

Asadito, tripa rellena, majadito y panza rebozada son algunas de las delicias locales que más se encuentran en la calle. ¿Para tomar? Mocochinchi, somó, limonada, pero sobre todo... gaseosas, que la mayoría de las veces llegan a ser más baratas que cualquier jugo natural. Y siempre al alcance de la mano mayonesa, kétchup y ají, ‘para dar más sabor’.

En el país ha aumentado el número de personas que comen fuera, en la actualidad de 10 bolivianos, tres se alimentan en el mercado, pensión familiar, restaurante, puestos fijos o lugares de expendio rápido (patios de comida rápida).

Según la Encuesta Continua de Hogares (ECH) 2003-2004, la participación de los alimentos y bebidas fuera del hogar respecto del gasto en alimentos alcanzaba al 19,4%; y según la Encuesta de Presupuestos Familiares (EPF) 2015-2016, ahora asciende al 33,4%. Por lo que se asume que poco más del 33% de la población consume alimentos que se venden en la calle “y lo que hay fuera de casa no son alimentos saludables, son preenvasados, son ultraprocesados, contienen una gran cantidad de químicos, conservantes, colorantes y hay frituras en exceso. Urge cambiar esos hábitos”, advirtió Yecid Humacayo, jefe de la Unidad de Alimentación y Nutrición del Ministerio de Salud.

El informe del Instituto Nacional de Estadística (INE) concluye que los estilos de vida en la sociedad actual, la participación de las mujeres en el mercado laboral y el crecimiento de los centros urbanos han propiciado los cambios en los patrones alimentarios de los bolivianos, y la alimentación fuera del hogar va cobrando cada vez más relevancia.

“En la familia antes solamente había un miembro que trabajaba y todavía había una persona que podía preparar los alimentos. Ahora ambos salen a trabajar porque la situación económica ha empujado a salir de casa a buscar sustento. Ya no hay un buen consumo alimentario. La mayoría de la gente no vuelve a la casa y, por lo tanto, se han incrementado los negocios de comida. Han abierto varios patios de comida que tienen cada vez más comensales por las distancias y los horarios de trabajo”, observa Magdalena Valdés, del Colegio Departamental de Nutricionistas.

En el informe preliminar al que tuvo acceso EL DEBER dice que comer fuera es un comportamiento que se aleja de la alimentación tradicional familiar. En este punto, el jefe de la Unidad de Alimentación reconoce que nuestros abuelos se nutrían mejor y rescata que Bolivia tiene superalimentos (por su alto valor nutricional) como quinua, amaranto, tarwi o la carne de llama (que no son bien recibidos entre la gente del oriente) y copoazú, palmito, soya y carne de pescado de los ríos (que no gustan tanto en el occidente) y que no los estamos aprovechando.

En Santa Cruz se come más

Según las estadísticas presentadas, Santa Cruz metropolitano (la capital más La Guardia) encabeza la lista de los que comen fuera del hogar, alcanza un 44,1%, seguido de Trinidad, con un 37,4%; La Paz, con un 36,5%; Sucre, 33,1%, y Cochabamba, 32,2%, y con un menor porcentaje está el área rural, con un 23,3%.

“Esto está más ligado a la cultura, al nivel educativo y a que donde hay más calor hay más necesidad de saciar el hambre. La variedad de comida al alcance de la mano también tiene que ver”, explica Humacayo.

Alimentos procesados

Son considerados alimentos altamente procesados los productos durables (casualmente son muy apetecibles y lucrativos), se formulan en su mayor parte a partir de ingredientes industriales y contienen poco o ningún alimento natural. Son de preferencia de los comensales bolivianos: galletas (33%), helados (28%), snacks dulces y salados (15%) y chocolates (11%).

En cuanto a las bebidas, el cuerpo humano solo necesita entre seis y ocho vasos al día, de cualquier tipo de líquido, para subsistir y mantener un buen funcionamiento del cuerpo, siendo ideal el agua natural. Pero la publicidad, la oferta y la disponibilidad de cierto tipo de bebidas azucaradas hacen que estas se ubiquen en mejor lugar en la predilección del público, en especial del más joven. “Aquí juegan un papel muy importante los medios de comunicación. Las bebidas azucaradas tienen un alto apoyo comunicacional, estrategias de amplio impacto y lo peor, que al grupo a donde dirigen toda su artillería es al público joven. Niños muy pequeños comienzan a consumir bebidas con alta azúcar, que es un estimulante del sistema nervioso, actúa casi similar al efecto que producen ciertas drogas, no a un alto nivel, pero sí hay un efecto adictivo. El azúcar se liga además al sobrepeso y a enfermedades no transmisibles”, aseguró Humacayo.

Enfermedades no transmisibles

Son aquellas que no tienen un agente infeccioso, no se transmiten de persona a persona, aparecen a partir de malos hábitos. Los factores de riesgo para estas enfermedades son sobrepeso, sedentarismo y falta de contacto con el aire libre. En las zonas metropolitanas y capitales las personas están más predispuestas a padecerlos, lo que con el tiempo se convierte en enfermedad crónica como diabetes, cáncer, hipertensión arterial, y eso es económicamente insostenible para las familias y para el Estado.

PARA SABER

NUTRICIÓN EN EL COLEGIO

Se está trabajando para actualizar la currícula escolar en el nivel inicial, primario y secundario que incluya educación nutricional. Este año se van a hacer pruebas piloto.

ÍNDICE DE OBESIDAD

Según el Ministerio de Salud, en niños menores de cinco años hemos incrementado la tasa de sobrepeso y obesidad del 8,5%, en 2008, al 10,1%, en 2016, lo que preocupa.

CAMBIÓ LA PREOCUPACIÓN

Antes el problema eran enfermedades transmisibles. Hoy se ha invertido la situación y hay alta incidencia de enfermedades crónicas (67%) de los pacientes versus un 33% que tiene una enfermedad transmisible.

DESDE NOVIEMBRE DE 2018

El Ministerio de Salud junto a la OPS y el INE realizan una encuesta nacional con el fin de identificar los factores de riesgo que explican la aparición de patologías de enfermedades no transmisibles como cáncer, obesidad e hipertensión arterial