El estilo de vida del ‘capo criollo’, no encaja en el estereotipo de los narcos de las novelas, series y películas. En lugar de estar escoltado por ‘matones’ se rodeaba abiertamente con autoridades de todo nivel a los que agasajaba con frecuencia

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27 de mayo de 2019, 9:00 AM
27 de mayo de 2019, 9:00 AM

Si bien los informes brasileños sobre la operación Monte Pollino marcan que desde 2010 las autoridades italianas estaban tras la pista de una organización criminal que movía cocaína peruana o boliviana por Brasil para llegar a Italia, aún las investigaciones en el caso de Pedro Montenegro Paz no dan cuenta desde cuándo este hombre estaría inmerso en el mundo del narcotráfico. Ahora, él está preso en Palmasola acusado de legitimar ganancias supuestamente obtenidas del narcotráfico y de haber cambiado su identidad para moverse dentro y fuera del país con otro nombre.

Lo único que por el momento se expuso a la luz pública sobre Montenegro, como supuesto capo narco, es que en marzo de 2014 él habría sido el proveedor de más de una tonelada de droga a la banda brasileña que no pudo hacer llegar el cargamento a su destino final en Italia, pese a que este negocio era controlado por la mafia italiana de la ‘Ndrangheta’, una de las más poderosas, peligrosas y ricas del mundo.

Pero los datos sobre el perfil de este hombre, dan cuenta que su vida social era amplia y con facetas que lo llevaron a ser presidente fundador de una comparsa carnavalera en 2011, amigo de autoridades policiales con las que compartía fiestas y un hombre conocido por los pasillos del Palacio de Justicia, donde los que eran cercanos a él lo llamaban, con familiaridad ‘gordo’.

Pedro Montenegro Paz, que ahora duerme en una habitación del área ‘vip’ del penal de Palmasola (el famoso pabellón 1), tiene una estatura de casi 1,80 metros, su contextura es robusta y ahora intenta ser uno más de los reclusos en la cárcel más poblada del país, aunque su nombre y su historia son la comidilla de los internos en cada uno de los rincones del PC-4.

Lejos de los estereotipos de los ‘peces gordos’ en países como Paraguay, Brasil, Colombia, Perú o Argentina, el capo ‘criollo’ no fue conocido por ser un tipo que anduviera con escolta armada o choferes que lo lleven por la ciudad.

Quienes lo conocieron o recuerdan haberlo visto en algún lugar, cuentan que, antes de conocerse los informes brasileños, se mostraba como un tipo risueño, ‘entrador’ y un hábil conversador que utilizaba su verba y carisma con fines persuasivos.

“El ‘gordo’ era un tipo ‘garganta’, siempre hablaba de cómo se haría una u otra cosa en temas de construcción. Decía que era un constructor exitoso, que podía hacer cambios, mejoras o ampliaciones a buenos precios. Incluso ofrecía convertirse en el prestamista deseado, ya que te prometía hacerte los trabajos y si no podías pagarle o no conseguías el dinero para eso, él te ofrecía convertirse en tu prestamista”, recordó un funcionario judicial, que, como casi todos lo que lo conocieron, no quieren identificarse.

Otras personas que lo vieron entrar y salir del Palacio de Justicia, indican que los sorprendió enterarse de que Montenegro sería un supuesto capo narco, ya que si bien señalan que siempre andaba en vehículos caros, nunca lo vieron con un guardaespaldas o un acompañante.

“Casi siempre estaba solo, en su vehículo”, contó otro funcionario judicial, que recuerda haberlo saludado un par de veces, pero que nunca se imaginó verlo envuelto en este escándalo.

Las noches de fines de semana, estaba rodeado de ‘amigos’ a los que agasajaba principalmente en la casa de la avenida radial 26, cerca del quinto anillo. La calle se llenaba de vehículos de las personas invitadas a las farras que, cuentan los vecinos, empezaban por las noches y acababan cuando la luz del sol entraba en el inmueble.

Por esa vivienda pasaron muchos ‘amigos’, entre ellos autoridades de distintas instituciones que disfrutaban, según los vestigios y los ambientes que existen en la casa, de los churrascos, asados en las denominadas ‘cajas chinas’, docenas de canastillas de cerveza, mesa de billar, karaoke y música al vivo.

Desde que se entregó a la Policía, la vida de Pedro cambió, está entre rejas, sus ‘amigos’ de jarana ya no están y los que alguna vez lo vieron, dicen que fue ‘de lejos’; lo que menos quieren los que eran de su círculo de amistades es ser relacionados con él.

Cuando fue presionado en un interrogatorio con “¿quiénes estuvieron en sus fiestas, Pedro?”, y respondió: “Usted estuvo ahí, usted era mi amigo”, Pedro, ‘el risueño’, mostró otra de sus habilidades, el humor negro.