El romance que se inició en Francia durante la Segunda Guerra Mundial, fue truncado por el conflicto bélico. A pesar de los años y de haber formado cada uno su familia, expresaron su amor eterno. 

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13 de junio de 2019, 21:37 PM
13 de junio de 2019, 21:37 PM

Dicen que el verdadero amor es eterno, así lo confirman Kara Troy Robbins, un soldado norteamericano y Jeannine Ganaye, una joven francesa, que vivía en una aldea del Gran Este francés, región limítrofe con Alemania. Ambos se conocieron durante la Segunda Guerra Mundial y se reencontraron 75 años después.

Como miles de soldados norteamericanos, Robbins estaba en Francia luego del desembarco de Normandía, del que se celebró el 75 aniversario hace algunas semanas. Ganaye era una más de las  aldeanas cuya rutina se alteró con la llegada de unos jóvenes norteamericanos que no hablaban el idioma del país, señala el periódico La Vanguardia de España.

Foto: La Vanguardia

Amor efímero

Hace algunos días, Robbins estuvo en Europa para celebrar el 75º aniversario del comienzo del fin. El desembarco de Normandía. En el trayecto a Europa habló con el equipo de televisión de France 2 que documentó el reencuentro con la que fue su fugaz amante.

Las semanas que estuvo con su regimiento en Briey en el departamento de Meurthe-et-Moselle fueron inolvidables para Robbins. Ahí conoció a Jeannine que sólo tenía 18 años. “Fue muy amable y creo que me amaba”, recuerda el veterano.

La guerra truncó su amor con la misma brusquedad con que la había auspiciado. El exsoldado recuerda cómo debió abandonar apresuradamente la aldea, movilizado al frente oriental. “Le dije que tal vez volvería y la llevaría conmigo, pero no fue así”. Cuando se marchó en el camión, ella lloró desconsoladamente, deseando que tras el armisticio su amante no retorne a su país.

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Una separación de décadas

La vida los puso en su sitio y los llevó en direcciones opuestas, señala La Vanguardia. Tras la guerra, Robbins volvió a América y formó una familia. Lo mismo ocurrió con su amada europea, que tras su matrimonio se convirtió en la señora Pierson.

Pese al océano que los separaba y a la ausencia de correspondencia, ambos se siguieron deseando en secreto. El veterano justifica su silencio de décadas: “Ya sabes, cuando te casas, no es fácil escribir”.

Robbins conservó una foto de ella y deseaba volver al viejo continente y encontrar la familia de Jeannine. La conmemoración del desembarco de Normandía lo permitiría.

Asumía que ella probablemente habría muerto. Se equivocaba de pleno: Jeannine Ganaye seguía viva: tiene 92 años y vive en una casa de retiro en Montigny-lès-Metz, en Mosela.

Yo también lo amo. Siempre pensé que volvería”, confiesa Jeannine desde la residencia donde pasa sus días y donde 75 años después, reencuentra a Robbins por fin.

Reencuentro y nueva despedida

Sentados uno junto al otro, se hablan otra vez de amor, como si fuera ayer cuando se despidieron. Como si acaso hablaran la lengua del otro.

Cuando Jeannine dice “siempre te he amado, siempre”, Robbins. responde: “dice que me ama, eso lo he entendído”. En la postguerra, ella había aprendido los rudimentos básicos del inglés en la esperanza de sorprenderlo en el momento del reencuentro.

Horas después vuelven a separarse. Las lágrimas y los besos de los antiguos pretendientes se suceden. Él ya está sentado en el coche y ella introduce la cabeza para decirle algunas de las cosas que no le pudo decir en décadas. El coche no parte aún. La anterior despedida fue fulgurante pero esta se demora entre medios besos y susurros. “Jeannine, te quiero, mi amor”, se despide Robbins.

Ambos  están viudos. Prometen rencontrarse, con ternura. Hace 75 años, hicieron el mismo gesto, con pasión.