Llegó a Holanda el 2016, escapando de la guerra en Siria. Como no sabía nada del idioma de los Países Bajos decidió cubrir su habitación con tarjetas que tenían las traducciones

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12 de junio de 2019, 21:50 PM
12 de junio de 2019, 21:50 PM

Llegó a Holanda el 2016, escapando de la guerra en Siria. Como no sabía nada del idioma de los Países Bajos y para recordar lo que aprendía, Hassan Fakhane decidió cubrir su habitación con tarjetas que tenían las traducciones.

"Cuando veo una palabra nueva la busco en internet, la escribo y trabajo con ella, la pinto con colores, la decoro con una caligrafía bonita... De esa manera, después la recuerdo", contó el hombre de 30 años.

Fakhane, según El Clarín, cuenta que comenzó con la idea en 2017, durante su estancia en el séptimo y último centro de solicitantes de asilo por el que pasó y del que fue trasladado a un pequeño departamento que tenía las paredes vacías. Allí comenzó pegando las tarjetas y traducciones. Cuando se quedó sin espacio, siguió con los marcos de las ventanas, las pequeñas mesas que tiene, el armario e incluso el techo.

La Vanguardia de España informa que Fakhane convirtió su habitación en un gigantesco mosaico de colores con sustantivos, adjetivos y verbos en holandés y, en letras más pequeñas, su traducción al árabe. Cuando habla y no recuerda una palabra, la busca en la habitación, la señala y la pronuncia.

Según explica, huyó de la guerra en Siria a principios de 2016. "Soy florista y todas las flores bonitas que había en Siria venían de Holanda", señaló.

Pagó 2.000 euros para cruzar el Mediterráneo en una pequeña embarcación. "Éramos unas 30 personas, pero el viaje sólo duró tres horas", explicó.

Casi tres años después, sigue estudiando el holandés en su habitación y pintando cuadros, su afición preferida. "He aprendido por mí mismo a través de fotos y vídeos. Otras veces me imagino figuras y las dibujo, es algo así como arte moderno", aseguró.

La actual vivienda de Fakhane ha sido subvencionada por el Ayuntamiento. Comparte baño y cocina con otros 18 refugiados y trabaja como voluntario algunas horas a la semana en un geriátrico, donde practica el idioma con personas mayores mientras pasea con ellas.

Su deseo es conseguir un oficio remunerado. "Me gustaría volver a ser florista, pero no tengo problema si debo hacer otra cosa. Estoy buscando trabajo por internet", indicó.

Fakhane forma parte del 55 % de refugiados sirios en Holanda que, según estadísticas oficiales, no tienen intención de volver a su país de origen, aunque la guerra se termine. "Quizás en el futuro iré de visita", indica, pero "dentro de diez años creo que seguiré aquí. Espero tener una bonita familia con un buen trabajo".

No obstante, mantiene la comunicación con su familia: sus cinco hermanas, su hermano y su madre, a través de WhatsApp", comentó.

A pesar de haber aprobado el "inburgeringsexamen", un test que certifica un nivel A2 (básico) de neerlandés, no ha dejado su original método para aprender el idioma. Como se ha quedado sin espacio, coloca las tarjetas nuevas encima de las viejas, aunque no siempre funciona.

"Hace poco me invitaron a un coffeeshop y estuve con unos holandeses que, entre risas, me enseñaron palabras nuevas. Las escribí, pero cuando busqué la traducción...", dice con una sonrisa sin terminar la frase. "No eran muy bonitas, así que las quité", explicó.