Opinión

Hablando de federalismo

16 de octubre de 2019, 3:00 AM
16 de octubre de 2019, 3:00 AM

Considerando que a partir de hoy todo lo que uno escriba podrá ser usado en su contra y aprovechando un gentil obsequio del Dr. José Luis Baptista -destacada personalidad que entre otras importantes actividades fue ministro de la Corte Suprema de Justicia- me permito reseñar, respetando el estilo y la ortografía del original, el editorial del primer número de “El Federal. Semanario independiente” publicado en Cochabamba el 27 de marzo de 1925, y suscrito por Ricardo Soruco Ipiña (mi abuelo), abogado, diputado socialista y ministro de la Corte Suprema.

El autor comienza denunciando que “Poco más y habremos cerrado la primera centuria de vida aparentemente democrática, en el fondo, nos hemos debatido durante cien años, a merced del caudillismo, la oligarquía y las ficciones de aparente constitucionalidad; las fugaces épocas de gobiernos honestos, contribuyen al relieve de la mancha abarcadora y sombría, representada por tiranías, despotismos y cacicazgos. Cuántos Melgarejos por un solo Sucre; cuántos Belzus por un Linares; cuántos Dazas por un Adolfo Ballivián. Y en los tiempos contemporáneos… frescos están aún los agravios inferidos a los ideales democráticos, por conservadores, liberales y republicanos bastardos, para que pueda formularse imparcialmente el juicio definitivo de la historia”.

Además de explicar algunos sustentos jurídico-filosóficos sobre la estructura estatal y hacer referencia a la traición de los conductores de la guerra civil de 1898 (“ocultadora del verdadero fin: el político, y fue así… sangre fraterna, vertida en los Cruceros y Cochabamba, no logró el establecimiento de un gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, sino la arribada de un partido político”), Soruco Ipiña sostiene que “el desequilibrio de la vida boliviana radica también en el terreno del absolutismo y la centralización, imposibles ya de soportar. Concentrada la mayor suma de poderes y recursos en manos del Ejecutivo absorbente, los derechos populares se resienten en un principio, para debilitarse después y acabar casi perdiéndolos”.

Considera que “urge (…) la reforma constitucional, exigida últimamente con entusiasmo revelador, por una gran mayoría de la opinión nacional. Limitación de atribuciones al pulpo llamado Ejecutivo. Transformación del caduco sistema de gobierno unitario, mediante atinada descentralización al comenzar; por ruta franca al más amplio federalismo después”.

Sostiene también que “nuestro decantado unitarismo, solo sirve para distanciarnos. Las autonomías departamentales y provinciales, lograrán robustecer organismos por el momento incipientes y esas fuerzas, armónicamente combinadas, habrán de formar la gran Bolivia del porvenir”.

Concluye señalando que “Abrimos la hermosa ruta del porvenir e iremos por ella a paso firme. No estamos solos: sentimos el vivificante tacto de codos del pueblo que nos acompaña y nos alienta”.

Se podrá convenir, por un lado, en que este editorial bien pudo haber sido leído en el Cabildo de Santa Cruz del pasado viernes 4 de octubre y hubiera reflejado fielmente el sentir de buena parte de la ciudadanía que participó en él. Por el otro, que es un aporte para reconocer que la demanda de una forma federal de organización estatal en el país no es solo ambición de “grupos cruceños de poder”, sino que está enraizada en nuestra historia, y que siempre ha sido postergada.

De hecho, es posible prever que, recuperados el sistema democrático y sus instituciones, el tema de la organización estatal tendrá que ser ineludiblemente abordado sin complejos y con visión de futuro. Obviamente, no es una tarea de corto plazo, más aún cuando todo lo que el país avanzó en materia de descentralización y autonomía ha sido obstaculizado, aunque no revertido, por la visión centralista y autoritaria de los ideólogos del MAS, quedando aún tareas y evaluaciones pendientes de ambas experiencias.

No es poco, pues, lo que el país debe hacer en el futuro, y mucho de lo que se pueda o no avanzar dependerá de los resultados de las elecciones del domingo. Esa es su importancia y una de las razones por la que los ciudadanos, hombres y mujeres, debemos ejercer nuestro derecho al voto y esforzarnos para evitar desperdiciarlo con un blanco o un nulo.

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