Opinión

Sobre las recetas contra la pobreza

18 de octubre de 2019, 3:00 AM
18 de octubre de 2019, 3:00 AM

Durante varios años, la búsqueda del bienestar y la lucha contra la pobreza se orientaron a hacia respuestas absolutas y extremas como el capitalismo o el socialismo en sus versiones más extremas.

Las recetas implícitas de ambas involucraban o un rol nulo para los estados y alto énfasis en el “derrame” de los beneficios de los ingresos de los más favorecidos a los pobres o, por el contrario, un paternalismo excesivo hacia los más pobres.

En este entorno, hace 20 años surgió el debate sobre si “la ayuda a los pobres ayuda”. Por ejemplo, Jeffrey Sachs abogó por multiplicar los esfuerzos de ayuda internacional porque lo que se requería para reducir la pobreza mundial no era un monto significativo para economías desarrolladas. En la otra vereda, William Easterly indicaba que la ayuda perjudicaba a los países porque les dificultaba las vías correctas para salir de la pobreza de forma sostenible.

Mientras ocurría ese debate, el académico de Harvard Michael Kremer con varios colegas decidió analizar en terreno cuál era la manera más adecuada de mejorar la educación. Específicamente fue a Kenia y decidió probar una forma para medir la efectividad de varios programas, ya sea mejorar la alimentación escolar, dar más libros o reducir el número de alumnos.

Para tal fin utilizaron una técnica de viejo uso en medicina: las pruebas de control aleatorio. La idea es sencilla. Se buscan individuos o grupos que sean parecidos en la mayoría de los aspectos y luego por un sorteo a algunos se les aplica un tratamiento (libros, alimentación o clases chicas) y al resto no se le aplica. Luego se compara el resultado entre los distintos grupos y se ve si las intervenciones fueron efectivas.

Con esa misma idea, Esther Duflo y Abhijit Banerjee del MIT utilizaron esta técnica para ver si es que las tutorías personalizadas podrían mejorar la educación. En dos poblados de la India que se aplicó esta técnica, los resultados fueron alentadores.

De esa forma, la lucha contra la pobreza dejó el terreno ideológico y se enfocó en los trabajos de campo específicos para cada país o región. Fue clave la creación del Laboratorio contra la Pobreza JPAL, una red de 181 profesores en 58 universidades que han efectuado casi mil trabajos de campo en 87 países, liderado por los tres economistas.

Gracias a ese enfoque hoy conocemos muchas más cosas de la lucha contra la pobreza, en una adecuada combinación de trabajo práctico unido al arte de buscar cuáles son las razones verdaderas por las cuales las personas, en especial pobres, se comportan de una u otra forma en entornos cotidianos y no de laboratorio. Para ello enfatizaron también el hecho de que varias de nuestras decisiones se basan en emociones y no sólo en razonamiento.

Por ejemplo, en educación sabemos que su fracaso se debe a que no atiende a las necesidades de los alumnos, no a la falta de recursos. De igual forma, conocemos que en África es mejor la desparasitación como estrategia para escolaridad y productividad que muchas otras. Y en salud estamos al tanto que los servicios móviles de salud pueden ser más efectivos que estructuras fijas y con escaso personal. E incluso, conocemos que el microcrédito ayuda marginalmente a mejorar los negocios, pero no es clave en la lucha contra la pobreza.

En su magistral obra “Repensar la pobreza”, Duflo y Banerjee apuntan a los verdaderos responsables de la pobreza. Uno de ellos es la ideología que ofusca nuestro razonamiento; el otro es ignorancia de las buenas prácticas y de cómo piensan los ciudadanos; y, la inercia, o el conformismo de hacer lo mismo unido al temor al cambio. A eso añadieron intuición o buenas intenciones, pero plasmadas en acciones equivocadas.

En su libro de pronta aparición “Economía buena para tiempos malos”, Duflo y Banerjee indican que “la buena economía por sí sola no puede salvarnos. Pero sin eso, estamos condenados a repetir los errores pasados. “

Por eso y mucho más, el lunes 14 de octubre el premio Nobel de economía fue para Duflo, Banerjee y Kremer. En buena hora.



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