Un ‘mosso’ con un pasado poco santo le sirve a Javier Cercas para dar un salto en su trayectoria, pasarse a la novela negra y hacerse con el Premio Planeta

El Deber logo
19 de octubre de 2019, 3:00 AM
19 de octubre de 2019, 3:00 AM

LETICIA BLANCO

En julio de 2017, durante la promoción de su última novela, El monarca de las sombras, Javier Cercas se desplazó al lugar exacto donde el protagonista -un tío abuelo suyo, un joven oficial franquista que murió en la Batalla del Ebro- había fallecido. 

Cercas no conocía esa zona limítrofe con Aragón, “la Cataluña pobre”, un lugar de gente sencilla y acogedora que, por algún motivo, le recordó a su Extremadura natal. Al día siguiente de la presentación del libro, Cercas se encontró con su coche abierto, desvalijado. Fue a comisaría. “Qué raro, si aquí nunca pasa nada”, le dijo el mosso de guardia que tomó las huellas dactilares de los posibles ladrones. Charlaron. 

El mosso llevaba varios años viviendo allí con su mujer, se habían mudado desde Barcelona. “Me contó que lo que más le había costado al instalarse era la noche, el dormir con ese silencio. Y ahí surgió la idea de la novela”, explica el ganador del Premio Planeta. Terra Alta sucede en un futuro cercano, 2021. Un ‘mosso’ con problemas para conciliar el sueño y secuelas del atentado yihadista de Cambrils es destinado en uno de esos lugares aparentemente tranquilos “donde nunca pasa nada”. Hasta que un día descubre los cuerpos de un matrimonio rico y su criada rumana salvajemente torturados.

_Dice que la novela no va sobre el procés (el proceso soberanista de Cataluña de 2012-2019) pero no habría sido posible sin el procés, ¿a qué se refiere?

Aquel verano sentí que había llegado al final de una etapa como escritor. Me encontraba en la Terra Alta, en la zona cero de mi familia, y reflexioné sobre lo que es la patria, pero no la patria política, sino una idea más cervantina, que se acerca más a lo sentimental, a lo que tiene que ver con los afectos de la gente con la que te sientes bien, a un sitio pequeño, como cuando Sancho al final del Quijote llega a su pueblo. ¡Y al día siguiente tenía el coche abierto! Tras el verano, cuando estalló todo el procés, hice algo que no había hecho nunca antes: dejarlo todo, no trabajar.

 Me limitaba a escribir artículos, sobre todo para la prensa extranjera. Era una manera de no angustiarme. Nunca pensé que viviría una situación como la que hemos atravesado en Cataluña. 

Eso era algo del pasado, ocurría en otros lugares, estaba en los libros, pero no aquí. Cuando retomé el libro a mediados de diciembre, algo había cambiado. Terra Alta no va sobre el procés, pero todos los sentimientos, la angustia y las experiencias de estos meses han sido el carburante para escribir. Me senté a escribirlo intentando aislarme de todo, como en una cápsula, pero los temas que surgieron tenían que ver con ello: el ansia de justicia, el valor de la ley, la legitimidad o no de la venganza, la traición...

_Ha definido el libro como una pesadilla.

Toda ficción es una pesadilla si eres honesto contigo mismo. La buena ficción siempre sale de los lugares más secretos y oscuros de uno mismo. Ya lo decía Baudelaire: hay que ir hasta el fondo para extraer lo que se desconoce, aunque no sepas lo que vas a encontrar allí. Hay que bucear para construir.

 Yo ahora necesitaba la ficción para decir cosas que no me atrevo a decir que siento. Por eso creo que esta novela es lo más profundo que pueda haber escrito sobre lo que nos ha ocurrido en los últimos años.

_El protagonista de Terra Alta es un mosso d’esquadra. ¿Ha investigado cómo funcionan los cuerpos policiales para escribir la novela?

Sí, he estado con ellos. A muchos les han dado la espalda, sobre todo a los que no son de aquí. La mayoría han sido colocados en una situación imposible, han sufrido mucho. Al protagonista, Melchor Marín, lo adoro. 

No se parece nada a mi, su vida ha sido muy complicada y sabe lo que es la injusticia, que es el tema central de la novela: como la justicia absoluta puede ser también la mayor de las injusticias. Lo bueno llevado al extremo puede terminar siendo malo. Melchor tiene un sed de justicia feroz.

_¿Cómo vivió la entrega del premio mientras Barcelona ardía?

Si he de ser sincero, con normalidad. No me enteré de nada durante la cena y estoy contento de no haberlo hecho. No nos dejemos llevar por lo superficial. Es como la famosa anotación en el diario de Kafka: “Hoy Alemania ha declarado la guerra a Rusia. Por la tarde fui a nadar”. 

Cuando éramos jóvenes y un poco tontos pensábamos que eso Kafka lo había escrito porque no le importaba que hubiese estallado la guerra. Luego supimos que lo que quería decir es que, incluso en situaciones así, hay que ir a nadar, no hay que parar. 

Hay que pensar y, sólo luego, quizá, lleguemos a una conclusión. Pero lo que no hay que hacer es dejarse llevar por lo inmediato. 

Las imágenes son espectaculares, fruto de un momento. Pero tenemos que seguir haciendo nuestras cosas lo mejor posible. Esa es nuestra única salvación. Si es que la hay.

Tags