Las 27 familias dependen de un camión cisterna que lleva agua a diario. Unicef donó dos tanques y 668 bidones 'colapsables' para las comunidades matieñas

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22 de octubre de 2019, 3:00 AM
22 de octubre de 2019, 3:00 AM

Berthy Vaca Justiniano

Los incendios forestales que arrasaron más de tres millones de hectáreas de bosques y pasturas en la Chiquitania acentuaron la sequía en las poblaciones del sector, entre ellas la recóndita comunidad de San Antonio de Totora, en el municipio de San Matías, donde las 27 familias se quedaron sin agua para el consumo humano y para sus otras actividades. 

La situación se tornó desesperante para los vivientes del lugar, especialmente para los niños, a muchos de los cuales en la casa les asignaron la tarea de ir a buscar el agua, a pie o en bici, incluso a distancias de dos kilómetros. 

Por lo tanto, la primera comunidad en recibir los suministros fue San Antonio de Totora; allí las familias tenían la urgente necesidad de contar con suministro de agua segura para preparar sus alimentos y para la higiene personal. Esta comunidad es una de las 18 del municipio de San Matías, donde además de contaminación de lagunas y pozos por las cenizas de los incendios forestales, también hay una severa sequía.

 Autoridades del municipio de San Matías asignaron un camión cisterna que les provee del líquido vital de forma diaria. Asimismo, una comisión de Unicef Bolivia, preocupada por la situación de los niños de San Antonio y de otras 17 comunidades matieñas, entregó dos tanques de agua y 668 bidones colapsables (se aplastan, pero puede contener varios litros de agua cuando están llenos). 

La especialista de Agua y Salud Ambiental de Unicef, Fanny Buffandeau, y el responsable de la Unidad Forestal del municipio, Elmar Pedraza, llevaron un tanque de agua y 80 bidones colapsables para San Antonio de Totora. 

“Tenía miedo, pensé que no iban a venir a ayudarnos”, dijo Víctor Santos Rivero (10 años). Mientras que Francielis Nogales (10) recorría dos km diarios en bicicleta transportando botellas de plástico. 

“Era muy agotador”, señala, pero su mamá necesitaba el líquido para cocinar y lavar. Adriana Nogales Pedraza (8) dijo: “Si no hay agua, todos vamos a sufrir. Necesitamos agua para la comida, para bañarnos y para tomar. Las plantas y animales también tienen sed”.

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