Bloqueadores del aeropuerto de El Alto pedían carné de identidad a las personas que salían de la terminal aérea. Impedían el paso a los que no eran nacidos en La Paz

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6 de noviembre de 2019, 3:00 AM
6 de noviembre de 2019, 3:00 AM

Alrededor de las 22:30 del lunes, el presidente del Comité pro Santa Cruz, Luis Fernando Camacho, llegaba al Aeropuerto Internacional El Alto adelantando su viaje que, según señaló en el Cabildo de Santa Cruz, estaba previsto para horas de la tarde del martes.

Su intención, como lo gritó a los cuatro vientos, era llevar personalmente una carta de renuncia al presidente Evo Morales. La estrategia del líder cívico de adelantar su viaje fue desvelada por funcionarios del aeropuerto de Viru Viru, que alertaron a sus colegas de la terminal aérea de El Alto. Los seguidores de Morales movieron a las bases alteñas del MAS para cercar el aeropuerto y frustrar la salida del cívico.

El bloqueo era inminente y así se cumplió. Camacho fue impedido de salir de la terminal aérea. El cívico responsabilizó al coordinador del Aeropuerto Internacional El Alto y funcionario del Ministerio de Obras Públicas, Iberth Renato Aguilar, de suministrar información a las masas sobre sus movimientos.

Entre las 23:00 de la noche del lunes y las 7:00 circularon informaciones por las redes sociales sobre la situación de Camacho. Por la madrugada, el presidente del Comité pro Santa Cruz posteó en su cuenta de Twitter: “Hay una grabación donde el señor de Sabsa (Aguilar) le dice a alguien del Ministerio de Gobierno que tiene orden del ministro de Gobierno, por instrucciones de Evo (Morales), que me saquen y me entreguen a los masistas. No tengo miedo a morir, pero que sepan quiénes son los responsables. Necesitamos una Bolivia libre y de acá me sacan muerto, pero no vuelvo sin la renuncia del tirano”.

Los movilizados de El Alto acusaban de racista y amenazaban al cívico con palos en el interior del aeropuerto. A la medianoche del lunes, los grupos afines al MAS fueron congregándose y cortaron la vía de ingreso a la terminal. Llevaban palos, piedras, cascos y escudos. Quemaron llantas y no dejaron acercarse a los vehículos. Cualquier persona era sospechosa y la interrogaban antes de permitir su paso hacia el aeropuerto.

El trabajo periodístico recibió algunas críticas del sector movilizado. Siempre con el temor de que alguien apunte a los trabajadores de la prensa, todo se desarrolló con prudencia, incluso cuando un tumulto ingresó hasta la puerta de salida de los pasajeros que llegaban del interior, que estaba sin presencia policial ni militar.

Las declaraciones a la prensa fueron constantes, excepto para los colegas de Unitel, que resultaron agredidos por unos cuantos inadaptados. Una periodista no soportó los insultos y rompió en llanto. Estaba atemorizada.

En medio del tumulto, el Gobierno organizó un operativo militar y facilitó una avioneta de la Fuerza Aérea Boliviana para el traslado de Camacho, informó el ministro de Gobierno, Carlos Romero. A las 8:37, la aeronave estaba en la plataforma del aeropuerto de El Alto y pasadas las 10:30 Camacho se encontraba en El Trompillo.

Cuando todo se calmaba, luego de confirmar que Camacho regresó a Santa Cruz, otra odisea fue tratar de salir de la terminal. Un grupo de movilizados se apostó en el ingreso y exigió la identificación de todas las personas que pasaban por allí. Aún no se creía que el cívico había vuelto en avioneta.

Me tocó el turno, presenté mi carné en el cerco y una mujer con el rostro cubierto por un barbijo se percató de que mi carné de identidad decía que era nacido en Santa Cruz de la Sierra; inmediatamente, me cortaron el paso. “Cruceño y con casco”, dijo otro bloqueador, cuando me vio con una herramienta de trabajo que se usa cuando se trata de posibles enfrentamientos. Los gritos fueron constantes contra la prensa, con improperios incluidos. Algunas personas azuzaban la violencia y otra mujer insistía en que gritemos ¡viva Evo! Existía temor y ganas de responder con el mismo grito acusador. La confusión aumentó. Lo prudente fue retirarnos de allí.

Una mujer con el carné de Santa Cruz también fue increpada y obligada a retroceder, tampoco iba a pasar. Se sentó a llorar porque exigieron que se arrodillara y pidiera perdón. No accedió, pero cayó su moral. Una pasajera de Cochabamba tampoco cruzó la barrera y denunció discriminación.

Luego de casi dos horas sin saber qué hacer y ante la llegada de mineros que hicieron estallar dinamita cerca del aeropuerto, nos replegamos hacia el edificio de la terminal, éramos nueve periodistas que no podíamos salir. Más tarde, una camioneta de la Policía nos escoltó hasta otra salida del aeropuerto alteño. Allí, abordamos un vehículo que nos llevó hasta el centro de La Paz, a toparnos con otros estallidos de dinamita, de mineros movilizados. Pero esa ya es otra historia.

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