Intentó anular las elecciones y convocar a nuevas, pero ya la exigencia era su renuncia. Las FFAA se sumaron al pedido y anunció su marcha desde Chapare. Hay dos vías propuestas para la sucesión. Comienza la investigación del fraude

El Deber logo
11 de noviembre de 2019, 3:18 AM
11 de noviembre de 2019, 3:18 AM

Pablo Ortiz / Marcelo Tedesqui

“Estoy renunciando para que mis compañeros no sean amedrentados y amenazados”, dijo un Evo Morales desvestido de poder. Eran las 16:50 y estaba en Chimoré -Chapare-, despojado del traje negro con adornos andinos. Escoltado por Gabriela Montaño y Álvaro García Linera, no ejerció la autocrítica y se aferró en todo momento a una victoria electoral en los comicios del 20 de octubre, que horas antes se habían terminado de deslegitimar por un informe de la OEA.

“Estoy renunciando para que Mesa y Camacho no sigan haciendo patear, quemar sus casas de mis hermanos, por eso hemos decidido renunciar a nuestros cargos. Esperamos que nunca más allá esta clase de pateaduras”, añadió. Once minutos después, a las 17:01, García Linera también renunció a la vicepresidencia, luego de enumerar los logros de casi 14 años de Gobierno, el periodo más largo que un solo proyecto ha mantenido el poder en Bolivia.

Minutos antes, Luis Fernando Camacho, líder cívico cruceño y cabeza de la propuesta ciudadana en contra de Morales, había ingresado a Palacio Quemado acompañado de Marco Pumari, presidente cívico potosino, y un abogado. En el centro del lobby del viejo Palacio, puso una bandera boliviana y sobre ella depositó la Biblia y la propuesta de la carta de renuncia para Morales. Luego, los tres se arrodillaron ante esos símbolos.

Más abajo, en la zona de Irpavi, los militares convocaron a una conferencia de prensa. Las FFAA, impedidas por la Constitución de deliberar, leyeron un comunicado en el que le sugerían al presidente que renuncie. 

Dos horas antes, habían anunciado que moverían a su tropa para controlar el foco de militantes a Morales que habían tiroteado en Oruro a mineros potosinos que se trasladaban a La Paz. Así, sin nadie a quién mandar, Morales dejó el hangar de El Alto, subió al avión presidencial y aterrizó en Chimoré. Aseguran que al menos Argentina le negó que use su espacio aéreo. Desde allí renunció y por ahí, según lo que difundió Camacho anoche, está siendo buscado por policías y militares. Lo confirmó la exministra Montaño, pero lo negó el comandante de Policía, Yuri Calderón.

Así, el Estado ha quedado en medio de la incertidumbre. Las cartas de Morales y García no han llegado aún a una Asamblea Legislativa que no se sabe si se podrá reunir, por el desbande de diputados y senadores del MAS, que son más de dos tercios de ambas cámaras. Mientras tanto, Camacho pide la conformación de una junta de Gobierno entre militares y cívicos para dirigir al país a una nueva elección. Para los masistas, esto es un golpe de Estado. Para los cívicos, esto es liberación. Mientras tanto, el país sigue ardiendo.

Fraude certificado

El último día de Evo Morales en el poder comenzó a definirse a las dos de la mañana. A esa hora, la Organización de Estados Americanos le hizo llegar a Luis Almagro, secretario general del organismo multinacional, un informe preliminar de las elecciones del 20 de octubre. 

En él recomendaba anular las elecciones por la gravedad de las denuncias recibidas y los hallazgos realizados.

 “En los cuatro elementos revisados (tecnología, cadena de custodia, integridad de las actas y proyecciones estadísticas) se encontraron irregularidades, que varían desde muy graves hasta indicativas. Esto lleva al equipo técnico auditor a cuestionar la integridad de los resultados de la elección”, sentenciaron.

A las cuatro de la mañana Evo Morales convocó a una rueda de prensa para las 7:00 en El Alto y una hora más tarde la OEA hizo público el informe a través de sus plataformas.

Cuando los periodistas llegaron al hangar presidencial, Morales dijo que había decidido anular las elecciones y convocar a nuevos comicios. Aseguró que lo había resuelto luego de escuchar a los movimientos sociales, ni una palabra sobre el informe de la OEA, ese que días antes había pedido esperar y que era vinculante al resultado electoral.

Mientras las imágenes de mineros heridos por el asedio de indígenas armados en Huancani llenaban las redes sociales, uno a uno los opositores desahuciaron la nueva propuesta de Morales. 

“Si le queda un ápice de patriotismo debiera dar un paso al costado”, dijo Carlos Mesa, que aseguró que el presidente estaba inhabilitado para presidir el nuevo proceso por el ‘gigantesco fraude’ cometido. 

Mientras tanto, Camacho y Pumari reiteraban su exigencia y organizaban una caravana desde La Paz para rescatar a los mineros que eran tiroteados. Al final, el Ejército, usando incluso aviones, y la Policía, cumplieron esa tarea.El último esfuerzo de Morales por mantenerse en su cargo, al menos hasta el 22 de enero, había fracasado.

 La calle

Con la Policía y las Fuerzas Armadas de su lado, Camacho y Pumari parecían el nuevo binomio presidencial. Aparecieron sorpresivamente en la sede de la UTOP cerca de Plaza Murillo. Allí, el cívico cruceño adelantó que ya tenía información de la renuncia de Morales, pese a que no se había producido. Lo único que se sabía del hangar presidencial eran las imágenes del presidente rezando.

Luego, ambos se dirigieron hacia la puerta de Palacio, pero el jefe de la Casa Militar les dijo que no había ninguna autoridad para recibir la carta y la Biblia. Dejó entrar a los dos cívicos y a Eduardo León, quien fuera abogado de Gabriela Zapata, la exnovia de Morales presa en Obrajes por lavado de dinero.

Al salir, Camacho planteó su idea del futuro inmediato: Gobierno cívico-militar-policial con la única misión de llamar a elecciones en 60 días. Para ello, ya no solo pedía la renuncia del Ejecutivo y del Electoral, sino también de todo el Legislativo y el Judicial. Es decir, los cuatro poderes del Estado.

Aseguró que se quedaría en La Paz hasta que se construya ese Gobierno transitorio y se convoque a las nuevas elecciones.

Mientras tanto, el expresidente y candidato por Comunidad Ciudadana, Carlos Mesa, llegó hasta la plaza del Estudiante con una recomendación muy específica. “Evitemos que Evo Morales diga que esto es un golpe de Estado, no lo es. Preservemos la Constitución y no hagamos nada que la contravenga”, dijo. 

El exmandatario llegó hasta inmediaciones de la Murillo con un séquito que coreaba “sí se pudo, sí se pudo”, la misma frase que los diputados del MNR cantaban durante la posesión de Gonzalo Sánchez de Lozada, en 2002. 

Luego de negociar con los jóvenes su ingreso al corazón del poder, fue advertido que no podía hacer campaña y tuvo que soportar los gritos de “queremos nuevos líderes”. Mesa representa la segunda vía en esta crisis, la sucesión constitucional a través de un congresista.

Mientras tanto, Camacho y Pumari comenzaron una especie de desfile victorioso, escoltados por la Policía y vitoreado por el pueblo paceño. A bordo de una camioneta, recorrieron el centro y escucharon la renuncia presidencial justo cuando llegaban a la plaza Abaroa, donde están las oficinas del Tribunal Supremo Electoral.

Camacho comenzaba un discurso cuando la noticia se difundió: Morales había renunciado desde Chapare y el cruceño se emocionó casi hasta las lágrimas. Desde ese momento hasta el anochecer, las calles de La Paz fue fiesta.

Luego comenzaron a llegar las noticias sobre la violencia en El Alto, La Portada y un garaje de los buses Pumakatari, en Chasquipampa. Lo que era felicidad se transformó en zozobra y temor. Las calles se vaciaron en minutos y reinó la incertidumbre.

Los afines al Gobierno comenzaron a saquear en El Alto y la zona sur de La Paz empresas de propiedad de cruceños y quemaron la casa de Waldo Albarracín, rector de la UMSA y líder del Consejo Nacional de Defensa de la Democracia. 

Morales se había quejado en su renuncia de la quema de la casa de su hermana y de varios de sus autoridades. Sus militantes, antes de que su renuncia sea leída ante la Asamblea Legislativa, se encargaron de llevar la misma situación a varias ciudades del país.

Hasta el cierre de esta edición, la salida de la crisis era incierta. Camacho pidió en un video resistir un par de días más, exfuncionarios y congresistas del MAS atiborran la embajada de México pidiendo asilo, la mayoría de los ministros está con paradero desconocido y no se sabe si se podrá reunir la Asamblea para aceptar la renuncia de Morales y García.



Tags