Opinión

Acuerdos, el camino correcto para el país

15 de noviembre de 2019, 3:00 AM
15 de noviembre de 2019, 3:00 AM

Bolivia no sale aún de la crisis. Es preciso dar un giro trascendental a la manera unilateral y soberbia con que el exgobernante manejaba el destino del país. El camino correcto es establecer acuerdos que permitan alcanzar la paz social y cumplir los objetivos de esta gestión de transición.

Si el país ha salido de un discurso basado en los 500 años de opresión a los indígenas (cargado de manipulación y con el fin de usar el racismo y la división como herramientas para beneficiar al anterior presidente), el actual mando del país tiene el desafío y la responsabilidad de conducir a los bolivianos por la vía de la reconciliación y la proyección hacia un nuevo tiempo donde se respeten los valores de la democracia de verdad.

La presidenta transitoria no debe perder de vista sus objetivos: que Bolivia tenga nuevos vocales del Tribunal Supremo Electoral, que se convoque a elecciones limpias a la brevedad posible y que se pacifique el país. Ella no debe perder el tiempo para alcanzar estos fines que han sido trazados por el pueblo porque eso es lo único que se espera de su mandato. Para lograrlo, es necesario reconocer que el Movimiento Al Socialismo es una fuerza que representa a más de un tercio de la población y que su voz debe ser escuchada para alcanzar un acuerdo que permita salir de esta crisis.

En ese cometido, es preciso dar señales claras de integración, que en el Gobierno estén representados todos los bolivianos, que se integre toda la diversidad nacional, como está alentando el presidente cívico Luis Fernando Camacho.

No se debe perder de vista que esa confrontación es el arma que ahora utiliza Evo Morales en el extranjero para decir que lo derrocaron, que hubo golpe de Estado y que el Gobierno de Áñez es racista y discriminador. Ese discurso debe ser combatido con hechos que demuestren que Bolivia está a las puertas de una historia que puede tener unidad en la diversidad o, en otras palabras, que a pesar de la diversidad somos capaces de unirnos y avanzar.

Un acuerdo necesita que el nuevo oficialismo y la nueva oposición sean capaces de ceder. Nada es absoluto y es necesario que el objetivo común sea llegar a nuevas elecciones nacionales con paz social. No obstante, es preciso remarcar que en lo que no se puede tranzar es en el castigo a quienes se armaron para matar en las confrontaciones. 

Hay más de 100 detenidos a escala nacional, capturados con material letal; se detuvo también a gente extranjera vinculada con grupos irregulares. Esas conductas tienen que ser sancionadas con todo el rigor de la ley. Ninguna reivindicación política debe hacerse a costa de la vida de bolivianos.

La presidenta y sus colaboradores deben ser conscientes de que las actuaciones deben ser urgentes porque hay riesgos que se ciernen sobre Bolivia. Por un lado, que sigan las confrontaciones y que el número de víctimas siga en ascenso; por otro lado, que la falta de acuerdos inviabilice el Poder Legislativo y termine paralizando el país. 

Otro gran riesgo es que en el mundo se consolide la idea -sembrada y regada a diario por Evo Morales- de que en Bolivia hubo un golpe de Estado, amenazando con aislar al país de la comunidad internacional.

Importantes han sido las declaraciones del nuevo ministro de Economía que anuncia medidas concretas que van a destrabar las exportaciones y la producción de hidrocarburos, sin tocar temas delicados como los bonos y la subvención de hidrocarburos.

El país necesita certezas y el nuevo Gobierno tiene la gran oportunidad de demostrar que una Bolivia armónica y unida es posible.



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