Opinión

La unidad es un nuevo proyecto de nación

12 de enero de 2020, 3:00 AM
12 de enero de 2020, 3:00 AM

Comenzamos el 2020 con una tarea que parece hercúlea y casi imposible de implementar: La construcción de en frente único de partidos que dispute las próximas elecciones nacionales.  Todo indica que el Movimiento al Socialismo (MAS) seguirá siendo una opción electoral y política importante.

 Inclusive podría ganar la justa electoral por lo menos en la primera vuelta. Desde la sociedad civil y ciertos sectores de la opinión pública se demanda unidad. Contrariamente a este requerimiento, al momento varios de los líderes políticos, que tuvieron alguna relevancia en la resistencia democrática y posterior derrota del autoritarismo, se han presentado como candidatos. El último en hacerlo fue Jorge Quiroga. 

Hay caras nuevas, pero también viejos políticos. De las propuestas conocemos muy poco. La única seguridad es que el voto se dispersará.

 La principal argumentación para promover la unidad sigue siendo derrotar el partido de Morales. Este camino, si bien es legítimo, tiene demasiados componentes hormonales, emocionales y voluntaristas.  

Ciertamente, los pedidos de frente único no son suficiente para encerrar el ciclo del populismo distribucioncita. El desafío político y económico es multidimensional y estructural. Incluye tanto a la sociedad civil como a la clase política. Tiene tareas de corto plazo y construcciones de largo alcance. El objetivo no debe tan sólo derrotar a un candidato, más bien construir una visión de desarrollo y un proyecto colectivo que, de una vez, coloque a Bolivia en el siglo XXI.  

Sin duda una tarea prioritaria es reconstruir el tejido social destruido por la polarización ideológica promovida por 14 años de entender el mundo en blanco y negro, en la lógica amigo/enemigo, karas/taras, occidente/oriente, para tan sólo citar algunos de los clivajes construidos por el gobierno autoritario que se fue. 

 Cabe también recordar que la brecha social también se origina en desafíos inconclusos o abordajes equivocados de temas centrales de la nación. Para mí el más importante es el tema de la desigualdad. En casi 200 años de vida republicana, el péndulo político fue de izquierda a derecha, promovió ciertos avances y muchos retrocesos, pero las oportunidades en educación, salud, trabajo y riqueza continúan concentradas en manos de unos cuantos. Sin resolver la desigualdad no es posible ni una sociedad democrática y justa y menos aún una economía productiva con un capital humano competitivo. 

 Frente a la polarización - esto de vernos en las orillas opuestas de los ríos de la historia - una nación pequeña como la boliviana debe construir todo tipo de puentes para promover el reencuentro social y político sobre la base a la democracia, la solidaridad social y la productividad. En las jornadas de octubre y noviembre del 2019, parte de la gente se juntó en las calles, en los bloqueos, en las marchas. 

Renació como comunidad de diferentes maneras. Comenzó a construir un “nosotros” en la defensa del voto, en el ejercicio de la democracia y la libertad. Este fue un impulso de millones de personas, especialmente jóvenes, que ahora requieren reinventarse en un abrazo institucional, en una canalización organizada de ideas y propuestas. 

Hubo muchos liderazgos que se jugaron la vida en estos momentos. Todos valiosos y que merecen reconocimiento. Pero no es la hora de personas y si de proyectos orgánicos. El desafío ahora es seguir con la suma de voluntades que ahora requiere de más constructores de oportunidades que de guerreros. 

En términos políticos se requiere de un centro democrático que rescate todas las causas justas, económicas, sociales e institucionales que aún están en el tintero de la historia. La unidad se construye diseñando una nueva visión de país y creando un nuevo bloque histórico de actores del desarrollo inclusivo, verde, inteligente y productivo. 

Por lo tanto, la unidad es una oportunidad para que los políticos y la sociedad dejen atrás casi 200 años el extractivismo, y el nacionalismo desarrollista, ambos asociados a la vieja economía de los recursos naturales. Por lo tanto, no se trata tan sólo de una agenda mínima de políticas públicas sobre la que se deberían poner de acuerdo ciertos partidos políticos y líderes y sí de la elaboración de un nuevo sueño como nación.  

En las jornadas de año pasado se liberó la energía social, ahora corresponde a la sociedad civil organizada: Conade, universidades, los comités cívicos, colectivos ciudadanos y otras organizaciones sociales convocar a un gran encuentro de todos y todas que participaron del renacer de la democracia para construir un nuevo proyecto de nación, este es un primer paso para construir unidad y fuerza histórica. La unidad es un nuevo proyecto de nación. 

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