Se identifica con los colores del equipo albo, en el que empezó su carrera como jugador. Como DT hizo realidad su sueño. Lo sacó campeón de la ACF y lo ascendió al fútbol profesional.

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13 de enero de 2020, 10:05 AM
13 de enero de 2020, 10:05 AM

José 'Pepe' Peña se regocija por sus victorias y sus logros deportivos, que refuerzan la gran espiritualidad que profesa, producto de una fe que contagia. A sus 51 años y una década de entrenador volverá a dirigir un equipo en la División Profesional. Real Santa Cruz es el club de sus amores, el que lo formó desde su niñez para después, como futbolista, dar el salto a clubes importantes del país.

Con los albos logró el tercer ascenso en su carrera como DT, pues ya antes lo había hecho con Guabirá (2009) y Destroyers (2017). Es un especialista en subir equipos al fútbol rentado y un admirador del trabajo de su hermano, Álvaro, quien con su experiencia en Europa (trabajó en el Dínamo de Ucrania durante seis años) y Wilstermann, al que sacó campeón en 2018, fue su apoyo el año pasado en el reto que tuvo para sacar adelante al cuadro merengue. Pepe conversó con DIEZ sobre este dulce momento que atraviesa en su vida. No escondió la felicidad que siente, aunque repite una y otra vez, que todo se lo debe a Dios.

¿Qué sensaciones te deja el ascenso a la División Profesional de Real Santa Cruz?

Agradecido con Dios. Le había pedido que Real suba a la División Profesional, pero no específicamente cómo, cuándo y dónde. Por eso esperamos con paciencia el partido con Vinto y después el partido indirecto. Como no se dio ese último encuentro considero que Dios es el que hace las cosas a su modo y por eso estamos disfrutando de este ascenso.

Lo lográs en el club del que sos hincha. ¿Esto lo hace muy especial?

Me siento bendecido y privilegiado, ya que vuelvo a tener un logro en el club después de siete años y en el que justamente nos habíamos consagrado campeón del torneo local. Volvimos y otra vez los conseguimos, lo que generó que se nos abra otra chance de jugar la Copa Simón Bolívar para intentar ascender si un caso no se daba esta vez. Ha sido un sueño hecho realidad como entrenador e hincha.

¿Cómo ha sido este equipo?

Cuando asumimos, encontramos un camarín muy deteriorado en la parte anímica, en el trabajo táctico y dividido por cabezas de grupo. Lo primero que hice fue entregar mi trabajo a Dios y leerle al grupo un párrafo de la biblia en la que Jesús tenía que pasar a la otra ribera. En base a este mensaje invitamos a los jugadores que intenten pasar al otro lado del río, que no era otra cosa que a la División Profesional. A partir de esta enseñanza comenzamos a trabajar lo táctico, no tanto lo físico porque contamos con mucha gente joven. Considero que trabajar en la parte espiritual y emocional es vital más allá de que mucha gente no lo tome así. Nosotros lo comprobamos en este proceso que hicimos en la temporada pasada porque hay quien nos cuide y quien nos guarde más allá del éxito.

¿Y la cruzaron?

Cruzaron todos porque a partir de ese momento todos trabajaron con responsabilidad. Nadie faltó a los entrenamientos, no tuvimos problemas de borrachera, de lesiones y de actos de indisciplina. Nos fuimos acomodando en la Copa Simón Bolívar pese a que empezamos perdiendo y el hincha empezó a dudar de nuestro trabajo.

Era normal que esto pase, pero nosotros igual seguimos trabajando en base a nuestro sueño que era volver al fútbol profesional después de 15 años. Lo conseguimos, aunque costó mucho porque atravesamos por duras tormentas y lindas alegrías. De a poco se fue formando una familia que cruzó a la otra ribera de la mano del Señor.

En el grupo de jugadores, tuviste jóvenes como Koke Spenhay y experimentados como Martín Palavicini, que ya supera los 40 años. ¿Quiénes fueron los pilares para afrontar el desafío?

Le metimos a la cabeza de los jugadores que para conseguir objetivos no es con jugadores pilares sino con un trabajo en equipo. Por eso hicimos un llamado a la unidad del grupo, para que haya solidaridad en cada componente y empecemos a soñar en cosas grandes. Fuimos todos de la mano al objetivo final, pese a que tuvimos que navegar en aguas turbulentas.

¿Hubo indisciplina?

No, me refiero a que quizás no tuvimos el trato que debería dársele a un equipo que aspira a grandes objetivos. Aun así, dentro de lo que se planificó con la dirigencia, se cumplió. Ahora, tenemos que renovar el equipo, aunque cabe destacar que con este grupo de jugadores logramos el objetivo soñado.

Este 2020 comenzará otro reto y lamentablemente nos vamos a desprender de buenas personas, ya que los objetivos deben ser claros y por eso debemos definir, no con el corazón sino con la cabeza fría.

Uno de tus jugadores fichó en Blooming. Me refiero a Spenhay. ¿Qué te origina?

Habló conmigo antes de tomar la decisión. Entendimos su situación porque no tenía contrato con Real y tampoco la dirigencia se había manifestado para hablar con él ni con el resto de los jugadores del plantel. Le apareció esta oportunidad y la tomó. Estoy de acuerdo porque es un muchacho que nos respondió bien cuando estuvo en el equipo; ahora tiene otro reto en su carrera y en su vida. Bienvenido sea para él.

¿Con cuántos jugadores se quedará Real del total que tuvo el año pasado?

No pasa de 13 de los 34 jugadores que teníamos en el plantel pasado. Solo quedará ese grupo reducido y el resto no va porque quiero jugadores que sueñen, que tengan ambiciones y convicciones en su vida. No me gustan los futbolistas que juegan a veces bien; necesito a aquellos que luchan por mantener la regularidad. Los ‘chupasangre’ no van conmigo.

¿Tenés en mente jugadores de la asociación?

Vamos a traer jugadores de la ACF porque nos tenemos que nutrir de ahí. Cuando ascendimos con Destroyers a la División Profesional la mayoría de mis jugadores eran de asociación. Hay jugadores para fichar; aquí lo importante es confiar en ellos. En los primeros partidos cuesta ensamblar el juego, como ocurrió en 2017, pero terminamos siendo el mejor equipo cruceño de la primera fase en el primer torneo. Ahora tienen uno o dos años de experiencia.

Es el caso de Daniel Saravia, Wilfredo Soleto y Santos Navarro para mencionar algunos. Es lo que teníamos y sobre eso hay que trabajar. No podemos quejarnos sino mentalizarlos para la alta competencia y que todo logro es en equipo. Muchas veces nos equivocamos cuando dependemos de un jugador, cuando lo mejor es depender de todo un equipo.

¿Qué tan importante ha sido la compañía de tu hermano, Álvaro, en este tramo de tu carrera en Real?

Una de las cosas fundamentales para mí ha sido el trabajo de todo el cuerpo técnico, amén de lo que hizo la dirigencia. Nosotros trabajamos de una manera muy diferente. Tengo dos preparadores físicos. Walter Gómez, que es argentino; el otro es David Camacho. Tengo dos ayudantes de campo: Julio Fernández y Juan Carlos Ulloa. Además, cuento con un entrenador de arqueros, que es Eloy Castillo.

Ahora, la presencia de Álvaro fue fundamental para nosotros porque venía muy empapado de su buena experiencia con Wilstermann, al que sacó campeón y de su estadía en Inglaterra donde vio entrenamientos de varios equipos importantes de ese país. Volvió ilusionado y con la idea de trabajar en el país, pero como no se le dio lo aprovechamos todos los del cuerpo técnico y los jugadores. Aplicamos un trabajo diferenciado como se lo hace en Europa y el éxito de todo esto se dio porque, además, contamos con la ayuda de un entrenador campeón del fútbol boliviano con Wilstermann. Espero que nos siga acompañando, pero esto será hasta que le salga una oferta, que rechazó muchas, algunas del exterior, por estar en el país y con nosotros. Para mí es el mejor técnico del país, sin duda alguna.

¿La dirigencia del club está entusiasmada?

Están motivados. El presidente (Carlos Sánchez) me dijo el otro día que debemos apuntar a clasificar a una Copa Sudamericana. Le respondí que también es mi deseo, pero le aclaré que lo importante es armar un buen plantel para que no pasemos malas experiencias de aquellos clubes que por sus malas campañas no duran en la categoría.

¿Renovaste contrato?

No, porque estuve trabajando sin contrato.

¿No es un riesgo?

No, porque se trata de Real Santa Cruz. Si fuera otro club quizás no obraría de esta manera. Soy muy agradecido del club en el que me formé desde niño. Las cosas que me brindó Real fueron vitales en mi carrera como futbolista.