El popular libro de Louisa May Alcott tiene una nueva versión para el cine. El filme de la directora estadounidense está nominado a seis Óscar y pronto llegará a las carteleras del país. Actúan Saoirse Ronan, Emma Watson y Florence Pugh

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18 de enero de 2020, 3:00 AM
18 de enero de 2020, 3:00 AM

MÓNICA HEINRICH - PRODUCTORA AUDIOVISUAL

De todo lo que podés saber de Mujercitas y de su concepción como obra literaria de referencia, lo más importante es que Louisa M. Alcott la escribió por encargo, no bajo el ímpetu de su heroína Josephine March por retratar su vida familiar, sino a pedido de su editor. Alcott era práctica y pendeja, así que aunque el tema no la entusiasmaba escribió el libro. La obra se publicó en 1868 y sí, para su época rompió moldes. Jo con actitudes descritas como varoniles, que detestaba la idea de casarse y que vivía soñando con ser una famosa escritora siendo el destino “social” de toda mujer el matrimonio, fue un personaje cuando menos revolucionario.

A los ojos de esta época, es evidente que la obra de Alcott sonará edulcorada y conservadora, habrá hasta quienes miren con rencor a esas damitas bien portadas que eran las March, pero no hay que olvidar su contexto y quizás ese sea el desafío que tenga cualquier cineasta al intentar llevar a la pantalla Mujercitas.

La cineasta Greta Gerwig parecía la persona ideal para semejante desafío. Greta dirigió Lady Bird en el 2017, una película ‘coming of age’ finamente filmada. Admiré la capacidad de dirección de Greta y su indiscutible talento, aunque estoy harta de esos personajes ‘millenials irreverentes’ que en realidad son adolescentes malcriados.

Mujercitas supone la segunda película de Greta como directora. Ella escribe, también, la adaptación del guion, y para eso junta un poco de varios libros de Alcott: Mujercitas, Las Mujercitas se casan y parte de Hombrecitos de Jo. Lo que se admira a primera vista es lo visual, ese gran trabajo que hizo con la cámara junto a su director de fotografía Yorick Le Saux , por ejemplo, la primera escena de la película en la que vemos la espalda de Josephine March afuera de la puerta de su editor es muy reveladora del tono general.

Greta decide contar Mujercitas entre el pasado y el presente, el presente se mostrará con una paleta cromática azulada y gris, mientras que el pasado será luminoso y cálido en referencia a la infancia como el territorio más feliz. Una solución al flashback atinada. 

Sin embargo, eso le quita a la historia la capacidad de desenvolverse más efectivamente como una película “de crecimiento”, y la convierte en una especie de película episódica. Por eso es que algunas escenas claves del libro se desarrollan sin crear los climas necesarios para su impacto, como la escena del hielo y Amy, o la enfermedad de Beth, o el regreso de Papá March.

Lo que sí podemos celebrar es el casting para Jo, Saoirse Ronan (Lady Bird, Brooklyn) da vida por completo a la emblématica Josephine March. Lo mismo sucede con Emma Watson (Harry Potter), en su momento pensé que Hermione nunca podría ser Meg March, me equivoqué. Eliza Scanlen (Sharp objects) como Beth tampoco incomoda, aunque su paso por la película es demasiado ligero para que tenga el peso dramático que debería tener en la historia. Hasta la excesivamente vivaz Laura Dern (Marriage story) como Marmee, o Meryl Streep como una muy afectada Tía March consiguen zafar.

Greta dirige esta Mujercitas con elegancia, la escena del baile es hermosa, la escena icónica del mar y Beth también, el montaje paralelo (una especie de efecto espejo) de la infancia con la recuperación de Beth y la adultez con la muerte de Beth, fue sencillamente hermoso.

Hasta puedo admirar las agallas de Greta de ‘romper la ficción’ al incorporar la exigencia editorial que tuvo Alcott para escribir ‘finales felices’ y casar a sus personajes en Las mujercitas se casan.

Pero, como siempre, en toda esta irreverencia hollywoodense quedan los vestigios de la industria, esa que aún sigue los preceptos que en su momento fueron exigidos a Alcott como escritora. Greta (o el estudio) no pudo resistirse a poner como Laurie Lawrence al carilindo del momento, un Timothée Chalamet que parece una más de las hermanitas March y al que es muy difícil asumir como el posible interés amoroso de dos de ellas. 

También, una de las bromas finales de la pluma de Alcott sobre la exigencia matrimonial a sus protagonistas, fue casar a Jo con un personaje absolutamente opuesto a lo que se espera de un personaje romántico de novela, el profesor Bhaer es descrito como un hombre mucho mayor que Jo, se dice que hasta cercano a la edad de Papá March, con las ropas raídas y viejas, pobre. Greta no se anima a poner a esa antítesis del romance al lado del carilindo Chalamet y la encantadora Ronan. Su lugar lo ocupa un enrulado y francés Louis Garrel, que compite en hidalguía y buen ver con todos los otros hombres del casting. 

Otro detalle no menor, es obligar al espectador a fingir que cree que una actriz de 24 años como Florence Pugh es Amy March, de 12 años. Y ya por si fuera poco, el contexto histórico de la Guerra Civil estadounidense también es pasado por alto o por lo menos por un tamizador. ¡No!, Greta. ¡No!.

De todas formas, si revisamos las adaptaciones hechas antes, esta es la que tiene más personalidad visual y cinematográfica. 

Tanto en la cámara, como en el hermoso vestuario como en el trabajo de arte. ¿Alcanza para que trascienda? El tiempo lo dirá. La prensa especializada insiste en llamarla la ‘versión feminista’ de Mujercitas. Un mote que se extiende al trabajo como guionista de Greta que víctima de las expectativas de esta época exageró algunos de los discursos progres de Jo y adelantó temporalmente los libros para que la realización personal de Jo calce mejor con el siglo XXI. Capaz que Alcott se hubiese reído de esos vanos esfuerzos.

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