Opinión

¿Quo vadis MAS?

19 de enero de 2020, 7:44 AM
19 de enero de 2020, 7:44 AM

Una de las preguntas de este tiempo político en Bolivia se refiere al futuro del Movimiento al Socialismo (MAS), el partido más grande del país desde el MNR. Después de haber permanecido en el poder durante casi 14 años, esta organización se encuentra en un cruce de rutas. De su elección por una de ellas dependerá la ponderación de su fuerza en este nuevo tiempo, su posición ante la sociedad boliviana, así como su supervivencia.

Los aún incipientes estudios de opinión post caída de Evo Morales en noviembre dan a este partido porcentajes de probable votación que oscilan entre 24 y 30 por ciento. Se sabe, además, que el voto masista tiene una condición envidiable para cualquier otra organización política del país: gran parte de ese apoyo es considerado “voto duro”. Es decir, un voto incondicional que no hace mayores contemplaciones, y que está ahí independiente de quién sea el candidato o el programa. Es innegable que el MAS ha creado un alto grado de identificación social con la población mayoritariamente campesina e indígena que siente que sus intereses están representados por ese partido.

Ese vínculo social le da al MAS la legitimidad para ser considerado un partido relevante en el país. Precisamente por esa responsabilidad tendrá que elegir ahora si persiste en las prácticas corporativistas, en las de la amenaza y el recurso del miedo, el bloqueo y el verticalismo caudillista, o se abre a formas democráticas.

Probablemente por la influencia fuertemente sindical de sus principales dirigentes, las prácticas cotidianas de este partido se acercaron demasiado a las formas violentas más que a las democráticas.

Hoy, obligado a renacer tras el inesperado final de la crisis de octubre y noviembre por el fraude electoral montado desde el Gobierno de Morales, el MAS tuvo que aprender a valerse solo y con su líder viviendo lejos, Ciudad de México primero y Buenos Aires después.

Ahora tiene el desafío de convertirse en partido político: una organización con estructura y democracia interna, lo que nunca tuvo por el fuerte control de su caudillo ahora en el exilio. Condiciones para ello parecen existir. La prueba es que tras la salida de Morales, emergieron nuevas figuras que no pertenecían al entorno del jefe, y que demostraron ser partidarias de líneas concertadoras. Ahí están Eva Copa, presidenta del Senado, y Sergio Choque, presidente de la Cámara de Diputados.

Esas figuras que hoy conducen el MAS sin Morales no tenían voz ni voto en las esferas del poder durante los casi 14 años de Evo. Ni siquiera eran conocidos, pero hoy lideran con aires más democráticos ese partido. Curiosamente, esa línea concertadora del MAS era mayoría dentro de la bancada del MAS, pero a la vez invisible.

El nuevo MAS sin Evo, se ha ido alejando cada vez más de los designios del MAS bonaerense. Ha comenzado a tomar decisiones por sí mismo y cuenta con el apoyo del Pacto de Unidad, un conjunto de organizaciones sociales que forman el núcleo del MAS que ha propuesto a David Choquehuanca y Andrónico Rodríguez como la dupla salomónica para las elecciones del 3 de mayo.

Queda por ver si este conglomerado emergente en el MAS toma decisiones de forma más horizontal que en el pasado, donde todo era decidido por el dedo índice de Morales, y si a la vez recibe la bendición del propio Evo para alcanzar parte del caudal electoral que lograban con él a la cabeza.



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