Una fuente de Palacio aseguró que hay un ‘97%’ de posibilidades de que la presidenta acepte la postulación. En Demócratas insisten en su nombre. La hegemonía del MAS se derrumbó por el continuismo de su binomio

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22 de enero de 2020, 3:00 AM
22 de enero de 2020, 3:00 AM

Un día como hoy hace cinco años, Evo Morales asumía por tercera vez consecutiva la Presidencia de Bolivia con la promesa de convertirlo en el corazón energético de América del Sur. Hoy, prepara discurso en cancha visitante, mientras Jeanine Áñez ocupa Palacio Quemado y hay planes para que siga por cinco años y medio más. A estas horas, fuentes que tienen oficina en Plaza Murillo aseguran que hay un ‘97%’ de posibilidades de que la presidenta de transición busque en las urnas la continuidad en el cargo.

Mientras eso sucede, con el plazo para inscribir alianzas a menos de 48 horas, parece que la dispersión es la norma y, como sucedió en octubre último, el elector tendrá un amplio abanico de candidaturas a su disposición en la papeleta multicolor.

La debacle

El gran ausente de este 22 de enero será Evo Morales. Este era, literalmente, su día. Hoy se cumplirían 18 años desde que fue expulsado del Parlamento en 2002 y 14 desde que volvió al hemiciclo “hecho millones” de votos para jurar como presidente. Había acostumbrado a la población a largos discursos en esta fecha, pero hoy, apenas hablará media hora. No será en el centro del poder de La Paz, sino lejos, muy lejos, en ese Buenos Aires que solía usar como ejemplo para destacar el sacrificio de los indígenas que en tiempos de la colonia tenían que caminar miles de leguas para reclamar sus tierras en tiempos de la colonia. Su escenario no será la testera del Palacio Legislativo, sino una tarima sobre la cancha de Deportivo Español, un equipo bonaerense que supo ser de primera pero que ahora es carne de ascenso.

Tampoco estará Álvaro García Linera, su vicepresidente, que también mira el mundo desde orillas del Río de la Plata. Consultado qué significa esta fecha para él, vía telefónica, el ahora refugiado político dijo que marca el inicio de tres acontecimientos históricos: “Que en 13 años el 30% de los bolivianos haya pasado de la pobreza a la clase media, que los indígenas tengan poder político, económico y social, y que no teníamos que humillarnos ante ningún poder extranjero para pagar salarios y construir colegios”, contestó.

Todo esto, según lo expresado por la cúpula del Movimiento Al Socialismo reunida en Buenos Aires, está en riesgo. Pero el peligro, según los analistas, no vino del exterior, sino de la misma concentración de poder, falta de renovación e insistencia de mantener el mandato presidencial por parte del binomio Evo-Álvaro.

Si el primer periodo presidencial de Morales fue de acumulación de poder, de lucha callejera épica y de constante verificación de legitimidad a través de las urnas, el tercero le tocó remar contra corriente. El binomio masista venía de coronar su hegemonía política con una clara victoria en las urnas en las elecciones de 2014, que los llevó a una posesión casi apoteósica en Tiwanaku el 21 de enero de 2015. Llegaron múltiples invitados de diferentes países, hubo iluminación de cine para la transmisión en vivo de la ceremonia indígena y afuera del complejo ecológico varios helicópteros. Era una muestra de la buena salud económica del país. Todo eso comenzó a desmoronarse tras la derrota del Sí en las urnas el 21 de febrero de 2016. A partir de ese momento, toda la gestión de Morales se basó en reelegirlo a como dé lugar.

“Con la insistencia de permanecer en el poder ha deslegitimado su Presidencia, gestión y su poder estatal”, resume Franz Flores, doctor en Ciencias Políticas.

Explica que la intención de Morales de reproducir su poder a toda costa, generó animadversión en la gente y su deslegitimación -heredada tanto de las urnas por el 21-F, como de las calles luego de la sentencia constitucional que lo habilitó- estaba alcanzando a deslegitimar también la democracia.

Flores explica que esto vino acompañado con una colonización del resto de los poderes del Estado por parte del Ejecutivo: Judicial, Legislativo y, finalmente, Electoral, lo cual derivó en las denuncias de fraude masivo, la movilización de los 21 días, su renuncia y huida del país.

“Morales pretendió dominar las periferias territoriales, con un decapitamiento progresivo de los liderazgos locales. El hecho que los dos comités más golpeados, el de Santa Cruz y el de Potosí, se hayan revelado contra él, dice mucho de lo sucedido”, explicó.

Solo 72 días después de su salida del poder, el Movimiento Al Socialismo es un partido que se resquebraja a vista y paciencia de todos los bolivianos. El liderazgo y mando único de Evo Morales es fuertemente cuestionado y el jueves cuando se reúna en un ampliado de emergencia para analizar qué hacer con el binomio seleccionado en Buenos Aires para participar de las elecciones del 3 de mayo, le puede suceder lo mismo que al último partido que tuvo tanto poder como el MAS en Bolivia, el MNR, que supo partirse hasta en seis bloques distintos tras el ciclo de la revolución nacional.

El neooficialismo

Curiosamente, ese mismo día puede ser el marcado para el nacimiento de una nueva opción política. Según fuentes de Demócratas, Jeanine Áñez está en la recámara de una candidatura presidencial. Desde Palacio cuentan que su entorno más cercano la alienta a prorrogarse a través de los votos, pero hay también voces que le piden que no participe de estas elecciones y que cumpla con su misión de dar certidumbre a la transición política.

Ayer, Roxana Lizárraga, ministra de Comunicación, tuvo que responder en un set televisivo a la pregunta si Áñez será candidata. Dijo que el reto de esta administración es darle a la gente “un Gobierno que no debe fallarle a Bolivia”, pero admitió que será Áñez la que decida si será candidata o no. Recordó que su partido, Demócratas, la quiere como candidata, que así lo ha declarado Rubén Costas -también Vladimir Peña, vocero de la agrupación, y Yerko Núñez, ministro de la Presidencia- pero también recalcó que esa tienda política sacó un 4% en las elecciones de octubre.

Desde Demócratas y el Gobierno, el silencio es la respuesta oficial. Se intentó contactar a Peña, a Óscar Ortiz y a los ministros Arturo Murillo y Yerko Núñez, pero ninguno atendió las llamadas. Sí hubo altos dirigentes del partido verde que hablaron con reserva de fuente. Aseguraron que es poco probable que el anuncio de la candidatura -si se llega a dar- sea durante el discurso presidencial de hoy. Indicaron que es posible que se lo haga mañana y que todas las posibilidades de alianzas y de selección de acompañante de fórmula están abiertas.

¿Qué es el 2 o 3% que falta para cerrar la postulación? Dos cosas, lo legal y lo legítimo. Por un lado, hay una interpretación del fallo constitucional que permite la prórroga de mandatos de Añez y de la Asamblea que lee que la beniana no podría seguir en el cargo si se lanza como candidata. De esa línea es el constitucionalista José Luis Santistevan, que explica que Áñez no tiene la legitimidad emanada del voto ni los cinco años de mandato de un periodo normal, sino que su legalidad está cubierta desde hoy por esa declaración del TCP. La otra es cuánto perderá la presidenta si se lanza a la carrera electoral.

Eso lo explica el politólogo Flores. “Carece de legitimidad de origen, no es producto de las urnas. Su legitimidad proviene de haber asumido la Presidencia en una coyuntura delicada, gravísima. El pueblo ve como legítimas sus medidas porque contribuyen a la paz del país. Puede ser un error querer transformar eso en votación. Mucha gente se puede sentir traicionada, porque ratificaría el hecho de que los políticos mienten. Jeanine Áñez puede arriesgarse a perder la posibilidad de dejar un legado en el país”, sentencia Flores. ¿Será más tentador el poder que el legado? En 12 días se sabrá porque, en ese tiempo, se cumple el plazo del TSE para registrar las candidaturas.



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