Opinión

cara a cara

24 de enero de 2020, 3:00 AM
24 de enero de 2020, 3:00 AM

_Apenas retornaron del exilio, dos figuras políticas lanzaron duras críticas contra el gobernador Rubén Costas: que pactó con el MAS a cambio de permanecer en el cargo; que traicionó las causas cruceñas… la historia lo dirá. Lo cierto es que, tras el referéndum revocatorio y la matanza de El Porvenir en 2008, el MAS consiguió anular por completo a opositores de la llamada media luna. 

Prueba de ello es que ya nadie salió en defensa de Leopoldo Fernández cuando lo detuvieron por esos asesinatos, que probablemente fueron cometidos por quienes buscaban inculparlo (similar modus operandi fue empleado para inculpar a Franclin Gutiérrez, el dirigente cocalero no afín al régimen).

La detención de Leopoldo fue un acto de injusticia que debió merecer un enérgico rechazo no solo de su entonces aliado Costas, sino de todo ciudadano que deplora la conculcación de derechos. Quien calla ante la injusticia se hace cómplice de ella, dice el refrán.

_¿Dónde estaban las pititas cuando ya aparecían indicios de totalitarismo? El régimen plantaba pruebas, se inventaba delitos, mataba a testigos clave, compraba a jueces y fiscales, pisoteaba el debido proceso. Y al no tener oposición, hasta se jactaba de actuar sin medida ni clemencia. 

A José María Bakovic -que no era opositor, pero igual querían eliminarlo- le metieron 70 juicios y lo hicieron peregrinar de Herodes a Pilatos, todo con el ánimo de quebrantar su espíritu y el espíritu de algún valiente que osara denunciar los atropellos. La valentía llegó con varios años de retraso.




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