Médicos cansados de la realidad que viven a diario han publicado fotos irrebatibles en la red social Facebook. EL DEBER pudo constatar las penurias en tres hospitales

26 de enero de 2020, 3:00 AM
26 de enero de 2020, 3:00 AM

Lo que pasa adentro de los hospitales, en aquellas salas de emergencia, de reanimación, consultorios, y todos los lugares donde el ojo del ciudadano común no puede escudriñar y donde ni la imaginación más prolífica podría llegar a pensar, eso es lo que un grupo de médicos se ha animado a subir a Facebook (que puedes ver al final de la nota).

La página se llama Sala de Emergencia y contiene fotos de distintos hospitales de segundo y tercer nivel que muestran la cruda realidad de un día cualquiera. La iniciativa quiere hacer conocer la situación de las salas de emergencia y cómo trabaja el personal de salud; los médicos que ahí postean se preguntan ¿podemos mejorar las condiciones?

Las fotos hablan por sí solas, la peor de todas muestra a un paciente literalmente en el piso, descalzo, al que están reanimando con un desfibrilador (aparato electrónico que restablece el ritmo cardiaco). “Con mucha vocación y ganas para atender, sin medios físicos para hacerlo. Ni siquiera una cama. ¡Queremos soluciones reales ya!”, escribe un médico en el muro.

Lo que la red social denuncia, EL DEBER lo pudo constatar. El primer establecimiento de salud del recorrido fue el Hospital Japonés donde, sin ánimo de exageración, es desesperante la situación.

Beatriz Cuéllar tiene 70 años, es paciente con pie diabético y requiere internación. Llegó el viernes por la noche, pero como no hay cama para internarla durmió sentada en una silla de plástico adentro de un consultorio en el que el sábado por la mañana ya había 10 personas más, acomodadas de a dos por camilla o sentadas, incluso detrás de la puerta. “Esto es increíble, no puede ser que esté sentada en una silla sin comodidad. No sabemos hasta cuándo va a estar así porque no hay dónde internarla”, se lamenta su hijo que nunca pensó vivir una situación así.

La doctora María del Carmen Serrate estaba de turno en observación y consultorio pediátrico. No pudo ocultar la realidad, siete niños están usando el consultorio de Ginecología mientras esperan por un espacio de internación. “Están donde no deberían estar, en un consultorio. Si llega una mujer en trabajo de parto nos van a desalojar. Mire, las camillas donde están esos dos son prestadas de las ambulancias del Sisme porque ya no tenemos más dónde ponerlos”, confesó.

En el mismo hospital, en la sala de reanimación para adultos, el médico emergenciólogo Raúl Selum está de turno, su lugar de trabajo tiene equipos de respiradores y monitores para cinco pacientes, pero está con 11 y han llegado a tener incluso hasta 14. Durante la entrevista uno de ellos llegó convulsionando y botando líquido por la boca. Hacía un par de minutos Selum acababa de confesar: “Si llega un paciente que necesite respirador lo vamos a tener que ventilar de forma manual, precariamente” porque todos los respiradores ya tenían dueño, personas desnudas conectadas a la máquina, dormidas, a las que hay que asear, mover y regular sus respiradores. En la sala solo hay dos enfermeras para todos.

Selum explica que la de reanimación es una sala donde entra el paciente más grave, se lo estabiliza y no debería estar más de seis horas. “Si está muy grave pasa a terapia intensiva, de lo contrario se va a sala o a su casa. Pero hay pacientes internados hace seis días. Como las 14 camas de terapia intensivas están llenas, los pacientes se quedan aquí”.

Por su parte, el doctor José Luis Daga, del servicio de cirugía, tiene 12 pacientes en un consultorio de emergencia. “Como no hay dónde más internarlos se quedan en el consultorio que está hecho para que el paciente que tiene que ser evaluado se quede en observación no más de dos a seis horas”. En una habitación de 3x3 (metros) están hacinados los 12 pacientes, que, a su entender, han ido aumentando desde que está en funcionamiento el SUS. “Para albergar más gente hay que equipar más hospitales y construir más”, deduce con simple lógica.

La situación es de alarma, hay pacientes no contaminados mezclados con casos que sí están. “Tengo tres pacientes con pie diabético infectados con conducta quirúrgica para amputar el pie -para que me entienda la gente sencilla- está podrido y es un medio de transmisión de infección”, revela con preocupación.

La doctora Aydée Mamani, de la sala de reanimación pediátrica, dice que ahí debería de haber tres pacientes como máximo, pero ahora hay ocho. “Esta sala tendría que ser transitoria, pero aquí se quedan ante la falta de espacio de internación. Hay una licenciada en enfermería para toda la sala. Ya se ha hecho la solicitud de personal de enfermería, pero nada. Mire, en las camillas están acomodados de a dos, con riesgo de sufrir una caída y la responsabilidad recae sobre el personal médico”, reclama.

En otros hospitales

En el ingreso por emergencias al Hospital Francés salta a la vista un pasillo cerrado y contra la pared, una cama con una joven de 17 años acostada, con un ventilador, colchón y sábanas que su familia tuvo que llevar para mejorar las condiciones en que tuvo que ser internada por tener dengue con sangrado de encías, cuadro que complica su condición preexistente: un problema cardiaco.

“Vivimos en Bajo Olivo, por la Santos Dumont y Radial 13, primero fuimos al centro médico del barrio, que también está abarrotado y por la gravedad la tuvimos que traer aquí”, cuenta Hernando Duabyakosky, el papá.

Mucho más allá, en el Hospital Municipal de la Villa la Emergencia luce abarrotada, pero nadie quiere hablar, dicen que desde la Secretaría de Salud llegó una nota diciendo que solo el director puede declarar y este, está de vacaciones.

EL DEBER ya ocupó varias páginas mostrando el hacinamiento en la Maternidad, el hospital de niños, el hospital del Plan Tres Mil y el de Los Pocitos. No es fantasía, es realidad: la salud está en coma.






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