Opinión

Una decisión riesgosa para el país

27 de enero de 2020, 8:25 AM
27 de enero de 2020, 8:25 AM

La presidenta Jeanine Áñez decidió ser candidata a la Presidencia para el período 2020-2025, y con ese acto puso en entredicho su responsabilidad con el país, que le encomendó una tarea transitoria por un tiempo corto, que en principio debió ser de sólo 70 días.

Dificultades logísticas y de plazos electorales llevaron al Tribunal Constitucional Plurinacional a aceptar una extensión del mandato hasta julio o agosto de este año. Su misión era pacificar el país y conducir un proceso electoral transparente desde una posición de neutralidad. Ese fue el mandato de la insurrección de Octubre y Noviembre tras el fraude electoral orquestado por el MAS de Evo Morales.

Su postulación no es ilegal, ya se sabe. Pero también se sabe que la medida de la postulación a la Presidencia desde la Presidencia, cuando menos es éticamente cuestionable. Además, el hecho de no renunciar a los privilegios y ventajas del poder en tiempo de elecciones-arbitrariedad que instrumentalizó Morales para su beneficio-quedarán ahora vigentes y eso también es materia de crítica y rechazo porque riñe con las formas y los principios democráticos de igualdad de condiciones en un proceso eleccionario.

Tan cierto como que no hay ética en la búsqueda del poder, es que el poder sin ética es la corrupción de los valores y de los recursos. Mucho de eso vino ocurriendo durante muchos años con los llamados políticos tradicionales. Por eso surgió un Evo Morales, y en aplicación de ese mismo principio se quedó 14 años en Palacio, y su intención era quedarse toda la vida.

La presidenta y ahora candidata Jeanine Áñez está incumpliendo su palabra de no ser candidata, sin tomar en cuenta quizá que esa decisión pone en riesgo el destino del país, que aún no ha superado la amenaza del retorno del pasado autoritario y cuasi dictatorial de los últimos tres lustros.

El riesgo para la democracia boliviana no ha pasado. En ocasiones acecha tras las fronteras, en otras desde dentro. Es criticable también la presión que probablemente ejercieron los dos partidos principales en los que se apoya la postulación de Áñez, el Movimiento Demócrata Social de Rubén Costas y Sol.Bo de Luis Revilla, partidos que venían ejerciendo el poder en sus regiones la misma cantidad de años que Morales, y que ahora lo superaron en tiempo.

La Presidenta, que hasta ahora caminaba por la senda ancha de la historia, se está apartando de ella para transitar por oscuros callejones de la política tradicional. Habrá que preguntarse además si de aquí en adelante la Presidenta se dedicará a gobernar o a hacer campaña, si hará uso de los bienes y recursos del Estado en su proselitismo, y si pondrá al aparato del Estado al servicio de su campaña como suele ocurrir cuando una autoridad postula sin dejar el cargo.

La política tradicional boliviana parece no haber evolucionado en estos 14 años de “receso” en el ejercicio del poder nacional: ha vuelto con características parecidas a aquellas que antes del cambio de siglo llevaron al país a dar un giro radical hacia el populismo autoritario del que Bolivia acaba de salir.

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