Opinión

El tsunami político

28 de enero de 2020, 3:00 AM
28 de enero de 2020, 3:00 AM

La decisión de la presidente Jeanine Áñez de participar como candidata en las elecciones del 3 de mayo, ha causado un justo revuelo.

Y aunque el objetivo del Gobierno transitorio sigue siendo el mismo, recuperar la democracia, garantizar elecciones transparentes y evitar que regresen los autoritarios, los irresponsables y los corruptos, es legítima la preocupación generada. Se la comentaba, pero no se la esperaba, lo que deja claro que el análisis formal olvidó las decisiones disruptivas que Jeanine había adoptado hasta ahora y que no son precisamente las de esperar que las cosas ocurran por su propia inercia.

Las reacciones de una gran mayoría demuestran que todavía hay espacio para las sorpresas. Se le critica que no cumplió su palabra, que no dijo la verdad frente al mandato asumido y que ello estaría poniendo en riesgo lo avanzado y hasta la misma democracia.

Convengamos que aun sin ella de candidata, ya se estaba incorporando una confusión pre-electoral por la proliferación de candidaturas, todas legítimas; sin embargo, a la inquietud de una posible dispersión del voto, habría que recordar que la ciudadanía ya sabe dar la solución final. En política se evalúan los resultados. Una lideresa casi desconocida hace 3 meses, hoy ha logrado modificar la comodidad de los cálculos y los calculadores, ¿porque?

Tendremos que recordar que nadie es dueño de las pititas y las rotondas, y que la renuncia y huida de Morales, se produjo por la suma de un conjunto de variables, circunstancias, coyunturas, acciones y personas, que al existir todas, alinearse en el momento preciso y acompañar a la ciudadanía en las calles, produjeron la transición democrática que vivimos. Esto es válido, también, recordárselo a todos los candidatos.

¿Cuál es la razón por la cual, Jeanine fue incorporada como posible candidata, cuando su mandato era otro? Quizá la preocupación por la dispersión del voto y la necesidad de consolidar el proceso, como en algún momento reflexionó, y porque logró en muy poco tiempo expresar de manera sencilla y sin la solemnidad del protocolo, que no se enredaba en sus discursos, que hizo lo que decía, que le cortó las alas a quienes pretendieron armar su esquemas propios, todo, con una sonrisa. Sin embargo, ¿eso es suficiente para que sea candidata y modifique un orden laboriosamente logrado?

Convengamos que el servicio al bien común y al futuro, es un trabajo noble y debemos revalorizarlo. Valoremos que ofrecer el propio tiempo, dedicación y tranquilidad por los demás, debe ser reconocido. Aceptemos que es la realidad quien coloca las proporciones y los entusiasmos en sus justas dimensiones. ¿Es preocupante que haya muchos ciudadanos que aspiren servir a su pueblo? La respuesta es un NO, rotundo. Opciones, propuestas y debate es lo que se necesita y de lo que nos privaron con chantajes.

¿Llegarán todos al final? NO. Ya hemos conseguido la modificación de un gobierno autoritario y corrupto, recuperamos el valor de respirar sin temor y hemos hecho respetar nuestro voto. Ahora hay que reconstruir la patria y para eso el MAS debe ser derrotado en las urnas.

La gente no pondrá en riesgo su voto. Queremos vivir en una Bolivia que respete la diferencia, incluya a todos y facilite las decisiones que se adoptarán en los territorios, en equilibrio y seguramente en camino al federalismo. La única diferencia es que ahora, todos son candidatos, y el proceso electoral se encamina a elecciones transparentes que no deben aprovecharse del poder como durante el gobierno del MAS. El Tribunal Electoral que tenemos, es una garantía para ello.

El 3 de mayo vamos a votar por quien nos garantice recuperar la democracia. Aprendida la lección, ¡que se abra el debate ciudadano!

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