Opinión

El amoniaco de Bulo Bulo

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18 de febrero de 2020, 3:00 AM
18 de febrero de 2020, 3:00 AM

A inicios el siglo XX, Chile era un país ciertamente rico y la causa de su riqueza fue el nitrato, recurso usurpado a los bolivianos y a los peruanos en complicidad con los ingleses. El nitrato era indispensable en ese entonces para la fabricación de pólvora y era magnífico como abono o fertilizante. A finales del siglo IXX se inicia la agricultura industrial e intensiva, por lo que los fertilizantes nitrogenados se hacen indispensables.

Los británicos dominaban el mercado del nitrato de Chile y vendían el producto a todo el mundo; sin embargo, para desgracia de los chilenos, en 1909 los químicos alemanes Fritz Haber y Carl Bosch descubrieron una forma barata para producir Amoniaco (NH3) a partir del aire; (el nitrógeno se encuentra en un 78% en el aire que respiramos). Si al amoniaco se le agrega el carbón del gas metano se obtiene la famosa urea, (CH2N2 CO), motivo de tantas discusiones en la actualidad.

Para 1958 el negocio del nitrato de Chile prácticamente había desaparecido, sustituido por los productos de síntesis a partir del amoniaco. En la actualidad los principales fertilizantes utilizados por la agricultura en el mundo son la urea, los fosfatos mono y di amónicos el sulfato de amonio, el nitrato de amonio cálcico entre otros, todos obtenidos a partir del amoniaco. Bolivia fertiliza apenas una cuarta parte de su superficie cultivada empleando para ello 150 .000 toneladas de fertilizantes importados, los que en su mayoría son los citados y con un costo de de al menos 70 millones de dólares.

En el éxtasis de los megaproyectos faraónicos de la anterior administración se incluyó una planta de amoniaco y urea en el afán de iniciar la industria de la petroquímica y de darle mayor valor agregado al gas boliviano. La idea en sí es fabulosa, solo que por supina ignorancia y prepotencia, los genios planificadores ubicaron la planta en el lugar menos indicado en consideración a la cercanía del mercado y vías de comunicación y en el lugar más húmedo de Bolivia teniendo en cuenta que la urea es extremadamente higroscópica. La ubicación de la planta de amoniaco y urea en Bulo Bulo equivale a construir un astillero (instalación destinada a la construcción y reparación de embarcaciones) o por lo menos una escuela de marinería en Potosí a 4000 m.s.n.m. 

La total falta de transparencia desde el principio de este proyecto ha hecho que desde su apertura este complejo petroquímico operara a media máquina, gracias a una increíble ineptitud y obvia corrupción. Ahora se especula que en base a una auditoría se pueda justificar su traslado cosa tan extrema como inviable. En todo caso, se debe consultar con gente que sabe para darle a esa industria su verdadera importancia desarrollando todo su potencial además de aumentar el rendimiento de los productos agrícolas del país en al menos un tercio.

Más del 80 % del amoníaco producido en las plantas petroquímicas en el mundo es usado para fabricar todo tipo de fertilizantes. El otro 20% es usado en textiles, explosivos, plásticos, en la producción de pulpa de papel, en alimentos y bebidas, productos de limpieza domésticos, refrigerantes y otros productos. El amoniaco se convierte en ácido nítrico, base de los nitratos con el que se produce el nitrato de amonio fertilizante y potente explosivo, el nitrato de potasio, el nitrato de calcio. 

La reacción del amoniaco con ácido fosfórico se transforma en el segundo y tercer fertilizante más usado después de la urea en Bolivia: los fosfatos mono y di amónicos MAP y DAP; haciendo reaccionar el amoniaco con el ácido sulfúrico se obtiene el sulfato de amonio un excelente fertilizante sintético.

 El departamento de Cochabamba además posee importantes yacimientos de apatita, mineral del que se extrae el fósforo, tiene abundantes calcáreos y magnesio.

 Potosí cuenta con ingentes cantidades de potasio y azufre, con esa riqueza Bolivia no debería estar a expensas de las importaciones de fertilizantes y podría convertirse en exportador de fertilizantes, además de alimentos como todos los países vecinos. Esta vez no hay espacio para equivocaciones, no hay circo que aguante tantos elefantes blancos, la solución solo pasa por un estudio honesto altamente calificado y absolutamente despolitizado. Considerando que el proyecto viene lastrado por un importante componente político regionalista, viene con un tremendo pasivo económico por sobredimensionamiento, sobre precio y corrupción, el problema es verdaderamente mayúsculo y no da para improvisaciones. 

Albert Einstein, el sabio, decía: no hagas siempre lo mismo si quieres resultados diferentes. Entonces, qué tal si por esta vez dejan de ser ineptos, incapaces y corruptos y privilegian la honestidad, la tecnología, los conocimientos, la transparencia y el sentido común?



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