El irrespeto a la voluntad popular y a la alternancia en el poder tenían a la población molesta con Evo Morales antes de asistir a las urnas el 20 de octubre. Ahora, muchos se sienten herederos de la victoria ciudadana de 2016

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21 de febrero de 2020, 3:00 AM
21 de febrero de 2020, 3:00 AM

Con Evo Morales fuera del poder, los activistas y políticos se concentran cada vez más en la campaña electoral y reconocen que el referéndum del 21 de febrero de 2016 (21-F) fue un hito que marcó la salida del poder del hombre que más año gobernó Bolivia. Nadie duda que el 51,3% que obtuvo el No a la reelección indefinida, prácticamente selló el final de la hegemonía del MAS y registró el inicio de la caída de su líder.

“No supimos leer esa decisión de las urnas y fue el motivo de nuestra caída, fue el Caballo de Troya de los partidos políticos de oposición para desprestigiar a nuestro gobierno. Eso nos deja como lección que los resultados de los referéndums deben ser acatados”, dice ahora Henrry Cabrera, diputado del MAS.

Sin embargo, solo seis meses antes de renunciar, Morales daba por enterrado el 21-F. Lo acababa de visitar Luis Almagro, secretario general de la Organización de Estados Americanos, el hombre al que se encomendaba toda la oposición boliviana para que frenara las intenciones prorroguistas de Morales, y tras visitar su chaco en Chapare, había declarado que decir que Morales no podía participar de las elecciones era discriminación. Tras ese hecho, Morales declaró muerto del 21-F y se comprometió a respetar los resultados de la elección del 20 de octubre; pero algo ya estaba inoculado muy dentro de los electores.

Alternancia y democracia

Ocho días antes de las elecciones del 20 de octubre del año pasado, la Universidad Gabriel René Moreno, en alianza con las universidades Evangélicas, NUR y Utepsa aplicaron una encuesta para conocer la intención de voto de la ciudadanía en general y de los estudiantes universitarios en particular. Más allá de la predicción de un resultado electoral, el estudio de opinión descubrió que el rechazo a Evo Morales escalaba hasta el 65% en los universitarios y hasta el 63% en la población en general. Cuando a ambos grupos se les preguntó si estaban de acuerdo que Morales continúe en la Presidencia, solo el 8% de los universitarios respondió que sí. 

En la encuesta a la población en general esa cifra se duplicó y llegó al 16%, pero hubo dos categorías en esta pregunta que acapararon el mayor porcentaje: “No, porque debe haber alternancia en el Gobierno” (25% en la población en general, 30% entre los universitarios) y “No, porque perdió el referendo” (30%/37%). Esto llevó a concluir a Daniel Valverde, director del Observatorio Político Nacional de la Gabriel René Moreno, que había dos cosas que movían al votante antiEvo en Santa Cruz: El respeto a la Constitución (la alternancia expresada como el límite a la reelección del artículo 168 de la CPE) y el respeto al voto como expresión de la voluntad ciudadana.

La situación política, según este estudio, tenía pesimista a la población antes de concurrir a las urnas. Pese a que la situación económica personal la definían como de regular a buena, cuando se le preguntaba por las finanzas del país en general, la percepción cambiaba de regular a mala. La gestión de Evo era vista como mala o muy mala por el 52% de los encuestados. 

Detrás esta respuesta, para los analistas del estudio, estaba el irrespeto al voto popular, que comenzó a desportillar la imagen de presidente que en un momento fue inmune a las crisis. La aprobación de la gestión de Morales tuvo picos de hasta el 80% durante la nacionalización y supo caer por debajo del 40% luego del gasolinazo y de la represión en Chaparina, pero tenía la capacidad de regenerarse y ganar elecciones, como en 2014 después de ambas crisis, con más del 60%.

Este ‘blindaje’ había llevado a sus opositores a ni siquiera atacarlo durante las campañas políticas. Creían que cualquier ataque a la imagen del expresidente, lo hacía crecer. Así lo confesó un estratega político que participó en la campaña por el No en el referéndum del 21-F. 

Allí, según el estratega que pide no ser nombrado, todo cambió cuando el 3 de febrero de 2016 Carlos Valverde hizo pública la existencia de Gabriela Zapata, gerenta de una empresa china que tenía contratos por más de $us 500 millones con el Estado y con la que Evo Morales, hasta ese momento, creía que había tenido un hijo. El estratega asegura que la duda sobre la honestidad del presidente, quitó el blindaje y nunca más se pudo recuperar. ¿La clave? Que ningún político apareciera durante la campaña, que sea ciudadana.

A partir de allí, Morales no hizo más que ceder y perder: código penal, demanda marítima ante La Haya y en sus últimas horas, contrato de industrialización del litio con Alemania. En lo único que no cedió fue en su idea de repostularse. “Respetar el 21-F es respetar una mentira”, dijo en agosto de 2019, mientras miraba a una selección femenina de fútbol de Chapare al borde de una cancha auxiliar del Félix Capriles.

“Muchos de los legisladores no queríamos ir al referéndum del 21-F, pero del Conalcam salió la idea. Trajeron un bajón para el MAS, porque al final fue el primer debilitamiento, la primera pérdida del partido en una elección, en una votación. Después, no pudimos sobrellevar la derrota. Por más propuestas que hacíamos, la gente decía que habíamos ignorado el voto, la ciudanía estaba harta de nosotros y los opositores aprovecharon eso y la Biblia para dar un golpe de Estado”, analiza ahora Édgar Montaño, diputado del MAS.

Para Gustavo Pedraza, vicepresidenciable de Comunidad Ciudadana, el desconocimiento del referéndum del 21-F se constituyó en la ruptura constitucional que consolidó el autoritarismo sin retorno de Evo Morales; y provocó la indignación social que impulsa las movilizaciones de la gente. “El 21-F, el 20-O y el 10-N tienen una línea de conexión y continuidad en el restablecimiento de la democracia y la libertad en Bolivia”, dice. Su compañero de fórmula, Carlos Mesa, asegura que no se podría entender todo lo vivido en el periodo electoral y en los 21 días de movilizaciones sin el No en el referéndum “a una presidencia casi vitalicia”.

“Ese No fue un elemento clave en la historia política del país de ponerle freno al autoritarismo y a un Gobierno hegemónico que se iba a quedar definitivamente en el poder. El 21-F se convirtió en un referente que fue parte de una campaña política electoral ciudadana, durante varios años, y muy consistente en el que el planteamiento que hicimos fue no vamos a aceptar que se burle la voluntad popular. Eso nos permitió derrotar a Evo Morales obligándolo a un fraude y luego derrotándolo completamente obligándolo a su renuncia”, grafica Mesa.

Vigencia del 21-F

Pese a que, como lo indicó el estratega político que participó de la campaña en 2016, la estrategia fue hacer política sin que aparezcan los políticos abanderando el No, ahora son muchos los que se sienten herederos de ese triunfo. Mesa, de hecho, pidió que se recuerde que él fue el primer político que se manifestó por el No, allá a finales de septiembre de 2015, luego de la entrevista en la televisión chilena sobre la demanda marítima.

Tuto Quiroga ha bautizado su alianza con el MNR como Libre 21 y Demócratas intentó cosechar gratitudes llamándose Bolivia Dice No en las elecciones del 20-0. Hoy se llaman Juntos y siguen reivindicando que ellos son los verdaderos garantes de ese No. Así lo asegura Tomás Monasterio, candidato a primer senador por Santa Cruz. 

Dice que esta no es una elección cualquiera, que se juega el futuro de Bolivia -el mismo discurso de Mesa en 2019- que no puede quedar en manos de la inexperiencia -dardo para Camacho- o de la incertidumbre -dardo para Mesa-, que se debe buscar seguridad en la construcción de una nueva Bolivia, en profundizar la democracia y acabar con el abuso de poder. Asegura que para el 21-F su partido se movilizó al servicio de la población y que después del 12 de noviembre -Con Jeanine Áñez en el poder- han garantizado el 21-F con un Tribunal Supremo Electoral probo y un padrón saneado.

Pero, más allá de Evo Morales, ¿quedará algo inoculado en la población que los políticos no han detectado, como le sucedió al MAS en octubre último? Puede que sí, y es otra encuesta la que da indicios de ellos. El muestreo de CiesMori para tres redes de televisión pregunta a la población si aprueba que Jeanine Áñez se haya presentado como candidata. El 65% desaprueba. 

El rechazo a su candidatura es incluso mayor a la postulación a senador de Morales (63%) y ciertas condiciones se repiten: pese a que las familias tiene una situación económica igual o mejor que el año pasado (63%), cree que el país está peor que el año pasado (43%) o igual (20%). La mirada hacia el mañana reina una mezcla entre pesimismo (peor 23%) e incertidumbre (no sabe, 32%) y el optimismo se ve reducido a poco más de un tercio (37%). Quizá, haya otro mensaje en camino que solo se descifrará después del 3 de mayo.

Recordarán la fecha

En Santa Cruz, distintas plataformas ciudadanas tienen previsto recordar los cuatro años del 21-F. En la capital cruceña habrá iza de la bandera en el Comité pro Santa Cruz (8:00) y a las 18:00 habrá una concentración de las plataformas en la plaza principal.

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