Miércoles de Cenizas. ¿Qué se debe hacer en la festividad católica que marca el inicio de la Cuaresma?

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26 de febrero de 2020, 3:00 AM
26 de febrero de 2020, 3:00 AM

Aida Domínguez P. - [email protected]

La Iglesia católica celebra hoy miércoles de ceniza, lo que marca un tiempo litúrgico con el que inicia la Cuaresma. Una ocasión para que los fieles preparen su alma para entrar a la semana mayor o Semana Santa.

La misionera chilena Isabel Margarita Rojas, que visita el país desde hace 24 años, por esta fecha, para impartir talleres de sanación interior, explica qué se debe hacer en estos 40 días.

Escuchaste hablar de ayuno, oración y penitencia, ¿verdad? A ello se refiere la predicadora.

Un camino de 40 días

“En este tiempo, debemos darnos cuenta que hay muchas cosas que no nos sirven o que son innecesarias para vivir, por ejemplo, hoy la gente vive para el cuerpo, y está ensimismada en lo material.

Por ello, el miércoles de ceniza es un llamado a todos los católicos a mirar hacia adentro de si. La Biblia, en 1era. de Juan, 2:15-17, dice: no vayan detrás de las cosas del mundo, porque ahí no está el amor del Padre. La ambición, la codicia, el deseo de tener, de placer, de poder, no está tras lo que quiere Él, aclara Rojas.

Todas las cosas del mundo te impiden ir por el camino que indica el Señor. Es tiempo de despojarse de lo vano. Es tiempo de ayuno, de oración y de penitencia.

¿Qué es el ayuno?

Sobre esto la hermana explica que el ayuno no es una dieta. “Es lo que nos llevará a encontrarnos con el Padre. Cuando uno hace dieta, el fin es ser delgada, en cambio cuando la persona que ama a Dios, entra en ayuno, en oración y en penitencia, el fin es otro, es tener un encuentro profundo con el Creador.

Ese día de ayuno hay que tener presente que hay mucha gente que no come nada, que no prueba ni un bocado en semanas; entonces me uno a su hambre y a su dolor, porque es una criatura tan hija de Dios, como yo. El Señor me hace tomar conciencia que hay una exageración en mi manera de vivir y mi corazón se va volviendo de carne y dejando de ser de piedra.

Al ayunar, solo como pan y agua, y tomo mi comida o el dinero que iba a gastar en mi desayuno o almuerzo para darle a un hermano carente, el que Dios me muestra; la oración me sostiene”.

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