Opinión

Es la economía, necio

28 de febrero de 2020, 3:00 AM
28 de febrero de 2020, 3:00 AM

La frase “es la economía, necio (o estúpido)” (del inglés “the economy, stupid”) fue un eslogan de la campaña electoral de Bill Clinton en 1992. Fue determinante para cambiar la atención de los votantes hacia el ámbito económico, luego de éxitos diplomáticos del gobierno de Bush. Fue una frase acuñada por el estratega político James Carville, como uno de los mensajes de la campaña de Clinton.

Carville es conocido en Bolivia por el asesoramiento al expresidente Gonzalo Sánchez de Lozada en su campaña en 2002. Si bien fue exitosa porque “Goni” fue elegido, hoy es un caso de estudio de la ciencia política de una consultoría que produjo un ganador, pero no un gobernante. Está plasmado en el documental “Our Brand is Crisis” (Nuestra marca es crisis) y retratado en la película de similar nombre con la simpática Sandra Bullock.

La frase cobra relevancia en el actual contexto. Si en las elecciones del 20 de octubre el énfasis fue la recuperación de la democracia, el foco de atención debe tornarse en la economía. Esto en virtud de varias razones.

Primero, porque se agotó la forma de hacer economía de los últimos 15 años. Los indicadores son claros: la actividad económica del sector público se ha estancado en $us14 mil millones, la economía está creciendo por debajo del 3% desde mediados del año pasado, el déficit fiscal se encuentra en torno a $us 3 mil millones desde 2018, por señalar los más relevantes.

Segundo, porque evaluaciones externas nos muestran a la zaga del resto del mundo. Puesto 150 en la facilidad de hacer negocios, 105 en el de competitividad (o productividad), 114 en el de desarrollo humano, 112 en el de diversificación (complejidad), por dar algunos.

Y, finalmente, porque la respuesta a las demandas ciudadanas se encuentra en el área económica. Luego de recuperado el estado de derecho, las inquietudes se trasladarán a mejores ingresos, mayor bienestar social, menos pobreza, aspectos propios de economistas.

Parafraseando al político inglés del siglo XVII Edmund Burke en sus reflexiones sobre la Revolución Francesa “…la época de la caballería se ha ido; llegó la de filósofos, economistas y matemáticos”.

Es hora de que los economistas pongamos nuestras capacidades profesionales a disposición de la sociedad. No solo con obvios diagnósticos macroeconómicos, sino en análisis y prescripciones serias de política económica para los sectores y rubros con el ánimo de transformar Bolivia.

Se necesitan economistas que puedan fungir como tales. Una descripción de la labor requerida la hizo el famoso y controvertido economista inglés John Maynard Keynes en 1924, cuando homenajeó póstumamente a su colega Alfred Marshall, de la siguiente forma: “El economista debe poseer una rara combinación de dones. Debe alcanzar un elevado estándar en diferentes direcciones y debe combinar talentos que a menudo no se encuentran juntos. 

Debe ser, en cierta medida, matemático, historiador, estadista, filósofo. Debe entender símbolos y hablar con palabras. Debe contemplar lo particular a la luz de lo general, y tocar lo abstracto y lo concreto en el mismo vuelo de su pensamiento. 

Debe estudiar el presente a la luz del pasado para los propósitos del futuro.

 Ninguna parte de la naturaleza humana o sus instituciones debe permanecer ajena a su consideración. Debe tener un propósito claro y a la vez parecer desinteresado; distante e incorruptible como un artista, sin embargo, muchas veces tan cercano a la tierra como un político.”

No poseemos esas virtudes, pero debemos perseguirlas sobre todo en este momento que nos demanda una responsabilidad nacional.

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