Opinión

Teléfono de casa

13 de marzo de 2020, 3:00 AM
13 de marzo de 2020, 3:00 AM

La última composición musical de René Pérez (Residente. Ex Calle 13) que hace una retrospectiva muy personal de su vida, con un tono intimista y confesional, ha logrado conmover a millones de personas en todo el mundo y se ha convertido en una pieza de estudio donde cada estrofa es auscultada y explorada en sus múltiples significados.

En este original repaso de la vida del cantante, hay una parte que dice: “…quiero llamar al 7550822 /a ver quién contesta (…) y si me contestan/quiero decirles que quiero volver/ que quiero salir de este hotel/ y desaparecer…”. Este número, el 7550822, se repite muchas veces y se ha sabido que es la línea de teléfono fijo de la casa de la Calle 13 del pueblo de Trujillo, donde Residente vivía en su natal Puerto Rico, antes de convertirse en la estrella que es actualmente.

La referencia al número telefónico de su casa natal me ha llevado también a recordar el número de la que fue mi casa familiar, la de mis papás, y descubrir que existen algunos elementos y registros de nuestras vidas que, más allá de la simple representación alfanumérica, los tenemos grabados para siempre y evocan situaciones, personas, entornos, recuerdos, vivencias, y que, por ejemplo para mi, el 32-6863 (sin el dígito 3 por delante, que llegó después), es un sello personal que me transporta décadas atrás, como lo debe hacer el particular número de teléfono, casilla postal o dirección de cada uno de los lectores de este artículo.

Esta alusión también nos permite reflexionar sobre los extraordinarios cambios tecnológicos que se han dado en estos últimos 20 años en el área de las comunicaciones. 

En el caso de los operadores de telefonía fija local, hay muchas explicaciones para entender la lenta e inexorable agonía que padecerán las cooperativas de teléfonos que, por un lado, no avizoraron lo que se venía; no los dejaron legal y operativamente responder a la irrupción tecnológica; no tuvieron la agilidad y flexibilidad que los tiempos demandaban para reinventarse, o tal vez, el desembarco de grandes operadores digitales los pilló desprevenidos o una combinación de todas estas razones.

Esta despiadada realidad se la puede comprobar con un simple ejercicio mental: marquen en su cabeza el número de teléfono de la casa de sus padres y es muy posible que del otro lado de la línea todavía suenen las reminiscencias y añoranzas de una época distante; y que incluso, escuchen las voces de aquellos que ya no están. Por el contrario, si recuerdan o tienen todavía un teléfono fijo en la actualidad, lo más probable es que esté desenchufado o fuera de servicio. En mi caso particular, por los múltiples traslados de domicilio, mi número ha ido cambiando a lo largo de los años y para recordarlo tengo que revisar mi propio contacto, en mi teléfono celular.

Mi aparato telefónico hogareño, además de ser decorativo, es uno de los juguetes favoritos de mi nieta y las pocas veces que suena, ya no corro a contestar porque sé que escucharé la grabación que confirma que ahí solo sobreviven -no sé hasta cuándo-, los ecos del pasado: “COTAS le informa que su factura del mes X se encuentra disponible y puede ser cancelada en cualquiera de las instituciones de cobranza, si quisiera conocer el monto adeudado llame al 105 o 103”.

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