Miguel Hernán, epidemiólogo de la Universidad de Harvard, considera que se desperdició las semanas de ventaja que ofreció China con sus duras medidas y que eso ha influido en la propagación del coronavirus Covid-19 convertido ahora en pandemia

El Deber logo
15 de marzo de 2020, 8:13 AM
15 de marzo de 2020, 8:13 AM

Diario El Confidencial

Profesor de Epidemiología y Bioestadística de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard, Estados Unidos, el español Miguel Hernán (Madrid, 1970) trabaja en el uso de datos para establecer inferencias causales en diversas enfermedades, incluidas las infecciosas. Como epidemiólogo sigue de cerca los datos del Covid-19 y ve con preocupación la situación de Europa y de su país de residencia por la lentitud con la que han tomado medidas.​

En una entrevista telefónica concedida a Teknautas, asegura no comprender cómo el mundo pensó que el coronavirus no le concernía, desperdiciando las semanas de ventaja que ofreció China con sus duras medidas. Tampoco entiende cómo Estados Unidos limita los viajes desde Europa, que registra más casos, simplemente, porque realiza muchos más test. Asimismo, explica las muchas dudas que aún existen sobre cómo se comportará el virus a partir de ahora.

-Las autoridades nos dicen que hay que "frenar la curva", es decir, que no podemos parar el virus, pero sí evitar que vaya rápido y colapse el sistema. ¿Es el mensaje adecuado?

Es el mensaje clave, el que se debería haber dado antes, pero más vale tarde que nunca.


-¿Se podían haber hecho mejor las cosas?

Mirando hacia atrás es más fácil tomar las decisiones, pero es cierto que China nos ha dado tiempo. A pesar de su retraso inicial en reconocer lo que estaba pasando, en cuanto lo hizo tomó unas medidas muy drásticas que nos ofrecieron un mes para poder actuar. El problema es que la mayor parte del resto del mundo, incluido España, lo ha desperdiciado.

-¿Y la OMS?

La OMS tiene que tener en cuenta muchas cosas y su proceso de toma de decisiones es muy complejo. Yo no me siento capacitado para hacer un juicio de valor sobre su actuación, pero estoy muy contento de que al final haya declarado que es una pandemia. Tenía que pasar cuanto antes y es importante porque cambia la mentalidad de la gente, pasamos de pensar que es algo que sucede de manera aislada en ciertos países a pensar que todos estamos involucrados.

- ¿Qué lecciones nos va a dar esta pandemia?

En cierto sentido, no es una sorpresa, sabemos que va a haber pandemias cada cierto tiempo, no sabemos cuándo pero no es totalmente inesperado. De todas formas, hay sociedades mejor preparadas que otras y el caso de Estados Unidos es extremo, los planes para afrontar una pandemia empezaron a desmontarse hace tres años por razones de presupuesto. Otros países estaban mejor preparados, Corea y Singapur son ejemplos de cómo se puede tomar el control en este tipo de situaciones.

-¿Eso quiere decir que ahí, en Estados Unidos, el problema puede ser más grave?

Sí, puede serlo. Hay dos problemas relacionados. Uno es el complejo sistema sanitario que tenemos: una gran parte de la población tiene seguros de salud privados y otra gran parte de la población, ni siquiera eso. Pero hasta los que tienen el seguro privado están en una situación de copago para casi todo. Si le dices a alguien que le haces un test, tiene que pagar por él. Si le sale positivo, le pasan la factura del hospital. Si se queda en casa, no hay seguro de baja, así que pierde todo su sueldo. Es una situación que no se da en ningún otro país occidental.

Y el segundo problema es que no hay test disponibles por la forma en la que se ha llevado la situación desde las distintas agencias del gobierno. Estados Unidos ha hecho 15 test por cada millón de personas, mientras que en la Unión Europea son 350. Así que el número de casos que se han reportado en Estados Unidos es mucho más bajo del que hubiera sido con más capacidad para hacer las pruebas. Hay muchos hospitales que piden desesperadamente test y no les llegan, no hay. Hasta cierto punto es sorprendente que este país se permita prohibir viajes desde Europa simplemente porque Europa reporta más casos debido a que realiza más test.

-¿Ese ejemplo de Estados Unidos implica que un sistema público es más eficiente en una crisis como esta?

 Sí, claro. Eso es cierto para todas las preguntas de salud pública.

-¿Y la decisión de prohibir los viajes o cerrar fronteras?

Esto ya casi es de cultura general. Hay dos fases en una epidemia. La primera es de contención, hay que identificar los casos y a todos sus contactos y no dejarles que viajen. Pero esa fase ya la hemos pasado, hay tantos casos y tantos contagios que no hay sistema en el mundo que pueda hacerlo. En los países occidentales, en lugar de usar los recursos para poner a gente a seguir la pista, hay que hacer mitigación, cerrar colegios y teatros, como se está haciendo. En esta fase las restricciones de viajes ya no parecen tener sentido. Es muy cuestionable que vaya a ser útil.

Sin embargo, cuando uno viaja y se monta en un avión va en un espacio reducido y en ese sentido esa restricción es igual de útil que cualquiera que evite que mucha gente se junte en un sitio. Pero no tiene sentido por el viaje en sí, si hay la misma gente infectada en España que en Estados Unidos, no poder viajar no va a cambiar la dinámica de la epidemia.

-¿Deberíamos estar tomando medidas aún más duras?

Estamos en una situación compleja. El virus no se puede parar, pero si uno quiere que se ralentice al máximo, hay muchas cosas que podrían hacerse. En Wuhan no dejaban a la gente salir de casa, la policía les daba palos por la calle y ponía cadenas en los portales: pero hay que mantener un equilibrio entre los derechos individuales y la salud pública. Lo que se está haciendo ahora mismo en Italia no se había hecho nunca en tiempo de paz en un país occidental, no sé si se puede ir mucho más lejos.

-¿La situación de España será como la de Italia en unos días?

En España tiene mala pinta viendo cómo crecen los números y teniendo en cuenta que las últimas medidas que se han puesto en marcha no van a tener efecto hasta dentro de un par de semanas.

-En China los números son mucho más esperanzadores, pero teniendo en cuenta las medidas que tomaron, ¿estamos condenados a que la situación se prolongue aquí mucho más tiempo?

Es posible. Pero voy a matizar una cosa. En Wuhan las medidas fueron extremas, la gente lo ha pasado muy mal, pero solo allí y en los alrededores. El resto de China tomó medidas rápidamente y esas medidas son las que han conseguido que no se extienda la epidemia. El resto de China hizo lo que se debía hacer, actuar muy rápido. Es decir, si uno va a cerrar los colegios, cuanto antes mejor, no se gana nada por retrasar el cierre. Si se hace una semana más tarde, la efectividad baja.

Lo más sorprendente es que el mundo entero fuera de China ha visto esta situación como si no fuera con ellos. En España la semana pasada la prensa informaba de la situación de Italia como si fuera algo de allí y España no estuviera en la misma vía. Nunca pensamos que nos va a pasar lo que les ocurre a otros, pero China tuvo la visión de que lo que sucedía en Wuhan iba a pasar en el resto del país si no actuaban rápidamente. En el resto de China no hubo policías por las calles dando palos o poniendo cadenas. Simplemente, usaron estrategias de contención y mitigación que, si se hubieran implementado en Europa, habrían evitado esta situación.

-Así que actuamos tarde…

Es fácil decirlo. Si esto vale para que la próxima vez se tomen decisiones rápido, estupendo. Ahora mismo en España todavía hay comunidades autónomas que creen que el problema de sus vecinos es distinto. Si China hubiera pensado así, tendrían una epidemia mucho más grande.

-Angela Merkel ha dicho que puede afectar hasta al 70% de la población. ¿Tiene razón?

Es difícil de saberlo en este momento porque no tenemos suficientes datos. Mi colega de Harvard, Marc Lipsitch, hizo modelos matemáticos que predecían un contagio de entre el 40 y 70% de la población adulta mundial si no se hubieran tomado medidas. Eso es perfectamente posible, pero si se ralentiza la epidemia y da tiempo a que crear una vacuna, sería un número más bajo. También puede dar tiempo a crear un tratamiento y, en ese caso, la enfermedad no sería tan grave.

-Pero a medida que nos infectamos todos, ¿se generará inmunidad que contribuya a disminuir la expansión?

Esa es una de las incógnitas: cuánta inmunidad va a dejarnos este virus. Este es el séptimo coronavirus que conocemos. Están el SARS, el MERS y otros cuatro que forman parte de los muchos virus del resfriado común que existen. Pues bien, esos cuatro coronavirus del resfriado común no dejan inmunidad para toda la vida y por eso muchos nos volvemos a infectar, así que no está claro lo que va a pasar. Quizá pase por toda la población y con el tiempo se convierta en el quinto virus del resfriado común y ya está, o quizá algo más grave, pero es imposible de saber.


-¿No se hará menos virulento a medida que se adapta al ser humano?

No podemos confiar en ello, pero es otra posibilidad. De hecho, el virus que se detectó en Wuhan en su momento parece que era más virulento que las versiones del virus que están circulando en este momento, así que ya hay algo de evidencia de que eso va a pasar.

-¿El calor de la primavera y del verano jugará a nuestro favor?

Quizá, pero no se sabe en qué medida. Casi todos los expertos piensan que cuando llegue el verano la epidemia va a bajar y lo más probable es que vuelva en octubre. ¿Cuánto calor o cuánta humedad hacen falta? Es muy pronto para saberlo.

- ¿Tendremos mejores herramientas para evitar la próxima pandemia?

Vamos a tenerlas si aprendemos la lección. Hay virus que saltan y son fáciles de controlar, como MERS, y otros, como este, en los que es prácticamente imposible. El SARS fue un caso intermedio, estuvo a punto de convertirse en pandemia, pero gracias a unas medidas de contención fuertes se paró. Creo que podemos ser optimistas, que los seres humanos podemos organizarnos para detener o mitigar pandemias. Si esta situación vale para que nos pongamos de acuerdo para la próxima, será lo bueno que sacaremos.

Tags