Opinión

La sostenibilidad del tipo de cambio

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20 de marzo de 2020, 3:00 AM
20 de marzo de 2020, 3:00 AM

Antonio Rocha Gallardo - PRESIDENTE - CNDA

Esta semana hemos escuchado al respetable ministro de Economía que en tanto se mantenga el Gobierno de transición no se devaluará la moneda boliviana manteniéndose el tipo de cambio inalterable, en razón al buen clima de inversión en el país, las razonables reservas internacionales y las previsiones de ingresos con base a la adenda del contrato de venta de gas natural al Brasil, que prevé incrementar los ingresos de 4.000 a 6.000 millones de dólares anuales, durante los próximos seis años, a los precios del PGE 2020.

Como en economía lo único constante es la dinámica del cambio, el escenario de crisis que ya vive el país y el mundo, parece confabular con las previsiones de nuestras autoridades, que por muy bien que lo están haciendo, manteniendo la economía a flote después del desastre acumulado en 14 años, se verán bajo mucha presión sobre el manejo de algunas de las variables macroeconómicas claves como la tasa de interés, el tipo de cambio, la inflación y el nivel de reservas internacionales.

Lamentablemente el Covid-19 impactará en mayor grado sobre las economías menos desarrolladas por su escasez de recursos económicos y por la fragilidad de sus sistemas productivos dependientes de materias primas extractivas y agropecuarias, cuyos precios se han venido desplomando en las últimas semanas, tal el caso del barril del petróleo que a inicios de semana bajó a 23 dólares el barril, su menor nivel histórico desde 2002, lo que afectará al precio del gas natural exportado a Brasil y Argentina, o el caso de la soya que en la Bolsa de Rosario cotizó a inicios de semana en 308 dólares FOB la tonelada, lo que podría representar una reducción de precios de la producción boliviana en plena cosecha.

Esta conjunción de males tendrá efecto negativo sobre la balanza comercial y la balanza de pagos, agravando el déficit comercial y peor aún devaluando el valor de la balanza comercial producto no solo de una caída previsible en las exportaciones, sino además en las importaciones por la contracción de la demanda interna.

La presión sobre el tipo de cambio no proviene solo de las importaciones, sino en la previsible reducción de las remesas, un mayor déficit público, la deuda interna a los afligidos sectores productivos como el de la construcción y sobre todo a la precaución de la gente en refugiar sus ahorros en moneda extranjera. La única forma de contrarrestar esta situación sería inyectando recursos frescos a la economía a través de inversión, o la otra forma es con endeudamiento razonable y planificado, aprovechando los paquetes de financiamiento de estímulo del Banco Mundial y otros organismos financieros, contra los efectos del coronavirus.

En definitiva la sostenibilidad del tipo de cambio fijo en Bolivia está en entre dicho, porque además no dejamos de importar la devaluación de Argentina cuya moneda se ha caído en más del 50% en los últimos doce meses o la moneda brasileña que en marzo de 2019 cotizaba 3,84 $R x Dólar y hoy cotiza en 5,14 $R x Dólar con una devaluación interanual del 25%, lo cual está generando un constante menoscabo de nuestra industria que debe competir con precios altamente devaluados, que se importan con un dólar barato promoviendo la importación y el contrabando.

En estas circunstancias, considero que la pregunta ya no es si debemos o no devaluar el boliviano, sino cómo debemos devaluarlo sin causar un schock que nos exponga a una devaluación descontrolada y a una inflación galopante, de lo cual tenemos amargos recuerdos los bolivianos.

Si consideramos que la apreciación del boliviano respecto al dólar estadounidense se estima entre un 20% a 25%, considerando la relación del valor de nuestra moneda con el valor de las monedas de nuestros principales socios comerciales a efectos de no perder competitividad en las exportaciones y no abaratar nuestras importaciones, deberíamos fijarnos una meta de devaluación anual y hacerlo de manera gradual, por ejemplo ocho o nueve centésimas cada mes, lo cual restablecería un tipo de cambio real de beneficio para las exportaciones y el sector industrial afectado por importaciones baratas.

Todos esperamos que este corto periodo transicional de gobierno no sea el comienzo y fin de un intento de retorno a la política económica liberal moderada, sin tanto Estado que nos asfixie, pero sin tanto Mercado que nos deshumanice, es decir una política económica con un sano equilibrio entre los roles de Estado y Mercado.

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