OpiniónOPINIÓN

No seremos los mismos

Juan Manuel Arias Castro

28 de marzo de 2020, 3:00 AM
28 de marzo de 2020, 3:00 AM

Mientras las autoridades sanitarias trabajan en la prevención y los ciudadanos atendemos el llamado a quedarnos en casa, sin duda alguna las prioridades y la importancia de las finanzas y la economía han pasado a un segundo plano. 

Los países más desarrollados que han sucumbido a la pandemia nos han mostrado que pese a su riqueza y a sus centros tecnológicos y de investigación médica, han perdido momentáneamente la guerra contra el virus cobrando la vida de miles de asiáticos, de europeos y norteamericanos. La pandemia es mundial y nadie ha quedado afuera de esta maléfica enfermedad. 

Los efectos de esta pandemia en nuestro país se han comenzado a sentir esta semana y con la declaración de cuarentena total, todos confiamos en que la curva de crecimiento de esa pandemia sea moderada, aunque para un país pobre como el nuestro, los recursos y el dinero para soportar esta crisis son escasos; por eso es importante que las medidas que se vayan tomando –sean de carácter sanitario o social– deberán priorizar la vida humana, la cura de los enfermos y especialmente evitando que el efecto en nuestra población sea devastador en número de vidas. 

Todos confiamos en que esto va a pasar y lo que va a quedar en materia económica serán ruinas. Hay que avanzar de manera paralela y prepararnos para la vida después de la emergencia del coronavirus, que no sabemos a ciencia cierta cuánto puede durar. La experiencia mundial indica que esto no es un tema de 30 días ni de una sola oleada, pueden venir otras hasta que tengamos la vacuna.

Hay que darle oxígeno a las empresas, implementar políticas de asistencia a los desempleados y evitar una mayor caída de la economía, ya golpeada. A medida que avanza la propagación del coronavirus o Covid-19, los empresarios multiplican sus esfuerzos para evitar el cierre de sus empresas, el estancamiento de las cadenas de suministro y especialmente mantener vivo el sistema productivo.

Habrá un cambio brusco y necesario, en un contexto de exigencia social que puede ayudar a que cuando salgamos de esta crisis retomemos el crecimiento, donde el equilibrio entre lo social, económico y ambiental sea obligatorio. No será fácil predecir qué pasará, saber cómo serán las relaciones laborales más adelante, las reglas del mercado, aunque habrá que revisar los modelos económicos, redefinir la política, las relaciones empresariales y la diplomacia internacional. Los cambios son inevitables.

Una encuesta de Harvard Business School a expertos sobre cómo se está reescribiendo el futuro de los negocios subraya como un aspecto positivo la importancia de obligarnos a adoptar los medios virtuales y destaca la necesidad de reforzar la comunicación, que sea pertinente y desde muchos niveles, con sesiones informativas periódicas; entrenamiento cruzado para que los empleados puedan reemplazarse entre sí; horarios de trabajo flexibles en beneficio de la empresa y de los empleados; medición de resultados e impacto; empoderamiento de las personas en los niveles inferiores para tomar decisiones rápidas; énfasis en los valores que impulsan a la empresa y cómo los empleados pueden contribuir.

El intercambio de información entre empresas y dentro de grupos de la misma industria está demostrando ser invaluable, tanto para la evaluación comparativa como para ayudar a compartir buenas ideas y prácticas sobre estrategias efectivas de crisis. Sobreviviremos, pero no seremos los mismos.


Tags