Tal como ocurrió con la paciente cero, a la que la rechazaron en siete hospitales, la gente le cierra el paso al cuerpo de una de las víctima del Covid-19. Las autoridades critican esa actitud y recalcan que el protocolo de manejo de cadáveres obliga a enterrar los cuerpos en bolsas mortuorias

El Deber logo
31 de marzo de 2020, 15:18 PM
31 de marzo de 2020, 15:18 PM

La pandemia de coronavirus ha desnudado algunos de los peores rostros de la sociedad. La falta de solidaridad y de empatía se ha puesto de manifiesto en el país desde el 10 de marzo, fecha en la que se registró el primer caso confirmado en Bolivia, hasta la noche del lunes 30, cuando los familiares de una de las cuatro personas que fallecieron en Santa Cruz a causa del coronavirus peregrinaron durante toda la jornada por diferentes cementerios de esa ciudad para que les dejen enterrar a su pariente. 

Como una horda que se lanza con antorchas a quemar el castillo de Frankenstein, el miedo y la ignorancia se apoderaron de la gente que impedía el ingreso de la paciente cero, que fue retirada del hospital de San Carlos y luego rechazada en seis centros de salud de la capital cruceña. Fue un calvario para una mujer enferma, que solo quería atención médica. La ambulancia fue bloqueada y hasta apedreada. 

Algo similar ocurrió con la tercera baja de Covid-19 en Santa Cruz. Varios vecinos del cementerio de la Ciudad de la Alegría, situado en el Plan 3.000, se negaron a que los familiares coloquen el cuerpo en uno de los nichos. Las personas cerraron con candado la reja de ingreso y expulsaron del lugar al vehículo que llevaba el cadáver. Alegaban que el sitio no reúne las condiciones para recibir a ningún muerto por coronavirus.

Uno de los familiares lamentó que la administradora del cementerio informara a los vecinos de la situación, los cuales se organizaron inmediatamente para impedirles el paso. 

Luego de varias horas de deambular por la ciudad en un vehículo que transportaba con el cajón, los dolientes pidieron a la funeraria, que se hizo cargo de colocar el cuerpo en el féretro, trasladar el cuerpo hasta Warnes

El crematorio Previsora Vida confirmó a EL DEBER que, cerca de las 21:00 del lunes, llegó el cuerpo de una persona a sus instalaciones que se encuentran en el Parque Industrial Latinoamericano para que sea sometido a una cremación.

Ambos casos han ocurrido en los 20 días que lleva el virus en Bolivia. En ese lapso también sucedieron hechos lamentables en varios sitios del país, donde la gente, que se opone a la cuarentena, terminó rompiendo los vidrios de las ambulancias y corriendo a pedradas a los policías que intentaban hacer cumplir la medida gubernamental.

“Por favor, que la población sea consciente. Acá, todos estamos en el mismo barco, todos debemos remar en la misma dirección, los ciudadanos más que las autoridades. En la caridad hacia la gente que ha enfermado o hacia los familiares de los que han fallecido, lo podemos demostrar”, clamó el secretario de Salud de la gobernación, Óscar Urenda.

La autoridad recordó que existe un protocolo para el manejo de cadáveres con coronavirus, el cual deber ser cumplido por todos. Puso como el ejemplo el fallecido en el hospital del Remanso, al que se le hizo un tratamiento de lavado y sanitizado con hipoclorito de sodio y se lo colocó en una bolsa doble. “Junto a la camilla había bolsas con la ropa del cadáver, la cual debe ser descartada y colocada en bolsas, que el personal de Solví, totalmente cubierto con la indumentaria adecuada, se encarga de retirar. Algún malintencionado tomó fotos a esas bolsas, las publicó y la gente hizo circular el rumor de que había un cadáver en la basura. Eso es un exabrupto”, añadió Urenda.

El protocolo establece que el uso de las dobles bolsas mortuorias es obligatorio. Asimismo, restringe la realización de autopsias y prácticas de embalsamamiento, salvo que estos cadáveres tengan sospecha de criminalidad o de violencia en su causa de muerte. En ese caso se debe proceder solo ante el requerimiento de un fiscal. 

El personal de la funeraria tiene que ser informado de que el cadáver es de una persona con coronavirus. El servicio de velatorio tiene que ser con el ataúd cerrado, conteniendo el cadáver introducido en la bolsa sanitaria. El féretro puede ser uno normal. El destino final puede ser entierro o incineración. Las cenizas pueden ser objeto de manipulación sin que suponga ningún riesgo. 

“Sabemos que los familiares de este pobre paciente, al que no dejaron que se lo entierre, la han pasado muy mal. A toda esa gente que se opuso, quiero recordarles que un cadáver que está sanitizado y embolsado no transmite la enfermedad. Y este es un caso de los varios que vamos a tener. No es posible que los vecinos no permitan que se le dé sepultura, es una exageración”, finalizó Urenda.