Los vecinos de una de las fallecidas van a la casa a pedir explicaciones desde que los funcionarios de Sedes fueron a revisar la vivienda. “Hemos vivido muchos ahí, no sé por qué hacen esto”, dice su hija

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31 de marzo de 2020, 17:36 PM
31 de marzo de 2020, 17:36 PM

Luego de las dificultades para enterrar a su madre, que los servicios funerarios los miraran con recelo, de no saber si tendrían que peregrinar de cementerio en cementerio con el féretro a cuestas, ahora les toca volver a su barrio, donde denuncian que son víctimas de bullying por ser parientes de una persona que falleció con coronavirus. No quieren decir ni el nombre del barrio ni de la familia para no ser un blanco fácil. Solo que viven en la zona oeste de la ciudad y que son víctimas del acoso vecina, de gente a la que conocen desde hace añadas, pero que ahora los miran como un peligro.

Todo comenzó cuando su madre aún estaba viva y creían que se iba a salvar. Una movilidad del Servicio de Salud llegó hasta su casa para tomar la prueba de las tres personas que asistían a la paciente en el hospital donde estaba internada y llamaron la atención de los vecinos con sus uniformes de seguridad. La mujer pasó muchos días en terapia intensiva y sus familiares más cercanas se turnaron para acompañarla desde fuera de la sala de la UTI, esperando cada vez que una enfermera salía con una nueva receta que había que comprar. A ellas fueron a tomarle la prueba para ver si se habían contagiado y, cuando el personal de salud retornó a sus cuarteles, un grupo de vecinos comenzó a aglomerarse en el portón pidiendo explicaciones.

“Mi mamá falleció con coronavirus. Cuando todavía mi mamá estaba viva, nuestros propios vecinos llegaron hasta nuestro portón a tocar para preguntar qué pasaba, por qué el Sedes habían venido. Cuando vieron la camioneta del Sedes y vieron a la gente bajar con su uniforme se aglomeró. En ese momento estábamos muy mal, pero hoy estamos peor”, comentó una de las hijas de la fallecida.

Consultado al respecto, Óscar Urenda, secretario de salud, explicó que su repartición no puede hacer nada, porque su “ejército” de 35 miembros está en las tareas de vigilancia epidemiológica, que esa es una tarea de la Policía.

Sin embargo, la ahora huérfana, clama por ayuda. “Tenemos miedo que pase algo. En mi casa hay niños, mujeres y nos están haciendo bullying. No respetan el dolor de la gente y ya no nos quieren vender comida en las pensiones. Tenemos temor de que esto se extienda. Vivimos añadas en este barrio, no puede ser que ahora nos estén mirando así, como si fuéramos lo peor”, lamentó.

Anoche, el equipo de desinfección de la ciudad debió ser estrenado en la zona del segundo anillo y avenida Brasil porque los vecinos también estaban susceptible porque una de las fallecidas era de la zona. Así lo anunció el secretario de Parques y Jardines, Roberto Áñez.