Sudáfrica es el país del continente que tiene oficialmente más casos de nuevo coronavirus, casi 1.400, con cinco muertos. Para frenar su progresión, el presidente Cyril Ramaphosa ordenó a sus 57 millones de ciudadanos que se queden en casa hasta el 16 de abril. Falta agua.

2 de abril de 2020, 6:38 AM
2 de abril de 2020, 6:38 AM

"Piden a la gente que se lave las manos,

pero saben muy bien que no tienen agua para hacerlo

", dice Ndithini Tyhido, un habitante del 'township' sudafricano de Khayelitsha, donde el confinamiento y

las medidas contra el coronavirus parecen una guerra perdida

de antemano.

Este barrio marginal nació en los años 1980, cuando terminaba el régimen racista del apartheid, y forma parte de la metrópolis de Ciudad del Cabo, sudoeste del país, que suma más de 3,5 millones de habitantes.

En 2011 había 400.000 habitantes en ese 'township' (zona subdesarrollada habitadas por gente no blanca), según el censo, y hoy serían un millón.

Al menos dos tercios viven hacinados en cabañas improvisadas. No hay agua corriente, baños ni electricidad ni servicios públicos. Un desafío diario para las autoridades sanitarias.

En marzo se confirmó la presencia del nuevo coronavirus en Sudáfrica y la semana pasada se registró el primer caso de contaminación en Khayelitsha.

Sudáfrica es el país del continente que tiene oficialmente más casos de nuevo coronavirus, casi 1.400, con cinco muertos.Para intentar frenar su progresión, el presidente Cyril Ramaphosa ordenó a sus 57  millones de ciudadanos que se queden en casa hasta el 16 de abril.

El confinamiento se respeta en los barrios ricos, pero en los barrios pobres la gente lo ignora, pese a la presencia de la policía y el ejército.

En Khayelitsha. Irene Tsetse, de 55 años, asegura hacer todo lo posible para obedecer a las autoridades. "Estamos obligados a salir cuando necesitamos algo", dice la jubilada. "No tenemos retretes, por eso salimos. No tenemos agua, por eso salimos. Intentamos quedarnos en nuestra choza, pero no es fácil".

E incluso quedarse en casa no impedirá que el virus se propague, asegura. 

"Solo hay una habitación en nuestra casa, sin ventana. No podemos quedarnos todo el día en el interior a oscuras. En algún momento hay que abrir la puerta e ir a ver un poco lo que pasa fuera". En las cabañas donde viven familias de hasta seis y siete personas y en las estrechas calles del barrio donde juegan los niños el confinamiento parece ilusorio.

Además, en las zonas más periféricas del 'township' los habitantes que acaban de llegar ni siquiera tienen cerca una fuente o un retrete y dependen de que pase de vez en cuando un camión cisterna para distribuir agua.

"Hace tres días que no tenemos agua", dice Yandisa Gxokhwe, de 24 años, cargando todos los cubos que pudo conseguir cuando oyó llegar el camión. "Aquí no tenemos agua, no tenemos retretes, nada".

Yandisa Gxokhwe, sin empleo, sobrevive en una cabaña junto a su compañera y su hija. Desde que las autoridades anunciaron la llegada de la covid-19 al 'township' tiene miedo. "Estoy preocupado", dice este joven padre de familia. "Nos dijeron que nos quedáramos en el interior. Pero como no tengo agua, estoy obligado a salir para encontrar en alguna parte", dice. "No tengo elección".

En los últimos días el gobierno prometió dar agua a toda la población de los llamados "asentamientos informales".

Y el ministro de Sanidad, Zweli Mkhize, aseguró que sus equipos móviles harán campañas de detección en los 'townships' como Khayelitsha. "Vamos a desplegarnos en las zonas donde pensamos que el coronavirus puede propagarse", dijo.

A pesar del peligro del virus, Ndithini Tyhido, que dirige una asociación para el desarrollo de Khayelitsha, no critica a los que no cumplen el confinamiento. "Aquí a la gente le gustaría obedecer, intentan hacerlo", dice, "pero es imposible".

También tiene dudas sobre la eficacia de la detección. "Si identifican un caso de coronavirus aquí, ni siquiera serán capaces de decir en qué casa".