En Ciudad de México, la contaminación afecta la calidad de vida de las 22 millones de personas. La desaceleración de la actividad económica mundial por la pandemia ya ha tenido un impacto significativo en el medioambiente, pero México todavía no se beneficia de estos efectos indirectos positivos.

3 de abril de 2020, 7:26 AM
3 de abril de 2020, 7:26 AM

A medida que la propagación del nuevo coronavirus avanza en México, las principales avenidas de su capital lucen con menos tráfico, lo que supondría un alivio para una urbe que convive permanentemente con una densa nube de esmog.

Pero la reducción del uso de los 5,8 millones de autos que circulan en Ciudad de México resulta insuficiente para disminuir los altos niveles de polución ambiental si las emisiones de gases de efecto invernadero, como el dióxido de carbono y el dióxido de nitrógeno, no descienden, advierten expertos.

"Las emisiones generadas en el aeropuerto de Ciudad de México, los camiones de carga y de transporte público que queman el peor diésel existente, los tiraderos de basura a cielo abierto son otras fuentes contaminantes muy importantes", dice Carlos Álvarez, presidente de la ONG México, Comunicación y Ambiente.

El especialista también señala los calentadores de agua, los solventes petroquímicos usados diariamente en áreas abiertas o las emisiones de una refinería en el vecino estado de Hidalgo, unos 90 kilómetros al norte de la capital, como fuentes de contaminación.

En Ciudad de México, una de las metrópolis más contaminadas del mundo, la contaminación afecta la calidad de vida de las 22 millones de personas que habitan la capital y su vasta conurbación, que incluye entidades vecinas como Estado de México.

En mayo del año pasado, la megalópolis vivió varios días de alerta ambiental que obligaron a las autoridades a suspender clases en escuelas y a restringir actividades al aire libre.

"Esta temporada del año es un período al que se conoce como la 'temporada de ozono', donde las condiciones meteorológicas de poco viento y lluvias limitadas hacen que las concentraciones de contaminantes se mantengan en el Valle de México", señala Carlos Samayoa, coordinador de Movilidad Sustentable y Calidad del Aire de Greenpeace México.

Detrás de esa nube grisácea que enturbia cotidianamente el horizonte de la urbe, están otros factores como las industrias, los continuos incendios forestales registrados en esta época del año en comunidades vecinas, el calor y la actividad del volcán Popocatépetl.

"Aunque llovió y granizó en algunas zonas de la capital hace unos días, no fue suficiente para limpiar la atmósfera, pues los contaminantes venían de otra parte e hicieron que tuviéramos mala calidad del aire", señala Agustín García, investigador del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la Universidad Nacional Autónoma de México.

La desaceleración de la actividad económica mundial por la pandemia ya ha tenido un impacto significativo en el medioambiente, pero México todavía no se beneficia de estos efectos indirectos positivos.

El primer país en reducir sus tasas de polución fue precisamente China, el mayor contaminante del mundo y lugar de origen del Covid-19, en diciembre.

La mala calidad del aire está vinculada, además, con la muerte prematura en todo México de al menos 48.000 personas por año, entre infantes y adultos mayores, según el Instituto Nacional de Salud Pública.

"Si una persona ha estado expuesta a la contaminación, sus defensas podrían ser menores, así que es pertinente tomar la recomendación de quedarse en casa", advierte Víctor Páramo, coordinador de la gubernamental Comisión Ambiental de la Megalópolis.

En plena contigencia sanitaria, viajar en bicicleta es una alternativa para sortear el transporte público, y con ello reducir el riesgo de contraer enfermedades como la Covid-19.

En ciudades como Bogotá, Nueva York y Wuhan -la urbe china donde surgió el coronavirus-, se ha multiplicado el uso de este transporte de tracción humana y han implementado ciclovías temporales para evitar, en lo posible, el contacto entre personas.

La asociación civil Bicitekas también ha propuesto aplicar esta iniciativa en Ciudad de México, aunque todavía sin respuesta por parte del gobierno. 

"Propusimos crear 300 kilómetros de ciclovías temporales para permitir que las personas que tienen que salir a la calle por razones económicas, puedan movilizarse de una forma más segura en términos sanitarios", dice Areli Carreón, fundadora de Bicitekas.

Frente a la pandemia, que en México dejó hasta este jueves 1.510 infectados y 50 fallecidos, activistas ambientales plantean la bicicleta como opción para descongestionar el transporte público, reducir el uso del automóvil y mejorar la calidad del aire.

"Creo fielmente que el futuro está hecho para la bicicleta, necesitamos cambiar la forma en que nos movemos, con coronavirus o sin él", concluye Carreón.