El llegó al país un día antes de la paciente cero de San Carlos. Hace más de 20 años que echó raíces en suelo italiano, donde lo esperan sus dos hijas, sus tres nietos y su esposa. Este sábado podría dejar el país gracias a la Embajada de Francia

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3 de abril de 2020, 15:35 PM
3 de abril de 2020, 15:35 PM

Tiene la cabeza blanca, completamente blanca, lo mismo que los bigotes y los restos de barba que no se llevó la rasuradora. Si tocaría juzgar su nacionalidad por su apariencia, pocos podrían pensar que se trata de un cochabambino que hace más de 20 años decidió echar raíces en suelo italiano, más propiamente en Bérgamo, ciudad ubicada al norte de Italia que ahora llora por las muertes que, por cientos, el coronavirus hace contar a diario a los bergamascos.

Él llegó a Santa Cruz un día antes que la paciente identificada como caso cero, la mujer de 60 años que vive en San Carlos y que se recupera favorablemente del Covid-19, pero su historia se distancia mucho de esta mujer, pese a que en suelo extranjero viven y trabajan en el mismo país y en la misma ciudad, Bérgamo.

Él llegó a Bolivia cuando la situación aún en Italia no era tan crítica, de hecho que la cuarentena y los muertos empezaron a ser noticias días después, cuando él ya había llegado hasta los brazos de su mamá para festejar con ella sus 90 años de vida, menudo acontecimiento que se chocó con una pandemia que ahora lo tiene asustado, temeroso, pero, por sobre todo, esperanzado con lograr abordar el próximo vuelo solidario para llegar hasta el condominio donde trabaja como conserje y lograr abrazar nuevamente a su esposa, a sus dos hijas y a sus tres nietos, que al escucharlo al otro lado del teléfono afanosamente gritan: “Nono, nono…”.

“La verdad que si hubiera sabido que esto pasaría, ni me hubiera animado a viajar, pero cuando salí de Italia las cosas estaban comenzando y yo, al igual que el resto de personas, nunca pensamos que la situación sería siquiera parecida a la que ahora se está viviendo”, relata el hombre mientras va camino al aeropuerto, ya que espera abordar el vuelo que la embajada de Alemania ha dispuesto para sus connacionales, pero que también abrirá espacio para residentes y gente de otras nacionalidades europeas.

Al llegar a Viru Viru, espacio que por estos días desde fuera parece un aeródromo de provincia por la falta de movimiento, el caminar calmado del cochabambino-bergamasco se acelera un poco, ya que en un par de horas podrá saber si volverá al país que lo adoptó o aún su espera deberá prolongarse un poco más.

Dentro de la terminal aérea el movimiento es distinto, hay muchos y de muchas nacionalidades. Algunos sentados en el piso, otros reunidos en pequeños grupos donde se conversa en diversos idiomas y otros durmiendo en el piso, con sus maletas como cabeceras. “Son muchos”, es lo primero que dice el hombre de cabeza blanca y se resigna a ver qué pasará, ya que las probabilidades, ante la gran cantidad de todos, es que deba seguir esperando.

Pasadas las 18:00 del jueves y casi seis horas después de haber llegado a Viru Viru, lo inevitable pasó. “No hubo espacio para muchos, se privilegió a los alemanes y unas pocas otras personas de diversas nacionalidades. Ni modo, debo esperar hasta el sábado para ver si tengo mejor suerte y en el vuelo que la embajada de Francia ha preparado me puedo ir, mientras tanto seguiré viendo por televisión el horror que se está viviendo en Bérgamo”, dice resignado y con una profunda pena, ya que la necesidad de volver a ver a los suyos no pasa solo por saciar su sed de angustia, pasa, por sobre todo, por la necesidad de estar junto a ellos en un momento de crisis tan dura que nadie sabe cuándo y cómo acabará.

“Cuando llegue a casa estaré aislado por al menos 15 días, como lo hice después de llegar aquí, porque cuando dimensioné lo que estaba pasando en el mundo con el coronavirus me aislé en Cochabamba por temor, por miedo, afirma el cochabambino-bergamasco, que entre sus maletas lleva guantes de látex y barbijos, porque le han dicho sus amigos italianos que allí estos elementos están escaseando y se han convertido para todos en parte vital de su vestimenta.


Vuelo solidario de Francia

La embajada de Francia en Bolivia, con el apoyo de la Unión Europea, organizó el primer vuelo de repatriación el sábado 28 de marzo. En esa oportunidad viajaron turistas franceses y europeos que quedaron bloqueados en Bolivia por la suspensión de las conexiones aéreas. En ese avión embarcaron 422 extranjeros, entre los cuales habían 218 franceses, 30 españoles, 24 italianos, 19 suizos, 18 británicos, 15 neerlandeses y muchos de otras nacionalidades europeas. 

Para este sábado 4 de abril se tiene previsto un segundo vuelo que permitirá repatriar a los turistas bloqueados en otros lugares del país (Tarija, Tupiza, Cochabamba, Rurrenabaque, Uyuni, Potosí, Oruro, Copacabana…) Para esto se organizarán, con el apoyo de las autoridades bolivianas, transportes especiales para conducirlos hasta las ciudades de La Paz y Santa Cruz.

La embajada de Francia en Bolivia agradece al Ministerio de Relaciones Exteriores, al Ministerio del Interior y a la Dirección General de Aviación Civil por su valioso apoyo en la realización de esta delicada operación de repatriación, así como a la empresa BOA por su apoyo y predisposición.