La diferencia de visiones sobre el coronavirus en la cúpula política es indisimulable. Mandetta trataba de justificar a Bolsonaro, apoyado por núcleos de empresarios, pero en los últimos días ha dejado claro que está a favor del "máximo distanciamiento social" posible para combatir la pandemia.

3 de abril de 2020, 15:50 PM
3 de abril de 2020, 15:50 PM

El ministro brasileño de Salud, Luiz Henrique Mandetta, se ha servido de una mezcla de experiencia técnica y audacia política para capitanear "desde la ciencia" el combate del coronavirus, contrariando al presidente Jair Bolsonaro, un escéptico ante la pandemia que le reprocha "falta de humildad".

Hace dos meses, cuando el Covid-19 se veía todavía desde lejos en Brasil, este ortopedista pediátrico y político con amplia experiencia en gestión sanitaria empezó a ofrecer ruedas de prensa televisadas en las que advertía que tarde o temprano el virus llegaría al país y que se avecinaban meses "extremadamente duros".

Y con su chaleco azul que le da aires de técnico sobre el terreno, su oratoria paciente y didáctica y su voz ronca y segura, se fue ganando la confianza de los brasileños ante el avance del nuevo coronavirus, que desde entonces ha dejado 300 muertos.

Pero lo más difícil para Mandetta, de 55 años, no ha sido transmitir cierta calma en un país donde la pandemia desatará probablemente un drama social, sino compaginar su visión, apegada a las directrices de la Organización Mundial de la Salud (OMS), con la postura obstinada de su jefe.

Hasta el pasado martes, el mandatario ultraderechista calificaba al coronavirus de "gripecita" y, alegando que quería evitar el caos social y la ruina económica, hacía campaña por el fin de la cuarentena sanitaria en vigor en medio planeta, incluyendo muchos estados brasileños.

Al principio, Mandetta trataba de justificar a Bolsonaro, apoyado principalmente por núcleos de empresarios y de las iglesias neopentecostales, pero en los últimos días ha dejado claro que está a favor del "máximo distanciamiento social" posible para combatir la pandemia. "Yo solo trabajo con lo que es ciencia", afirmó.

Una postura que incomodó al excapitán del Ejército, que ve la popularidad de Mandetta dispararse, en detrimento de la propia.

Una encuesta Datafolha realizada entre el miércoles y este viernes muestra que el índice de aprobación de Mandetta en relación a la crisis sanitaria subió de 55% el 20 de marzo a 76%, duplicando la de Bolsonaro, que se mantuvo estable (pasando de 35% a 33%, dentro del margen de error).

A Bolsonaro pudo incomodarle también que el ministro de Salud diera el martes su rueda de prensa flanqueado por sus dos ministros estrella, Sergio Moro (Justicia) y Paulo Guedes (Economia), quien apoyó las medidas de distanciamiento social "bajo las orientaciones de Mandetta". 

"No pretendo destituirlo [a Mandetta] en medio de la guerra", dijo Bolsonaro el jueves a la radio Jovem Pan. "Ninguno de mis ministros es insustituible. En algún momento, Mandetta se extralimitó. Tendría que escuchar más al presidente de la República, le está faltando un poco más de humildad", advirtió.

El martes, Bolsonaro le había dejado fuera de una reunión con médicos. Y ese no era el primer desplante: el pasado domingo, contrariando las orientaciones de Mandetta de respetar el distanciamiento social, salió a pesear por Brasilia, visitó un mercado popular y se sacó fotos con sus seguidores.

Nacido en Campo Grande, capital del estado de Mato Grosso do Sul (centro-oeste), Mandetta inició su carrera como médico en el Hospital General del Ejército y ocupó varios cargos de gestión sanitaria, entre ellos la Secretaría Municipal de Salud de su ciudad natal. Después, fue dos veces diputado federal, entre 2010 y 2018, con la formación centroderechista DEM.

En Brasilia conoció al entonces diputado Bolsonaro, a quien le unió la oposición al gobierno izquierdista de Dilma Rousseff (2011-2016), en especial al programa "Mais Médicos" (la misión médica cubana en Brasil). En 2019, se convirtió en uno de los pocos ministros con experiencia política en el gobierno de Bolsonaro, que prefirió rodearse de ministros con perfil puramente técnico o de militares.

"Mandetta fue un fiel escudero de Bolsonaro, de los pocos que creyó en sus posibilidades. Participó activamente en la campaña y en la elaboración del programa de gobierno", afirma el politólogo Thiago Vidal, de la consultora Prospectiva.

"El problema es que, ahora, el discurso técnico del ministro está bastante en conflicto con el discurso político de Bolsonaro (...) Y a Bolsonaro no le gusta la competencia", sobre todo con personalidades "política y técnicamente más cualificadas", agrega.

Hace un mes y medio, cuando le preguntaron si barajaba presentarse a algún puesto en las próximas elecciones generales, Mandetta respondió: "En 2022 voy a estar trabajando al lado de Jair Bolsonaro", por su reelección. Pero eso fue hace un mes y medio.