Opinión

Cuidar a nuestros mayores

4 de abril de 2020, 3:00 AM
4 de abril de 2020, 3:00 AM

El pago del bono canasta familiar y la renta dignidad comenzó ayer en el país para alivio de muchas personas con algún tipo de discapacidad y de la tercera edad que encontraron en el beneficio una bendición en medio de las muchas dificultades por la cuarentena forzada para prevenir contagios del coronavirus. 

Sin embargo, la primera jornada estuvo caracterizada por largas y penosas colas de personas con muchas dificultades para caminar y permanecer de pie las muchas horas que tuvieron que esperar. Para mal de ellos, muchos ancianos caminaron y esperaron horas para nada porque la terminación de sus carnets de identidad no les ayudaban por no coincidir con los números 9 y 0 que correspondían a este viernes.

La razón de tanta confusión es la inadecuada e insuficiente información que las autoridades brindaron para que los beneficiados conozcan con precisión qué día les corresponde ir a cobrar su bono. Es necesario ser comprensivos con las personas de la tercera edad, a quienes se les debe hablar con mucha claridad y cariño. Esa generación es la que más está sufriendo en estos días de confinamiento y merece todo el reconocimiento y buen trato de autoridades y ciudadanos.

Era penoso ver a ancianos haciendo filas bajo el sol, pero también aglomerados en calles aledañas a la institución bancaria asignada, considerando que son precisamente ellos quienes más expuestos están a sufrir complicaciones en caso de contagiarse con el Covid-19. Paradójicamente, es a ellos a quienes les tocó salir a las calles, pese a que la principal medida de contención de la pandemia consiste precisamente en quedarse en casa. 

Igualmente, fue inadecuada la organización de las autoridades nacionales para designar en principio sólo al Banco Unión como la única entidad autorizada para hacer los pagos. Si bien posteriormente se amplió a todo el sistema bancario, en los hechos eso no ocurrió por lo menos ayer porque las entidades privadas de la banca necesitaban incorporar a sus sistemas la base de datos de los beneficiados.

Por otra parte, la banca privada había desmovilizado a muchos de sus empleados por la cuarentena. Algunas sucursales, particularmente en provincias, permanecían cerradas y volver a abrirlas tomará tiempo. Esas dificultades se pudieron evitar si se tomaban las decisiones correctas desde un comienzo de este proceso de pago de bonos. 

Finalmente, las entidades bancarias, sean el Banco Unión o los bancos del sistema privado, debieran dar mayores facilidades a las personas de la tercera edad. Ayer se vio que algunas oficinas habilitaron unas pocas sillas para los primeros de las filas, pero la mayoría de ellos permanecían de pie interminables horas que pesan mucho más a esos años. 

Nuestros ancianos merecen el cuidado y cariño de toda la sociedad. Ellos ya cumplieron con toda una vida de trabajo en favor del país. Ahora es tiempo de cuidarlos. Que el cobro de sus bonos sea para ellos un tiempo de alegría y alivio, que no se convierta en tortuosas y arriesgadas caminatas y más tarde en insufribles plantones alrededor de la cuadra de la entidad bancaria.

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