Opinión

El MAS necesita años para reconocer su fracaso

5 de abril de 2020, 3:00 AM
5 de abril de 2020, 3:00 AM

Demasiadas preguntas sin respuesta ha dejado Evo Morales luego de su vergonzosa huida, sin que nadie le haya tocado un pelo. Se comienzan a repetir frases que son tomadas como verdades sin explicar el contexto, como aquello de que el MAS tiene un “núcleo duro” de un tercio del país o que solo él puede garantizar su funcionamiento. Analicemos cuál es esta herencia, más allá de los mitos producidos sobre todo por la ignorancia.

Para empezar, está fuera de discusión que los 14 años del MAS han sido un fracaso histórico, en el sentido de que no ha alcanzado ninguno de los grandes objetivos que se propuso. Guardando las distancias, ha seguido un camino paralelo al de la revolución soviética, que tantas esperanzas despertó en el mundo.

La caída de la Unión Soviética, cabeza del sistema mundial de partidos comunistas, dejó anonadados a los partidos comunistas de todo el mundo, pues el PC soviético era la cabeza de todo el sistema socialista que se propugnaba a nivel mundial.

Ya antes de la caída del muro una buena parte de la izquierda mundial aceptaba que el mayor experimento político del siglo había fracasado, pero la caída del muro fue el gesto simbólico que decretó el fin de la experiencia comunista. La decepción y la aceptación del cierre de todo un ciclo demoró mas o menos unos 20 años, en los cuales las deserciones eran cosa de todos los días. Fue un ciclo doloroso que provocó la muerte de partidos comunistas muy fuertes que fueron prácticamente cogobernantes como en Italia, España o Francia.

Desaparecido el socialismo de la escena mundial, salvo en su versión europea de socialdemocracia, que es otra cosa, es en América Latina donde mediante el llamado Foro de Sao Paolo renace la idea de construir el socialismo, se suponía sin los errores de la Unión Soviética. Las experiencias de Cuba, Venezuela  Brasil, Ecuador, Nicaragua y anecdóticamente Bolivia debían los pilares de este nuevo socialismo.

Como con el fracaso soviético, este nuevo socialismo, que de nuevo no tuvo nada sino mas bien fue un refrito de Leninismo y estalinismo, también comenzó a fracasar en todos los países donde se implanta, pero así como los nostálgicos del comunismo soviético tardaron 20 años en aceptar la derrota, también nuestros socialistas del Foro de Sao Paolo se niegan a aceptar que la experiencia en América Latina ha repetido los mismos errores y que no ha sido ningún aporte nuevo mas allá de un desnudo discurso del poder, y para preservar  el cual se acepta todo. Las sociedades que los apoyaron no mejoraron nada y el principal ideólogo del Foro, el alemán Heinz Dietrich declaró que el proceso estaba muerto.

Así pues, nos encontramos en Bolivia con la herencia de un partido político fracasado pero que no tiene la capacidad de comenzar de nuevo reconociendo esos fracasos. Pero el problema es que  tampoco sus adversarios políticos parecen haber entendido nada y han quedado perplejos al ver que en las encuestas ¡horror! El MAS sigue manteniendo un núcleo duro de un tercio del país y se preguntan  porqué, si su fracaso es tan evidente?

La respuesta es muy simple: Toda la oposición al MAS es marcadamente liberal y no reconoce diferencia alguna entre ciudadanos: no a la discriminación positiva aplicada en EEUU hacia los negros y no a la opción preferencial por los pobres del catolicismo. Liberalismo puro y duro. De ahí resulta que dejan al MAS con el monopolio sobre los pobres. Solo el MAS habla de ellos, se dirige a ellos, aunque sea solo por  demagogia, como ya se ha visto en 14 años pero de esa manera el pobre, el marginado o el indígena, que es por lo menos un tercio de este país siente que se lo toma en cuenta. Los partidos liberales ni siquiera los mencionan.

Es por este enfoque furiosamente liberal de la oposición que los pobres de este país tardarán  mucho en olvidar al MAS que aunque no hizo nada por ellos, por lo menos “les hablaban”. Ese núcleo duro tardará en disolverse, en parte por las limitaciones ideológicas de los que fueron sus opositores y quieren sustituirlos y en parte porque las neurociencias han demostrado que una vez que una persona se entrega a una causa. Lo hace no solo en términos racionales sino también en  términos emocionales, subjetivos, afectivos, entonces es muy difícil que por la sola razón cambie su posición y acepte una nueva realidad. No se le puede pedir objetividad.  Es increíble pero así funciona nuestra mente y sería bueno que los políticos lo tomen en cuenta.

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