Un boliviano radicado en Italia tenía urgencia de retornar para reencontrarse con su familia. Buscaba un vuelo directo a Milán y estaba por desistir porque el avión fletado iba a Francia. Una mujer lo reconoció por la historia en EL DEBER, lo animó y se ofreció para ayudarlo a tomar una conexión

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6 de abril de 2020, 16:59 PM
6 de abril de 2020, 16:59 PM

La oportunidad de viajar a Italia y dejar de ser el hombre atrapado en Santa Cruz en medio de la pandemia por el coronavirus, estuvo a punto de escapársele de las manos, justo cuando estaba a punto de recibir el pase a bordo del avión que lo llevaría a Europa. 

“Cuando pedí a la persona de la aerolínea que me emita el pasaje para Italia, me aclararon que el vuelo solo llegaría hasta Francia,  luego cada uno de los pasajeros que debían llegar hasta otro destino tenían que correr por su cuenta. En ese momento estaba por retirarme de la ventanilla, pero una mujer me habló, me preguntó si yo era el hombre de la historia que se publicó en EL DEBER y me dijo que no me desanime, que suba al vuelo y que ella me ayudaría a conseguir un pasaje para llegar a nuestro destino”, recuerda sentado desde su comedor en Bérgamo, Rodolfo Terceros, el cochabambino que fue adoptado por Italia, donde vive y trabaja desde hace más de 20 años.

Me sorprendió que una mujer que no me conocía, me trate de una manera tan cercana y encima se ofrezca a ayudarme, hasta el extremo de ofrecerme prestar dinero si era necesario”, recuerda Rodolfo aún confundido por el episodio que terminó por favorecerlo, ya que junto a esta mujer, cruceña, de alrededor de 45 años de edad y que se identificó como Claudia, llegó hasta tierra francesa y desde allí se subió a un vuelo que su hija consiguió desde Milán, gracias a una llamada que Rodolfo hizo desde el teléfono celular de Claudia.

Al parecer la nota que EL DEBER publicó el viernes de la semana pasada, donde se contó la historia de este cochabambino-bermasco, de cabello y bigotes blancos, sirvió para que Claudia, una cruceña que trabaja como enfermera auxiliar en Suecia, donde vive hace más de 18 años, se sienta identificada como la realidad que pasaba este hombre, que intentó sin éxito volar hacia Europa el jueves de la semana pasada, con apoyo de la Embajada Alemana, donde también estaba Claudia y, al igual que Rodolfo, tuvo que volver a su casa para esperar una nueva oportunidad.

Ella dejó Suecia en febrero, donde está su esposo sueco y la familia que formó con él, luego de recibir la dura noticia de que su padre había fallecido y tenía que venir a Santa Cruz para darle el último adiós. Sin embargo, las cosas se complicaron al poco tiempo de su llegada, ya que la pandemia hizo cerrar aeropuertos, postergar vuelos y poner en cuarentena a todo el mundo, obligándola, al igual que a Rodolfo, a buscar la solidaridad de los países de la Unión Europea para dejar su tierra en busca de sus afectos más cercanos en tierras extranjeras.

Buen arribo

Rodolfo, una vez aterrizó en Francia, se despidió de Claudia, una ayuda impensada en su camino hacia Italia. Desde allí ella tomó un vuelo para llegar a Suecia y él se subió a un avión que antes de aterrizar en Milán, lo llevó por Alemania. “No observé muchos controles en los aeropuertos, salvo la obligación de usar barbijos en todos los vuelos”, apuntó Rodolfo, que el pasado domingo ya estaba en Bérgamo.

Su arribo llegó también con buenas noticias para la ciudad donde vive, ya que el número de fallecidos y de personas que estaban en estado crítico en las terapias intensivas de los hospitales de esta parte de Italia, han bajado considerablemente. “Los canales de televisión indican que hay espacios en los hospitales y la gran novedad es que ahora todos los deben salir a la calle, lo tienen que hacer con barbijo o caso contrario, serán multados”, relató Rodolfo este lunes desde Bérgamo, una ciudad italiana donde las calles están vacías, debido a la cuarentena que se debe cumplir el próximo 13 de abril.

Allí él ha entrado en una cuarentena voluntaria por los próximos 14 días y si bien aún no ha podido abrazar a su esposa, a sus dos hijas y a sus tres nietos, ya está en la tierra que le da trabajo y lo adoptó, como un cochabambino-bergamasco que logró llegar gracias al apoyo de una amiga inesperada, que lo sintió cercano por leer su historia en EL DEBER.