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La otra cara de la cuarentena

Aldana Fernández de Córdova/Psicóloga Organizacional

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6 de abril de 2020, 17:02 PM
6 de abril de 2020, 17:02 PM

Abruptamente y sin tiempo para prepararse, las empresas han tenido que cambiar su modalidad de trabajo por una pandemia que llegó de pronto y sin fecha de retiro, provocando que líderes y colaboradores tengan que ajustarse a una situación imprevista y sin planificación. 

La situación dio lugar a que muchas organizaciones opten por adecuar a los empleados al teletrabajo, otros vieron la manera de lograr permisos especiales para que lleguen a la empresa porque su sector no le permite parar, una condición laboral difícil de lidiar y probablemente sin mucho precedente. 

En medio de la vorágine de información mundial, de cambios sobre la marcha de las reglas del juego del gobierno de turno, de la coyuntura económica que provoca la cuarentena, de los comités de crisis que surgen para afrontar la tormentosa realidad; la cúpula empresarial, el emprendedor y el asalariado, juegan el partido más difícil en medio de la tempestad.

Por un lado, los dueños de negocios están mirando cómo sostener sus compañías, a qué acogerse, de qué aferrarse, capaz hasta han perdido de vista el cuánto ganar, por el cómo subsistir. 

La presión baja a los líderes de sus compañías, quienes además llevan la gran responsabilidad de cumplir objetivos, de cuidar las ventas, ¿las ventas? o al menos las futuras. 

De cambiar las estrategias, de repensar los planes de acción desarrollados, de modificar la manera de comunicarse con sus equipos, de implementar nuevos sistemas de compensación, esta vez basado más por objetivos que por tiempo en oficina. Deben estar actualizados tanto con las noticias como con los sistemas tecnológicos, para hacer reuniones virtuales, administrar el VPN, capacitar online, motivar al personal a distancia y además brindar soporte emocional a los dependientes. 

Los colaboradores por su parte, están lidiando con la presión de aprender rápidamente a manejar nuevos sistemas tecnológicos, a recibir instrucciones y luego tener libertad de acción, de pronto administrar el tiempo sin tanta supervisión, a cumplir con objetivos que pueden cambiar de un momento a otro, porque las decisiones de arriba se modifican conforme las circunstancias lo hacen. 

En medio de esto, corre una fuerte incertidumbre de una oleada de despidos, de bonos sin poder cumplirse, de condiciones laborales que pueden afectarles. La presión emocional sobre la física es mayor que en cualquier otro momento. 

Pero como todo, siempre hay un buen pero; la pandemia nos está enseñando muchas lecciones, a actuar más rápido, a adecuarnos con mayor flexibilidad a los cambios, a desarrollar más la creatividad, a ser más innovadores, a ser más generosos, a valorar más a las personas que tenemos al lado y a los que están lejos, a conectarnos más, a conocernos mejor, a multiplicar los esfuerzos en la comunicación, a ser resilientes.

Nos está desafiando a salir de la zona de confort, a cuidar más los recursos, a realizar alianzas y unir esfuerzos, a combatir la negatividad por el aporte, a fomentar la solidaridad, a luchar aunque no se conozca al enemigo ni se tengan las armas suficientes. 

Es una cuarentena complicada, pero sin duda nos está haciendo más fuertes y nos está obligando a construir una sociedad más humana, más justa y próspera para todos.
 

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