OpiniónAGORA REPUBLICANA

El mundo que se nos viene y nuestra vida en lo local

7 de abril de 2020, 3:00 AM
7 de abril de 2020, 3:00 AM

Yuval Noah Harari, calificado como un gurú futurista por sus trabajos académicos, ha advertido sobre lo que se le viene a la humanidad después del coronavirus en un artículo titulado Viviremos en un mundo diferente.


Harari alerta que las decisiones que se están tomando moldearán la vida del planeta con el riesgo de llegar a la vigilancia biométrica masiva, más allá de la emergencia y habilitando “a que gobiernos y corporaciones controlen nuestras vidas”.


Según Harari, las dos opciones más importantes que están en juego se dan entre la vigilancia totalitaria si no se fortaleciera el empoderamiento de los ciudadanos, y entre el aislamiento nacionalista frente a la solidaridad global. Las técnicas de vigilancia permiten a los gobiernos ahora, apoyarse en sensores ubicuos y algoritmos en vez de espías humanos y que en la batalla contra el coronavirus se han desplegado con nuevas herramientas. “Al respecto, está el ejemplo de China que, mediante el monitoreo de smartphones y el uso de millones de cámaras de reconocimiento facial, han obligado a los chinos a chequear y reportar su temperatura corporal y condiciones médicas”, y también logró detectar a los portadores del virus, trazar sus movimiento e identificar a las personas con quienes el infectado estuvo en contacto.


“Si no somos cuidadosos, la epidemia puede marcar un hito en la historia de la vigilancia -advierte- no tanto porque podría normalizar el despliegue de herramientas de vigilancia masiva en países que hasta ahora las han rechazado, sino más bien porque representa una dramática transición de vigilancia ‘sobre la piel’ a vigilancia ‘bajo la piel”.


Esta situación apocalíptica, que dejaría pálido al Gran Hermano de la novela 1984, de George Orwell, nos posesiona como espectadores activos que buscan su espacio en el escenario. Estamos lejos del trabajo científico que busca la cura, y nos encontramos limitados en el número de respiradores necesarios para enfrentar con decoro al mal. Sin embargo, tenemos asignado el trabajo de evitar que la curva de infestación no suba a niveles que hagan colapsar nuestro precario sistema de salud, cumpliendo la cuarentena en la que debemos aprender a vivir. Distancia social y quedarnos en nuestras casas es lo que debemos hacer para ganar tiempo y permitir el desarrollo de la capacidad de reacción de la humanidad.
Sin embargo, como sociedad tenemos ventajas desarrolladas por la riqueza de nuestra vida comunitaria que tienen un valor extraordinario y que, si logramos multiplicarlas, serían de una ayuda invalorable con nosotros mismos. 

Monitoreando la respuesta social desde lo local, encuentro que hemos logrado construir colectivamente:
a) liderazgos claro, en el campo público (alcaldes) y en el privado (comunidad, cooperativa, jóvenes, mujeres, productores),
b) un sistema de organización funcionando con una diversidad de manifestaciones (juntas vecinales, ayllus, sindicatos, comunidades, asociaciones, comparsas, cofradías y fraternidades), y
c) un trabajo previo de cohesión social concertado (en torno al turismo, a la producción agrícola y al desarrollo económico local), que ha logrado importantes grados de contención social.
Estas condiciones han quedado en evidencia durante la crisis, en Oruro, Patacamaya, Guarayos, San José de Chiquitos, Tiahuanaco, Jesús de Machaca, Roboré, San Ignacio de Velasco, Vallegrande, San Javier, El Alto, Redes sociales de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, y en muchos otros lugares que están asombrando por su riqueza social.
Esta es una oportunidad para que el sistema político, gubernamental y social vuelva a la base, a la unidad comunitaria en donde el poder de los alcaldes y gobernadores articulados con la gente, construya “el día después” a la medida de sus necesidades. Suscribo lo dicho por Roger Cortez: “"Se necesita armar coaliciones sociales amplísimas, transversales (urbano/campesinas) con quienes han avanzado prácticamente en experiencias de creación de la nueva economía. Se necesita, simultáneamente, descentralizar, transferir poder real a regiones, municipios, a la sociedad. Sea para repartir las ayudas para los que están hambreando, para distribuir equipos de seguridad biológica o espacios hospitalarios."



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