Opinión

El alto precio de vulnerar la cuarentena

7 de abril de 2020, 3:00 AM
7 de abril de 2020, 3:00 AM


La desobediencia a la cuarentena está cobrando un alto precio en algunas regiones localizadas de Bolivia, como Montero y Patacamaya. Lo contrario, la férrea disciplina ciudadana para ponerle un alto a la expansión del coronavirus ha permitido controlar la enfermedad en Oruro y en otras regiones bolivianas. Es tan fácil como hacer o no hacer caso, es tan simple como asumir la responsabilidad individual o no. No se trata de hacer política ni de hacer gala de la “viveza criolla” que pretende engañar a las autoridades, porque quienes primero pagan las consecuencias son los más cercanos a quienes rompen las reglas.
En las últimas horas se ha producido una explosión de casos de Covid-19 en la norteña ciudad de Montero, en el departamento de Santa Cruz. ¿Qué pasó? Pues que comerciantes y vecinos hicieron caso omiso de las recomendaciones de la cuarentena, abrieron el mercado sin restricciones, sacaron mototaxis a trabajar como si fueran días normales y los ciudadanos acudieron a hacer sus compras sin ningún tipo de reparo. El alto precio no solo es la cantidad de infecciones, sino que hay al menos unas seis transmisiones que ya no se pueden rastrear, se ha pasado de la fase de contagio local a la fase de contagio comunitario; es decir, en la que el virus circula por las calles y puede estar en cualquier sitio, poniendo en peligro a toda la comunidad de una infectación masiva de lamentables consecuencias.
Y es en estas circunstancias en las que se pone en evidencia que haber pretendido engañar al sistema, terminó por causar un grave daño a toda la población, especialmente a los ancianos y personas más vulnerables de la propia familia. Lo más grave que aún no se termina de entender es que un contagio masivo será catastrófico por las pobres condiciones de salud que hay en el país. Solo por citar Montero, no existe capacidad para atender a los pacientes, por lo que estos van a ser trasladados a Santa Cruz de la Sierra donde ya hay una saturación de camas y de recursos sanitarios. De seguir en ascenso el nivel de contagio, habrá una demanda de respiradores o de terapias intensivas sin que exista la posibilidad de proveerlos. Será entonces cuando muchos culparán al Estado y serán los menos los que vean la consecuencia del caso omiso que se hizo a la simple recomendación de quedarse en casa, de tener aislamiento social y restringir el contacto con el resto de las personas.
Ya se está hablando de ampliar la cuarentena más allá del 15 de abril (fecha fijada por la presidenta) y es probable que así sea. El costo social es altísimo porque hay miles de familias que viven al día y que están con los bolsillos vacíos; cientos de pequeñas y medianas empresas que dejaron de producir y que no pueden honrar sus compromisos ni pagar sueldos. En suma, el precio es costoso y se eleva mucho más en la medida en que a nivel individual y familiar se hace caso omiso a la simple recomendación de permanecer en casa.
Frente a esta realidad, las autoridades nacionales y locales deben hacer cumplir con mayor rigidez las normas de la cuarentena, de manera que los que no entienden por consciencia, sepan que vulnerar las restricciones los puede llevar a la cárcel y a pagar altas multas. Es hora de que el ciudadano sepa que sus acciones u omisiones individuales generan consecuencias para toda la comunidad y no es justo que los disciplinados paguen las consecuencias de los irresponsables.



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