El equipo del Sedes está integrado por entre 40 y 45 personas. Son la primera línea de defensa, que acude a ayudar al infectado que es detectado por la vigilancia epidemiológica

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9 de abril de 2020, 9:44 AM
9 de abril de 2020, 9:44 AM

Todos los días, desde hace más de un mes, cuando cae la noche, entre las 19:30 y las 20:00, el teléfono suena en el Comité Operaciones de Emergencias de Salud y saben que no son buenas noticias. Hasta antes de su renuncia, era el ministro Aníbal Cruz, quien en persona daba la lista de los nuevos casos positivos de coronavirus en el departamento de Santa Cruz. 

La llamada desde el Ministerio de Salud es atendida por Óscar Urenda, secretario departamental de Salud, o por Marcelo Ríos, director del Servicio Departamental de Salud (Sedes), que anotan los nombres de los nuevos infectados, los buscan en sus listas y comienza, una vez más, el trabajo médicos-detectives, para asegurarse que el paciente goce de buena salud y de asegurar sus contactos. 

Cada día, Marcelo Ríos sale con la bendición de su familia de su casa, a veces cuando sus hijos aún duermen. Lo esperan en el cuarto anillo y avenida Alemana para ver la situación. Él es una de las cabezas de la unidad de contención del coronavirus, un grupo pequeño para los más de 3 millones de habitantes que tiene el departamento cruceño y que ha dividido la ciudad en cuatro cuadrantes para tratar de atajar una enfermedad que puede mortal y que amenaza con descontrolarse si la población no pone de su parte. “No somos más de 40, 45 personas entre médicos, bioquímicos, abogados, administrativos y comunicadores”, explica Ríos.  

El Sedes de Santa Cruz se ha revelado como el aparato gubernamental que mejor se ha adaptado a los desafíos que presenta el coronavirus. Tiene un récord de un caso detectado por cada 4,8 pruebas realizadas, gracias al cumplimiento casi militar del protocolo de aplicación del test del Covid-19 a pacientes sospechosos, en un país en el que, hasta la fecha, las pruebas eran moneda escasa. 

No trabajan en las condiciones ideales. Urenda explica que, para estar en los estándares de países admirados por su respuesta a la pandemia, como Corea del Sur o Alemania, se deberían aplicar 30.000 pruebas por cada millón de habitantes. 

Eso quiere decir que solo en Santa Cruz se necesitarían 90.000 test. La realidad indica que es complicado hacer pruebas incluso a los contactos de los casos positivos.

Sin embargo, Santa Cruz contó con una ‘ventaja’ respecto a los otros departamentos del país: la pandemia global los encontró luchando contra la epidemia del dengue. 

“Con el dengue, el trabajo era sobre todo los fines de semana, tratando de hacer mingas para la destrucción de criaderos de mosquitos, pero el coronavirus es una actividad diaria”, cuenta Ríos. 

Explica que ahora no solo hay que preocuparse por el sistema hospitalario, sino por la vigilancia epidemiológica, porque la población asuma que tiene un problema y se quede en casa. “Cuando la población no lo asume, no participa de la solución”, dice Ríos.

Rutina de tenista

Todos los días hay una reunión a primera hora de la mañana en el Comando de Operaciones de Emergencias en la que participa el gobernador Rubén Costas, Urenda y la mayor parte de los secretarios. Luego, se reúne el Comité de Operaciones de Emergencia de Salud, donde está “la materia gris”, del seguimiento epidemiológico del departamento, que además de coronavirus tiene que vigilar al dengue y a la influenza. 

Urenda explica que, además de este trabajo, hay que encargarse que conseguir camas de hospital, hacer presupuestos, atender a los medios de comunicación y planificar el trabajo con todos los pacientes. 

Ríos agrega que no solo trabaja el personal del Sedes, sino que todos los secretarios de la Gobernación se han involucrado en la emergencia, porque la situación de cuarentena tiene muchas aristas: seguridad, provisión de alimentos, suministros, transporte…

En lo que respecta al seguimiento de casos, ahí hay que multiplicarse para dar abasto. El núcleo de esta tarea es el equipo de seguimiento, que, por seguridad, no opera desde el COED de la avenida Alemana y cuarto anillo. Para ser más eficientes han dividido la ciudad en cuatro cuadrantes y todos los días se comunican con los gerentes de redes de provincia para rastrillar la realidad epidemiológica del departamento. 

Así, luego la llamada desde el Ministerio de Salud, el equipo de seguimiento primero verifica si alguno de los nombres se encuentra entre sus listados de sospechosos, van a la casa del nuevo paciente, lo asiste, y se verifican cada una de las personas con la que este recuerda haber tenido contactos, para luego ponerlos en cuarentena y aislamiento. 

Este grupo se divide en equipos de respuesta rápida (el que acude al encuentro de nuevos pacientes), toma de muestras y seguimiento de casos. 

Cada caso positivo y sospechoso se monitorea dos veces al día -en la mañana y en la noche- para verificar su estado de salud. Esta tarea será clave si la pandemia se desborda en la ciudad y no hay suficientes camas de hospital para internar a pacientes que no presenten síntomas o que no se hayan complicado. 

Urenda calcula que en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra se pueden llegar a tener entre 1.800 y 2.000 camas hospitalarias, pero si el virus se desborda, pueden no alcanzar. 

Aunque Ríos asegura que están haciendo todo lo que está a su alcance para achatar la curva y la situación no se desborde, la responsabilidad principal para contener el coronavirus está en manos de la población: “El que se exponga al riesgo debe asumir la responsabilidad de enfermarse y de enfermar a su círculo más cercano”, dice

Explica que esta enfermedad circulará al menos seis meses en la región y cuando se desborda, no hay sistema de salud que le pueda hacer frente.